A una semana del horroroso incendio,
los familiares de las víctimas o la banda o las seguidores de la banda, no se
sabe bien quien, convoca a una marcha[1].
Piden justicia, piden que se vaya
Ibarra,...piden, necesitan desesperadamente elaborar ésta traumática situación.
¿Son sólo ellos, los afectados
directos?, ¿o es un ritual necesario aunque no suficiente que la sociedad en su
conjunto necesita atravesar?. Algunos en el lugar, otros a través de lo que
alguien les podría relatar y la mayoría a través de los medios. En todos los
casos se trata de una noticia mediatizada sin embargo los medios
masivos de comunicación en su gran mayoría se destacan por lo que no
dicen.
Esta nota va en esa dirección. Fui a
la marcha porque lo necesitaba subjetivamente pero también con una mirada
diferente a la que podría haber tenido en otro momento de mi vida, fui como
ciudadana y también como psicoanalista. Intentaré contarles algo de lo que los
medios no mostraron, no dijeron.
Plaza once siempre está llena de
gente, pero ésta vez la gente se juntaba en un “santuario”. En el santuario hay
fotos, frases, velas, flores...angustia. La concentración era bastante
silenciosa, todos parecían hablar bajo, como en un sepelio. Una parte de los
familiares decidió quedarse allí a esperar las 23hs, momento que se produjo el
incendio, otra decidió marchar hacia Plaza de Mayo con carteles que mostraban
las fotos de sus hijos muertos. El reclamo de justicia y la renuncia de
(2) Aníbal Ibarra era la consigna más fuerte. Sin embargo creo que no se
trataba sólo de eso. Decidí apurarme e ir mas rápido para recorrerla en su
conjunto y así me fui encontrando con pedazos de nuestra historia reciente y
pasada.
En ese paneo a velocidad se
escuchaba: - paredón, paredón!!!, el - “que se vayan
todos”- no lograba imponerse demasiado, había unas señoras con
cacerolas que tal vez esperaban desde el 2001 para subir a la próxima marcha.
Esa es la imagen, un colectivo donde
se subía cada uno en su parada. La consigna que unificó a la masa fue: -
ni las bengalas ni el rock and roll, a los chicos los mató la corrupción. Por
supuesto los insultos a Ibarra abundaron.
Otro elemento fueron las
velas, las velas son todo un símbolo, no es la primer marcha con velas,
pero en ésta ocasión tenían un valor muy diferente. Habían muerto muchos en un
incendio, llamar a una marcha de velas con cuarenta grados de calor y tantos
adolescentes sensibles, daba miedo.
Av. Rivadavia se encontraba sin luz
en varios tramos, al pasar por allí se hacía silencio, parecía que se iba con
pié de plomo y las velas...no muchas, en algunas manos quemaban.
Frente a la Jefatura de Gobierno la
tensión fue fuerte, se compactó la gente, no había luz y no se podía salir
aunque se quisiera, los gritos y la catarsis llegó a un punto álgido. Si el
espíritu de la mayoría hubiera sido quemar todo, ese era el momento, hasta fuego
había, sin embargo la marcha marchó y cada grupo frente a ese lugar gritó lo
suyo y llegamos a plaza.
Ingresé antes, quería ver entrar las
columnas. Un grupo de familiares corrió para tomar la cabecera, una mujer sin
voz y destrozada de dolor decía: la van a pagar, se van a morir todos
ustedes...señalando la casa de gobierno.
Hablaron con megáfono y casi nadie
podía escuchar. Los más jóvenes se sentaron en círculo en medio de la gente,
abrían espacios en medio del amontonamiento y pegaban las velas al piso, allí
se sentaban ...hablaban...miraban las velas. La gente quería pasar y no se
podía...muchas velas en el suelo...mucho calor. Los jóvenes con un fuego
extra...como aquel día en Cromagnón, tal vez la diferencia fue que había muchos
adultos.
La gente comenzó a desconcentrarse,
busqué una salida para tomar un taxi, caminé varias cuadras, estaba todo
cerrado...finalmente allí se ve uno, ya en viaje el taxista pregunta - ¿viene
de la marcha?. Y empiezan una serie de comentarios de esos que no circulan por
los medios.
-
¡A usted le parece lo que hicieron?, la juventud es un desastre, yo
cuando salen del boliche no subo a ninguno, me dan miedo.
- ¿Será que los
adultos hicimos algo mal? , le digo preguntando.
- ¿A usted le
parece? Se da vuelta , mi papá me enseñó a respetar a la gente, a ser
educado....
- Bueno, entonces
usted aprendió de su papá.
- No sé ...no, para
mí no tiene nada que ver. Yo a mi hijo lo mande a vivir a 500 kilómetros con la
madre..le dije:- yo no te puedo cuidar.
Silencio...no dije nada, él tampoco.
Llegué a mi casa y no pude dejar de
escribir estas líneas para contar parte de lo que los medios no dicen de lo que
pasó ese aniversario de la tragedia.
Los disturbios no los vi, no dudo que
hayan ocurrido, pero no fue lo importante. Sí creo en el valor de ceremonia que
tuvo, el seguir sosteniendo el fuego en las manos es prueba del dolor
descarnado aún. Del peligro en germen y de la ambigüedad. Del final violento.
Ambigüedad que el grupo Callejeros -como representante tal vez de cierto
malestar de nuestros tiempos - sostenía, pidiendo que no tiren bengalas
mientras en su página Web llevaba un ranking de bengalas tiradas en cada
recital. Como el taxista que dice que su padre lo educó, pero “que un padre
eduque o no” no tiene nada que ver con la situación de riesgo que muchos de
nuestros jóvenes viven. Será que la ambigüedad es la única forma que éste
hombre encontró para soportar que no cuida a su hijo.
Según (3) Georges Bataille el sacrificio, en
el sentido etimológico de la palabra es la producción de cosas
sagradas. Éstas tienen su origen en la pérdida, pérdida producida en
el marco del culto que exigen destrucción cruenta de hombres y de
animales de sacrificio. Si las cosas sagradas tienen su origen en el
sacrificio, el éxito del cristianismo puede ser explicado por la
crucifixión del hijo de Dios.
En esta sociedad cristiana se sigue
sacrificando hijos, ¿será por aquello de “a imagen y semejanza”?. Los hijos se
vuelven sagrados después de entregarlos al sacrificio...son cosas sagradas.
Cultura cruel esa que se funda en la muerte del hijo.
Esos hijos llevaron a sus hijos a
realizar el culto a la música y el fuego, murieron todos, los que podrían ser
nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Ahora son cosa
sagrada, ¿antes no tenían valor?, será que lo cobran después del sacrificio?.
Tal vez el problema reside allí y
entonces no se puede tocar el tema de la responsabilidad que a cada uno de
ellos también les toca, a los jóvenes, a los padres de esos jóvenes, a los
músicos, cada uno en su medida. ¿Porqué no pudieron advertir que llevar niños
allí era riesgoso mas allá del incendio?¿Qué falla entraña semejante acto? Y si
ellos no pudieron, la ley social haciendo de tope tampoco funcionó, nadie les prohibió
la entrada, empresarios y políticos corruptos en el afán de acumular ganancias
son los responsables. Fallaron todos los ordenes de la legalidad interna y
externa.
En este marco se vuelven cosas
sagradas, intocables por la mayoría de los medios, siendo así garantía de
adhesión. Ya que, soportar la verdad que descansa sobre la repetición de estos
actos, seguramente convocará a los peores demonios de nosotros
mismos como sociedad. A esos que no cierran sus fauces para dejar de tragar
niños. Sino estarían tratando de ubicar la responsabilidad de los jóvenes que
no son tarados, son jóvenes.
Voy a quedarme con lo que creo fue la
diferencia, esta vez en esa marcha había muchos adultos, tal vez tratando de
cuidar a esos jóvenes, sólo eso.... para no sacrificarlos.
[1] Marcha por el incendio del boliche Cromagnón
el 30/12/04
2 Jefe de gobierno de la Ciudad de Bs.As.
3 Autor del libro: La parte maldita
Actualidad - Dossier República Cromañón