lunes, 12 de agosto de 2013

Homeless


Psyche Navegante Nº 53 – www.psyche-navegante.com
Área: Sociedad
Sección: En la calle
Título: Homeless
Autor: Silvia Sisto

Las grandes ciudades han generado un nuevo producto: el deshecho humano, como pensar desde el     psicoanálisis la presencia de este nuevo Real del malestar en la cultura.

Bajando las escaleras allí nomás del living, duerme mi homeless, el que me tocó en suerte en esta ciudad de Buenos Aires. Conversando con vecinos y amigos me doy cuenta que cada uno tiene el suyo. Y el mío está allí, solo, acurrucado, a veces cerca a veces lejos de la entrada. ¿Será una señal, un signo, habrá algún mensaje en el lugar en que se ubica?.

Cada noche, a la misma hora llega, a la misma se va.
El BAP( Programa de la Municipalidad de la Ciudad de Bs. As. , Buenos Aires Presente) responde, pero mi homeless no responde. Parece que lo visitaron varias veces y no responde, solo creen que se llama Sergio.

Saber el nombre de alguien da cierta familiaridad, -se llama Sergio-, podría dirigirme a él de otra manera. Pero algo suena inquietante, mi homeless había dejado algunas pistas, o es idea mía?, una petaca, una cierra de mano transformada en cuchillo, trabajo de preso. ¿Porqué dejaría algo tan valioso? Tal vez no era de él, pero de quién si solo él ocupa esa entrada desde hace meses.

La fiscalía contravencional dice que si fuera un objeto lo retirarían pero una persona no lo es, así que no pueden aplicarle infracción. ¿? Que raro, si las persona en este estado no son cosas , entonces  este sistema ha generado algún tipo de  producto humano que además no está catalogado en ningún libro de residuos, ni de reciclado, ni de ecología, el sistema ha generado un nuevo producto: el deshecho humano, que no es una cosa ni es un humano.

¿Querrán decir algo esos objetos que dejó caer? Los dejó caer o simplemente se le cayeron. Hay algo a descifrar, una letra, o es intentar traspolar “lo que es para un hombre lo es  para un homeless”.

En mi trabajo con niños autistas a veces me hago esta misma pregunta, pero sólo es esta forma, - hablarles- la única que los seres parlantes tenemos para introducir al cachorro en el mundo del significante, solo esta forma me suena a puente, a lazo , a cuerda para hacerlos pasar, cruzar la frontera aunque sea por un ratito. Y después me pregunto sino será peor.

Tengo que hablarle a mi homeless tengo que hablarle...sin miedo. No hace nada.
-          Señor...señor...Sergio

Se desató el ovillo, ese cacho de carne y trapos acurrucados se transformó lentamente en un hombre alto, erguido. Como si hubiera visto pasar la evolución del hombre en 10 segundos. No fue que lo llamara, fue que dijera su nombre.

Conversamos amablemente, le dije que tal vez podríamos pensar en otro lugar para él, le dije mi nombre, que si cambiaba de idea me llamara que soy la dueña de casa, - es que últimamente se me hacía complicado entrar, Sergio usaba el umbral de almohada-.
Le dejé claro que yo soy la dueña y él mi huésped, que no hacía falta que se fuera.
Me saludó con aire aristocrático y nunca mas volvió,  cada noche bajo a ver si está, busco señales pero no, mi homeless desapareció en el mismo momento que le hablé. En el mismo instante en que apareció, desapareció.
Cuando dije su nombre y le di un lugar donde “alojarse”...se escapó.
Desapareció para mí, pero él seguirá siendo un deshecho en algún otro umbral donde nadie lo indague ni lo haga cruzar la frontera.
Me pregunto si tenemos derecho a hacerle esto a alguien? Alguien que no demanda, que no llora, ni pide, que está perplejo. Desde qué lugar me arrogué el derecho de nombrarlo? Tal vez el de dueña de casa...él se acurrucó en mi hall, yo no fui a nombrarlo a la esquina.
Esta pregunta me acompaña en el tratamiento del autismo y tal vez algunos de los articuladores teóricos que se piensan allí sirvan para entender algo de este nuevo producto humano y su posible abordaje.

Pienso en mi intervención al nombrarlo, pienso en el Discurso del Amo, el que funda el inconsciente, como con un  bebé. Pero el bebé , deseado, viene a un lugar que ya tiene antes de nacer, viene a un nombre y a una historia. Aquí como en los niños autistas hay un a-lugar, viene a un lugar que no era  y cuando se le otorga se va. Paradojas de la construcción....tal vez motorice su demanda, pensaría en el marco de un tratamiento.
En este sentido podría situarse(*) que  así como el autismo estaría en relación a  la ausencia de lo Simbólico y lo Imaginario, ya que en estos casos  el espejo que el imaginario materno ofrece al niño lo devuelve permanentemente a la esfera de lo Real y esto acontece porque dicho intermediario no puede hacer otra cosa, no hay lugar para la circulación simbólica de ese hijo. Podría pensarse entonces que así como en el autismo la madre en función no funcionó, aquí hay un producto que a los humanos corrientes no nos entra en circulación simbólica, pasamos muchas veces ante ellos y finalmente ya ni nos estremecemos, “son eso”. Tal vez como intermediarios no sabemos qué hacer.

Será porque vivimos en un lugar donde se puede  desaparecer, no morir o perderse, desaparecer. En estos días una terrible inundación en nuestra provincia de Santa Fé hace hablar al periodismo de la presencia de 1700 personas desaparecidas. No es cualquier significante en la historia de nuestro país. Como desaparecen 1700 personas?

Por eso pienso que tal vez estos homeless son “desaparecidos de lo simbólico”, aparecidos en lo “Real”. Producto de la velocidad y ferocidad de nuestra aldea ... global. Desaparecidos de la producción, del lazo social.
Dice el diccionario de inglés del significado de la palabra homeless: - vago, sin casa ni hogar; destituído.
En esta definición tal vez se juegue algo de verdad en relación a la posición subjetiva de alguien y al marco social en que dicha posición cobra vida . El vago puede ser referido a una posición de alguien respecto de la producción en general y el destituido parece tratarse de un estado al que se llega por la acción de algún otro. Ambas cuestiones seguramente se entrelazan.

Este hombre creo que cruzó por un ratito la frontera, cuando su mirada se subjetivó después que dije su nombre, ciertamente,  produce dolor .

El mismo dolor que siento cuando un niño autista me mira por un instante y se fuga rápidamente, se va, nos deja solos. A veces me pregunto quién nombra  a quién. Ellos saben de un lugar que nosotros no, ellos nos atraen a mirar dentro, el vacío.
El mismo que dejan cuando se van, ese que llenamos de palabras para calmar nuestra propia angustia.

Para quienes trabajamos con ella, con la angustia, la propia y la del otro sabemos que es ella la que motoriza en gran medida nuestro quehacer, nuestro arte. Sino hasta parece una insolencia tratar de teorizar o pensar estas cuestiones que desgarran la carne.

 

(*) Posición teórica de Rosine y Robert Lefort trabajada por Alfredo Jerusalinsky en :
“Psicoanálisis del autismo”.

Silvia Sisto
Psicoanalista
TE: 4981-3840