Por Silvia Sisto
sistosil@gmail.com
Lo que sigue es una lectura desde la práctica territorial, con el
psicoanálisis como herramienta, con poblaciones muy vulnerables frente a bandas
delictivas altamente organizadas.
Lacan plantea en el Seminario 7, que en la ética se trata de una “acción”, de la acción moral. Ese borde donde nos deja la
experiencia del análisis. Mejor diría, la experiencia de una vida o de varias
vidas, no sé, para mi uno vive varias vidas a partir de la conquista de nuevos
imaginarios producto de elaborar reales, simbólico mediante. Es simple y a la
vez intenso, dramático. Pero no en el sentido de drama sino de dramatización, lo
cual permite desdramatizar, salir del drama.
Voy a hablar de eso, y como estamos en un territorio atravesado entre
otras cosas por bandas narcos, aunque nos duela, vamos a tener que hablar de ese drama,
flagelo, resto del capitalismo. Como cada uno quiera o pueda llamar a “eso” que
nos atraviesa. Que no va a pasar a otra cosa, como estructura. Existe. Llegó.
“Eso” no es la cosa (el toxico en sentido concreto) “eso” de lo que hablo, es el inconsciente que
circula en esta circulación toxica. Y cuando digo el inconsciente digo el discurso.
Los pibes que consumen, venden o producen PACO hablan de eso de algún modo. O
mejor dicho, dicen con eso, de su modo de padecimiento. Así hablan.
No sé si los chicos que consumen PACO encuentren algún modo discursivo
que permita ser leído, o mejor dicho, que nosotros podamos escuchar. Pero decir
dicen, el gran tema es poder escuchar allí sin sobreinterpretar.
¿Tenemos nosotros imaginario disponible para hacer lugar a “eso” que
acontece en un pibe arrasado? Hay que tener una subjetivdad muy abierta y estar
bastante loco para entrar en esa frecuencia . Y como esto también es un borde
peligroso, muchas veces no estamos
disponibles. Son intensidades muy grandes. Hay que trabajar mucho en equipo por
un lado y en la propia historia personal, por otro, para poder escuchar sin
tratar de enmoldar rápidamente a esos niños y sus familias en “casos”. PACO y
sus avatares no entra en ningún molde, es lo que nos está obligando a ser creativos,
cuidadosos.
¿Las pulsiones sin amarre son el
PACO?
Pensaba en esos famosos “dispositivos”! esos imaginarios nuestros. Yo no
sé si los pibes necesitan tantos programas, y talleres y recursos… nosotros los
necesitamos para poder hacerles un lugar. Cuidarnos para cuidar, es necesario.( en el sentido de tiempo lógico)
Se me ocurre decir que vamos a tratar de pensar como darle “vestimenta,
vestido,vestiduras” a eso que aparece como real para esa criatura, en su cuerpo
y con una intensidad que no se atenúa fácilmente. Y por lo tanto para nosotros
también. Vamos a tomar entonces, lo real de muestra práctica clínica en
territorios vulnerables a la incursión de bandas altamente organizadas.
Hay una pregunta simple pero no sencilla de responder: ¿Por qué buscan las
organizaciones delictivas determinados sectores populares y desposeídos para
operar? El sentido común nos da respuestas rápidas y tal vez no están equivocadas
pero tenemos que ir más allá para poder escuchar a esos niños y sus familias
atravesados por ese discurso. Que es un discurso perverso.
Es evidente que recalan siempre en
territorios desposeídos de identidad, de
trabajo, de un lugar para vivir.
La
Toma: A través de la Red: Otro Lugar (http://www.red-otrolugar.com.ar) conocimos a Propuesta Tatu
(www.propuesta-tatu.com.ar) , una
organización de médicos argentinos que se han formado en medicina comunitaria
en la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba y que, de vuelta en
Argentina, prestan asistencia en zonas que necesitan urgentemente servicios
médicos y sociales. Es un equipo muy amplio de profesionales que opera con el
objetivo de que “la toma se transforme en
un barrio”. Básicamente que no entre la droga y el delito. Es una zona a
45km de la ciudad de buenos aires, donde viven 350 familias en el viejo lecho
de una laguna que brota desde abajo. La mayoría de los niños no van a la escuela,
las madres no cobran planes ni tienen
documentos, o sea el estado en tanto instituciones no está. En cierto sentido
para las estadísticas y la ley social o existen. Pero para los grupos
delictivos que quieren mano de obra, sí existen. (Y no digo mano de obra
barata, eso ya es antiguo. Es mano de obra que se irá cotizando según las
lógicas del mercado) Ese es un gravísimo problema. Estas poblaciones tienen un
alto grado de desorganización. Trabajo y escuela organizan y aquí casi no
existen. La presencia de PropuestaTatú con los médicos, psicólogas y
talleristas los días martes, marca un punto de amarre. Un mínimo punto “de
encuentro” que se sostiene si no llueve, sino es imposible llegar para todos
nosotros. No así para los narcos que se pasean en suntuosas camionetas.
Bueno, este es el territorio más propicio para que
las cocinas de producción de PACO se instalen. Cualquier organización que
ofrezca su estructura desembarca y funda. No digo que vaya a suceder
necesariamente, el desafío es justamente ese, que no suceda, pero es el territorio más propicio.
Entonces por un lado tenemos a los ciudadanos como resto
de ese discurso perverso, que persevera,
y disponible para ser “ocupado” frente a tanta desocupación, (y lo digo con dolor no peyorativamente) y por
otro lado “la acción” que alguna intervención
precipita, de mano de diferentes actores sociales y agentes de salud, buscando
otro “modo” de ocupación.
De ningún modo quisiera que se entienda, que solo los analistas podemos agenciar ese “modo”,
creo que cualquiera que trabaje su subjetividad y trate de pensar y analizar
las circunstancias en equipo, puede agenciarlo. De hecho en el libro
“Desarraigos Villeros” contamos muchas experiencias agenciadas por un Pastor
protestante, por un profesor de escuela o, una lingüista. Toda gente reflexiva,
sensible y comprometida. Pero sí creo que somos los psicoanalistas, los que
podemos darle una lectura diferente, un plus que por nuestro saber hacer,
decir, escuchar, hemos ido templando. Plus que dichos actores podrán
capitalizar y ayudarnos a re elaborar reales.
Vengo pensando que cuando estos niños se encuentran
con nosotros, en un taller, una actividad o un espacio de
juego, tal vez con lo que realmente se
encuentran, es con su única oportunidad.
Como la Toma, que para esos ciudadanos es la única oportunidad de tener un
lugar para vivir. Para la mayoría de esta gente el desalojo es volver a la
calle, no hay otro lugar. La Toma aparece entonces como una única oportunidad,
no hay más opciones.
Es muy raro pensar desde el psicoanálisis que haya
algo “único”, pero a veces sucede y estamos obligados a considerarlo, sino
renegamos. Puedo tomarlo como en las
emergencias, donde la intervención es esa, es única. Sirve o no, pero a veces
no hay más chance que una.
Cabe preguntarnos: ¿qué valor tiene esa escena que construimos en cualquier lugar, con una
cajita de lápices? Escucho mucho cansancio en los equipos sobre el valor de ese
recurso frente a la super organización delictiva. En mi opinión creo que somos bastante perturbadores,
eso no deja de sorprenderme.
¿Porque
apostar a construir escenas, para ellos y para nosotros?:
Como trabajadores de
la salud mental sabemos que el peligro del desalojo se manifiesta en varios
sentidos: en el de las topadoras tan temidas, pero también en la ira, la violencia, y la
furia que los desaloja de los pocos lugares que van construyendo. Porque creo,
que lo que realmente les cuesta soportar, es el alojamiento, muchas veces carecen de ese
“modo”. De esa escena. Hay que construirla una y otra vez. Alojarlos una y otra
vez, hasta que logren girar el discurso y alojarnos a nosotros, hacernos un
lugar en sus imaginarios. Hablar y ser escuchado, privarnos de opinar, de no
pretender resolver lo que no tiene resolución. Una posición incómoda. La posición del discurso que intenta generar
un nuevo significante, un nuevo “modo”
Las “cocinas de
PACO”: es una expresión muy dolorosa. ¿Qué lugar quieren venir a ocupar? ¿El lugar de la cocina familiar?
Darle ese nombre a esa actividad es
realmente perverso.
Homero Saltalamaccia[1],
sociólogo, en un trabajo de investigación sobre el tema realizado en Puerto
Rico, dice: “…en algunas de las viviendas se crearon centros de distribución… y
se fueron decantando nuevos saberes:
planificación de operaciones, diseño de mapas, nuevas formas de liderazgo, se prepararon
algunos miembros como gatilleros ( según relatan equipos territoriales aquí se
los llama “mataguachos”, son bandas de chicos que matan a otros chicos que
traspasan los límites del territorio dividido para la venta) encargados de la defensa del punto de venta y
de su entorno. Un enriquecimiento relativo de gran parte de esa población
debido al radical incremento en la circulación de dinero. Todo lo cual
incrementaba fidelidad y apoyo de los
habitantes del lugar (o al menos de la mayoría) hacia los traficantes, creando
un entorno de relativa seguridad.”
Entonces las organizaciones delictivas ofrecen: identidad, organización,
trabajo, seguridad, liderazgo y pertenencia, a los más desposeídos ¡¡¡eso dan las organizaciones delictivas!!! nosotros
vemos la otra cara, la de los pibes destrozados, pero lo que realmente hay que analizar es este
entramado interno. Nos tiran en la cara los restos de nuestros niños pero ¿cómo
se llega a eso?
Frente a “eso”, que es gigante, van nuestras escenas, nuestros talleres
de “cocina”…que pueden ser construidas en el marco de esta democracia que
supimos conseguir. Con esta
variabiliadad de actores sociales tan saludable y vivificante. Con la
posibilidad de “tomar la tierra” ese lugar nuestro, para poder tener un lugar
para vivir…tal vez frente al delito organizado sobre la estructura de seguridad
de un país puede parecer poco, pero “eso”
poco, puede ser la única oportunidad.
Ir a la Toma, así decimos en el equipo, siempre me pareció una expresión
muy vital.