Dice Lacan[1]…“nuestra técnica no impone ninguna
orientación del alma, ninguna apertura de la inteligencia, ninguna purificación
que preludie la comunicación.
Juega en cambio sobre la no preparación. Una regularidad
casi burocrática es todo lo que se le exige. La laicización lo más completa
posible del pacto previo instala una práctica sin idea de elevación.”
Estoy tratando de
pensar el escenario de la formación del analista y su autorización a su técnica
por la vía no sólo de su propio análisis, que hasta hoy lo tenía como su
principal herramienta. Sino por los movimientos en la cura, -de los que pueda
dar cuenta-, en los análisis que conduce.
El [2]“psicoanalizante es aquel que llega a
realizar como alienación su ‘yo (je) pienso’, es decir a descubrir el fantasma
como motor de la realidad psíquica, la del sujeto dividido. Solo puede hacerlo
dándole al analista la función del ‘a’… el analista lejos de ser la medida de
la verdad, solo desbroza al sujeto su verdad al ofertarse él mismo como soporte
de ese deser…” “...el analista se halla en una situación insostenible...”
el sabe que es un saber que no se puede sostener, ‘él lo sabe’.”
Siguiendo el texto,
se puede dar cuenta del propio análisis a través de la transmisión que se haga
de la experiencia clínica, propia y de los otros a quienes se conduce en su
cura.
¿De qué habla un
analista cuando quiere hablar de su análisis? ¿Hay transmisión posible allí? ¿O
se hace por otra vía, la que el inconsciente abre en cada cura, en cada
análisis, momento casi intransmisible?
En éste sentido la
transmisión produce psicoanalista en quien transmite, quienes escuchan sabrán
luego que punto anudó allí en su trama.
Distinto es
producir discurso psicoanalítico ligado al saber universitario. Allí alguien
podrá estudiar y tratar de saber sobre ese objeto que otro cree que conocer.
Lejos está, ésta transmisión de la primera. Esta no hace punto en trama alguna,
tal vez funciona al estilo de los modernos patchworks[3].
Mantener el objeto
dividido podría ser tranquilizador. Análisis por un lado, formación por otro,
transmisión aquí, producción allá. Sin embargo, si seguimos la lógica de Freud
y Lacan respecto de nuestra técnica y el concepto de realidad psíquica
enloqueceremos a nuestros analizantes sosteniendo esa hipótesis. Si nuestro
propio análisis no nos dio recursos para ponerle el cuerpo a ese objeto “a”
semblantear y si nuestra transmisión sólo pasa por la lectura académica y el
análisis didáctico ¿cómo responder en dichas circunstancias de máxima tensión?
Lacan plantea a la
regularidad como un atisbo de mínima burocratización necesaria, lo títulos de
grado que algunas instituciones ofrecen ¿Cómo ubicarlos tanto en el uso de la
técnica como en el concepto de realidad psíquica?
O acaso es un
intento por legalizar una realidad real, con analistas sin recursos para
enfrentar esos puntos de máxima tensión en el recorrido de su análisis, puntos
donde encontrará los elementos para
intervenir en la emergencia, en la urgencia en los intentos de suicidio, en
Cromañón o en Patagones. Sin convertirse en especialistas que vengan a ocupar
ese lugar de ser a falta de objeto por semblantear. A falta de objeto
simbólico con que responder lo real desborda, también en los consultorios.
Brotes, actings, megalomanías, pasajes al acto…y qué más se le puede pedir a un
especialista.!!! Si sabe de eso…para eso está preparado.
“Los psicoanalistas son los eruditos de un saber sobre el
que no pueden conversar”[4]…solo podrán transmitirlo en la misma vuelta en que se constituyen como
tales. La transmisión del psicoanálisis sin la producción de psicoanalista -aun
en un claustro universitario, donde una pregunta puede desbordar la teoría-, es
sólo cosa de charlatanes que hablan sobre lo que no tiene nombre.