miércoles, 22 de mayo de 2013

analista <> clínica



Dice Lacan[1]…“nuestra técnica no impone ninguna orientación del alma, ninguna apertura de la inteligencia, ninguna purificación que preludie la comunicación.
Juega en cambio sobre la no preparación. Una regularidad casi burocrática es todo lo que se le exige. La laicización lo más completa posible del pacto previo instala una práctica sin idea de elevación.”

Estoy tratando de pensar el escenario de la formación del analista y su autorización a su técnica por la vía no sólo de su propio análisis, que hasta hoy lo tenía como su principal herramienta. Sino por los movimientos en la cura, -de los que pueda dar cuenta-, en los análisis que conduce.
El [2]“psicoanalizante es aquel que llega a realizar como alienación su ‘yo (je) pienso’, es decir a descubrir el fantasma como motor de la realidad psíquica, la del sujeto dividido. Solo puede hacerlo dándole al analista la función del ‘a’… el analista lejos de ser la medida de la verdad, solo desbroza al sujeto su verdad al ofertarse él mismo como soporte de ese deser…” “...el analista se halla en una situación insostenible...” el sabe que es un saber que no se puede sostener, ‘él lo sabe’.”

Siguiendo el texto, se puede dar cuenta del propio análisis a través de la transmisión que se haga de la experiencia clínica, propia y de los otros a quienes se conduce en su cura.
¿De qué habla un analista cuando quiere hablar de su análisis? ¿Hay transmisión posible allí? ¿O se hace por otra vía, la que el inconsciente abre en cada cura, en cada análisis, momento casi intransmisible?
En éste sentido la transmisión produce psicoanalista en quien transmite, quienes escuchan sabrán luego que punto anudó allí en su trama.
Distinto es producir discurso psicoanalítico ligado al saber universitario. Allí alguien podrá estudiar y tratar de saber sobre ese objeto que otro cree que conocer. Lejos está, ésta transmisión de la primera. Esta no hace punto en trama alguna, tal vez funciona al estilo de los modernos patchworks[3].

Mantener el objeto dividido podría ser tranquilizador. Análisis por un lado, formación por otro, transmisión aquí, producción allá. Sin embargo, si seguimos la lógica de Freud y Lacan respecto de nuestra técnica y el concepto de realidad psíquica enloqueceremos a nuestros analizantes sosteniendo esa hipótesis. Si nuestro propio análisis no nos dio recursos para ponerle el cuerpo a ese objeto “a” semblantear y si nuestra transmisión sólo pasa por la lectura académica y el análisis didáctico ¿cómo responder en dichas circunstancias de máxima tensión?
Lacan plantea a la regularidad como un atisbo de mínima burocratización necesaria, lo títulos de grado que algunas instituciones ofrecen ¿Cómo ubicarlos tanto en el uso de la técnica como en el concepto de realidad psíquica?
O acaso es un intento por legalizar una realidad real, con analistas sin recursos para enfrentar esos puntos de máxima tensión en el recorrido de su análisis, puntos donde  encontrará los elementos para intervenir en la emergencia, en la urgencia en los intentos de suicidio, en Cromañón o en Patagones. Sin convertirse en especialistas que vengan a ocupar ese lugar de ser  a falta  de objeto por semblantear. A falta de objeto simbólico con que responder lo real desborda, también en los consultorios. Brotes, actings, megalomanías, pasajes al acto…y qué más se le puede pedir a un especialista.!!! Si sabe de eso…para eso está preparado.
“Los psicoanalistas son los eruditos de un saber sobre el que no pueden conversar”[4]solo podrán transmitirlo en la misma vuelta en que se constituyen como tales. La transmisión del psicoanálisis sin la producción de psicoanalista -aun en un claustro universitario, donde una pregunta puede desbordar la teoría-, es sólo cosa de charlatanes que hablan sobre lo que no tiene nombre.


[1]  J. Lacan –Intervenciones y textos2. “Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad”.
[2]  J. Lacan -  Idem ant.
[3]  Trabajo de superposición de texturas a modo de parches.
[4] Lacan. Idem anterior.