Generalmente un
relato de experiencia, implica una apuesta fuerte de aquel que la vivenció. En
este caso el lector sabrá entender cierta falta de objetividad ya que quien
relata ha sido objeto de la misma, a punto tal que pasaron muchos meses y
recién ahora pueden decantar algunas letras, escuchando a Nanna Muskuri
cantando en griego y con mi gato en las faldas…ser objeto y sujeto a la vez es
algo sobre lo que los analistas hablamos mucho. Necesariamente siempre lo
somos. Esta experiencia recorre ese momento a veces difícil de apresar, aunque
esté siempre presente.
La vida llena de
caminos nuevos, me llevó a un pueblo en el chaco formoseño, en el seno de una
comunidad indígena de la etnia Wichí. Allí una escuela agrotécnica aloja a
alumnos aborígenes y criollos que cursan su educación secundaria. Las alumnas
de sexto año demandan un trabajo de elección vocacional. Estando yo en el lugar
y de mano de uno de sus profesores, planificamos el trabajo fuera del horario
escolar en casa del docente. De los 6 alumnos que egresarán concurren tres
criollas. Improviso un trabajo apelando a recursos que conocía pero
adaptándolos a las circunstancias.
Llegaron las tres
muchachas muy nerviosas: “nunca hablamos con una psicóloga” dijo
una de ellas. Serví jugo y unos dulces, el calor es muy fuerte durante la
siesta. En la mesa había dispuestos unos materiales para escribir y dibujar,
cada una ocupó un lugar que fue el mismo durante todo el proceso. Si bien ellas
se conocían muy bien, no sólo por ser compañeras sino porque el pueblo es
pequeño y las familias se conocen de épocas antiguas, les propongo un juego de
presentación donde yo participaría. Nos reunimos en parejas y cada una le diría
a la otra algo para que la presente y lo que fue muy sorprendente para ellas
fue que se dijeron cosas que nunca se habían dicho. “Soy malhumorada,
me gusta el chocolate, no quiero irme del pueblo, tengo miedo…” y éste
fue sólo el comienzo. A cada una la esperaba una hoja en blanco, les propuse
que escriban lo que “querrían hacer… no ser”. No importa si les parecía
imposible, ridículo o mal…lo que fuera… y allí apareció un listado que incluía:
actriz, modelo, peluquera, ingeniera agrónoma, técnica en producción animal,
guía turística… reían alegremente cuando llegó el momento de leer al grupo las
ocurrencias…tan cercanas a la asociación libre.
Si bien este relato
va rápido, el tiempo real fue lento. La vergüenza, los nervios, el calor y
sobre todo… el miedo, que no es zonzo, hacían de telón de fondo. La siguiente
propuesta fue que cada una arme el clásico “árbol genealógico familiar” que
incluye trabajos y estudios que hayan atravesado sus padres y abuelos. No fui
ingenua, sabía que nos metíamos en relatos para armar. Y así fue, cada una se
enfrentó a lo que sabía, lo que no sabía y lo que no quería saber. Hubo
silencios y detenimientos fuertes, lápices caídos, miradas perdidas. Estábamos
tomando nota de un salto muy significativo.
En los dibujos,
(porque esos árboles genealógico resultaron dibujos con colores, letras,
flechas, caritas, guiones), aparecía claramente el quiebre en la historia, en
el relato o la circularidad sin corte. Los leímos juntas. Ellas entendieron
rápidamente de qué se trataba, los lazos parentales y sus dificultades
asomaron. Una le dijo a la otra… ¿y a tu papá no lo ponés? Lola
puso a todos, no faltaba nada, hasta que Patri dijo…la mamá de ella murió,
y Lola empezó a llorar y las otras dijeron: ella nunca lloró. Y seguimos
andando.
Una de las
actividades incluía unas columnas con varios ítems a completar… en la opción Tengo,
Julia dice: tengo miedo, ganas y tristeza…articular estos tres en
tan poco tiempo era el desafío, una vez más el “psicoanálisis al paso” se
imponía como opción. Intervenciones muy cercanas a las de urgencia o aquellas
circunstanciales donde uno intuye que no habrá otra ocasión. El miedo como
decía el maestro Freud incluye y oculta un deseo, y la tristeza como siempre la
pérdida de un objeto amado; las ganas, imaginario mediante (tengo ganas /no
tengo ganas) haría de soporte y de obstáculo. Allá fuimos, se trabajó duro, hoy
Julia está en Formosa ingresando a la universidad. Dudó mucho, casi ni lo
intenta. Se apoyó en el deseo del Otro, que no necesariamente es el de los
padres: uno de sus profesores supo contenerla para que vuele.
Para Lola, era más
complejo. Muerta su mamá se aferró a una sobrinita bebé y no podía dejarla, de
hecho, a uno de los encuentros vino con ella. Una de sus respuestas a: ¿Cómo
lograr lo que quiere?, dice: “no encuentro la manera porque es
imposible”. Y ahí acudieron en mi ayuda las categorías lógicas de
Lacan...imposible, necesario y contingente…para ella se presentaba como
imposible elaborar ese duelo, porque La madre la tomó desde la
muerte y ella se tomó de un bebé. Lo que podría producir un cambio es la
contingencia de este encuentro y la posibilidad de otra escritura. En el dibujo
de Lola hay algo muy claro, no se unen con ninguna línea la generación de los
abuelos, maternos y paternos, de ambas ramas ganaderos y agricultores, con la
siguiente generación. Le pregunto por este quiebre y dice que lo que pasa es
que “nadie cuenta nada, que nadie habla de los abuelos”, sus
padres perdieron el oficio de sus progenitores, ya nadie se dedica al campo
aunque viven en él…Su madre murió y ahí la transmisión se corta necesariamente.
Asoma en Lola el interés por ser profesora de Historia.
Los círculos de
Patri, relatos circulares que no dan opción, su malhumor muchas veces la
invade. De su árbol genealógico resulta un dibujo radial, ella en el centro y
desde ahí todos los parentescos, no hay relaciones entre los otros, sino de
ella hacia los otros. Patri a sus 14 años vivía sola en el pueblo…una vez más
el centro no es ningún lugar de privilegio, ella está mal humorada.
Los humores familiares en todo sentido fueron escasos, tiene novio y quiere
construir una familia, eso le obstaculiza cualquier otra elección por ahora.
En cada encuentro
el tiempo transcurría lentamente, la reunión terminaba cuando llegaba el
profe...en una ocasión duro casi 4hs y nadie se levantó. Hubo otros recursos
con tarjetas y frases incompletas, todas excusas para hablar, allí surgió un
tema que se anticipó en la presentación, ellas nunca hablan de ellas, tal vez
como muchos adolescentes. Estaban sorprendidas de escucharse. Hasta que el
discurso giró y empezaron a preguntarme a mí por qué era psicóloga.
Y… les conté, fui
sincera y me emocioné. Una vez más me queda muy claro que la posibilidad de la
elección vocacional está en relación a la transmisión generacional de deseos y
goces respecto del trabajo y su función en el lazo social, además de los
recursos que cada uno dispone.
Para finalizar y
teniendo en cuenta las circunstancias de vida y lo novedoso de la situación
para ellas y para mí, decidí hacerles una devolución escrita a cada una.
Preparé un breve escrito sobre mi lectura del trabajo, le agregué una foto y un
poema breve. La devolución fue individual y leímos juntas el material. La foto
y la poesía se presentaron en mí al modo de atención flotante y lo respeté…
para mi sorpresa permitieron una mejor elaboración de la situación a cada una.
Esta construcción me permitía armar un semblante de devolución abierto y
metafórico con un soporte imaginario que sostenga, que les permita volver una y
otra vez a repensar en tema, esa fue mi propuesta, continúen el trabajo… sigan
escribiendo.
Comparto a
continuación solo una poesía y una foto que elegí inconsciente mediante para
una de ellas: “Crecí en el campo y viví en mi entorno la Creación.
Vi aparecer y florecer allá y acá todo y eso me marcó para siempre”… Marosa Di
Giorgio
La
orientación vocacional no es ni más, ni menos, que tomar los orígenes para
poder hacer…