jueves, 24 de octubre de 2013

Indígenas y criollos: Elección vocacional en adolecente.

Escrito por Silvia Sisto
Generalmente un relato de experiencia, implica una apuesta fuerte de aquel que la vivenció. En este caso el lector sabrá entender cierta falta de objetividad ya que quien relata ha sido objeto de la misma, a punto tal que pasaron muchos meses y recién ahora pueden decantar algunas letras, escuchando a Nanna Muskuri cantando en griego y con mi gato en las faldas…ser objeto y sujeto a la vez es algo sobre lo que los analistas hablamos mucho. Necesariamente siempre lo somos. Esta experiencia recorre ese momento a veces difícil de apresar, aunque esté siempre presente.
La vida llena de caminos nuevos, me llevó a un pueblo en el chaco formoseño, en el seno de una comunidad indígena de la etnia Wichí. Allí una escuela agrotécnica aloja a alumnos aborígenes y criollos que cursan su educación secundaria. Las alumnas de sexto año demandan un trabajo de elección vocacional. Estando yo en el lugar y de mano de uno de sus profesores, planificamos el trabajo fuera del horario escolar en casa del docente. De los 6 alumnos que egresarán concurren tres criollas. Improviso un trabajo apelando a recursos que conocía pero adaptándolos a las circunstancias.



Llegaron las tres muchachas muy nerviosas: “nunca hablamos con una psicóloga” dijo una de ellas. Serví jugo y unos dulces, el calor es muy fuerte durante la siesta. En la mesa había dispuestos unos materiales para escribir y dibujar, cada una ocupó un lugar que fue el mismo durante todo el proceso. Si bien ellas se conocían muy bien, no sólo por ser compañeras sino porque el pueblo es pequeño y las familias se conocen de épocas antiguas, les propongo un juego de presentación donde yo participaría. Nos reunimos en parejas y cada una le diría a la otra algo para que la presente y lo que fue muy sorprendente para ellas fue que se dijeron cosas que nunca se habían dicho. “Soy malhumorada, me gusta el chocolate, no quiero irme del pueblo, tengo miedo…” y éste fue sólo el comienzo. A cada una la esperaba una hoja en blanco, les propuse que escriban lo que “querrían hacer… no ser”. No importa si les parecía imposible, ridículo o mal…lo que fuera… y allí apareció un listado que incluía: actriz, modelo, peluquera, ingeniera agrónoma, técnica en producción animal, guía turística… reían alegremente cuando llegó el momento de leer al grupo las ocurrencias…tan cercanas a la asociación libre.
Si bien este relato va rápido, el tiempo real fue lento. La vergüenza, los nervios, el calor y sobre todo… el miedo, que no es zonzo, hacían de telón de fondo. La siguiente propuesta fue que cada una arme el clásico “árbol genealógico familiar” que incluye trabajos y estudios que hayan atravesado sus padres y abuelos. No fui ingenua, sabía que nos metíamos en relatos para armar. Y así fue, cada una se enfrentó a lo que sabía, lo que no sabía y lo que no quería saber. Hubo silencios y detenimientos fuertes, lápices caídos, miradas perdidas. Estábamos tomando nota de un salto muy significativo.
En los dibujos, (porque esos árboles genealógico resultaron dibujos con colores, letras, flechas, caritas, guiones), aparecía claramente el quiebre en la historia, en el relato o la circularidad sin corte. Los leímos juntas. Ellas entendieron rápidamente de qué se trataba, los lazos parentales y sus dificultades asomaron. Una le dijo a la otra… ¿y a tu papá no lo ponés? Lola puso a todos, no faltaba nada, hasta que Patri dijo…la mamá de ella murió, y Lola empezó a llorar y las otras dijeron: ella nunca lloró. Y seguimos andando.

Una de las actividades incluía unas columnas con varios ítems a completar… en la opción Tengo, Julia dice: tengo miedo, ganas y tristeza…articular estos tres en tan poco tiempo era el desafío, una vez más el “psicoanálisis al paso” se imponía como opción. Intervenciones muy cercanas a las de urgencia o aquellas circunstanciales donde uno intuye que no habrá otra ocasión. El miedo como decía el maestro Freud incluye y oculta un deseo, y la tristeza como siempre la pérdida de un objeto amado; las ganas, imaginario mediante (tengo ganas /no tengo ganas) haría de soporte y de obstáculo. Allá fuimos, se trabajó duro, hoy Julia está en Formosa ingresando a la universidad. Dudó mucho, casi ni lo intenta. Se apoyó en el deseo del Otro, que no necesariamente es el de los padres: uno de sus profesores supo contenerla para que vuele.
Para Lola, era más complejo. Muerta su mamá se aferró a una sobrinita bebé y no podía dejarla, de hecho, a uno de los encuentros vino con ella. Una de sus respuestas a: ¿Cómo lograr lo que quiere?, dice: “no encuentro la manera porque es imposible”. Y ahí acudieron en mi ayuda las categorías lógicas de Lacan...imposible, necesario y contingente…para ella se presentaba como imposible elaborar ese duelo, porque La madre la tomó desde la muerte y ella se tomó de un bebé. Lo que podría producir un cambio es la contingencia de este encuentro y la posibilidad de otra escritura. En el dibujo de Lola hay algo muy claro, no se unen con ninguna línea la generación de los abuelos, maternos y paternos, de ambas ramas ganaderos y agricultores, con la siguiente generación. Le pregunto por este quiebre y dice que lo que pasa es que “nadie cuenta nadaque nadie habla de los abuelos”, sus padres perdieron el oficio de sus progenitores, ya nadie se dedica al campo aunque viven en él…Su madre murió y ahí la transmisión se corta necesariamente. Asoma en Lola el interés por ser profesora de Historia.
Los círculos de Patri, relatos circulares que no dan opción, su malhumor muchas veces la invade. De su árbol genealógico resulta un dibujo radial, ella en el centro y desde ahí todos los parentescos, no hay relaciones entre los otros, sino de ella hacia los otros. Patri a sus 14 años vivía sola en el pueblo…una vez más el centro no es ningún lugar de privilegio, ella está mal humorada. Los humores familiares en todo sentido fueron escasos, tiene novio y quiere construir una familia, eso le obstaculiza cualquier otra elección por ahora.
En cada encuentro el tiempo transcurría lentamente, la reunión terminaba cuando llegaba el profe...en una ocasión duro casi 4hs y nadie se levantó. Hubo otros recursos con tarjetas y frases incompletas, todas excusas para hablar, allí surgió un tema que se anticipó en la presentación, ellas nunca hablan de ellas, tal vez como muchos adolescentes. Estaban sorprendidas de escucharse. Hasta que el discurso giró y empezaron a preguntarme a mí por qué era psicóloga.
Y… les conté, fui sincera y me emocioné. Una vez más me queda muy claro que la posibilidad de la elección vocacional está en relación a la transmisión generacional de deseos y goces respecto del trabajo y su función en el lazo social, además de los recursos que cada uno dispone.
Para finalizar y teniendo en cuenta las circunstancias de vida y lo novedoso de la situación para ellas y para mí, decidí hacerles una devolución escrita a cada una. Preparé un breve escrito sobre mi lectura del trabajo, le agregué una foto y un poema breve. La devolución fue individual y leímos juntas el material. La foto y la poesía se presentaron en mí al modo de atención flotante y lo respeté… para mi sorpresa permitieron una mejor elaboración de la situación a cada una. Esta construcción me permitía armar un semblante de devolución abierto y metafórico con un soporte imaginario que sostenga, que les permita volver una y otra vez a repensar en tema, esa fue mi propuesta, continúen el trabajo… sigan escribiendo.
Comparto a continuación solo una poesía y una foto que elegí inconsciente mediante para una de ellas: “Crecí en el campo y viví en mi entorno la Creación. Vi aparecer y florecer allá y acá todo y eso me marcó para siempre”… Marosa Di Giorgio

La orientación vocacional no es ni más, ni menos, que tomar los orígenes para poder hacer…

Psyche Navegante Nº 100 - www.psyche-navegante.com - Año 2012


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