jueves, 14 de noviembre de 2013

Psicoanálisis ¿una herramienta para la prevención?

Escrito por Silvia Sisto


Manuel tiene 18 años y lo manda el juez,  lo encontraron con un arma. Según él,  la tenía para defenderse de unos pibes que lo molestaban. La policía le pega tanto,  que tiene la cara torcida por un culatazo. También le dieron un escopetazo en la pierna.
Sus padres se separaron cuando él tenía dos años. Ahora, vive con su mamá, sus dos hermanos y su padrastro, aunque en realidad esto no es tan así. También vive en lo de su novia  y a veces con su abuela y tía abuela, cerca de la casa de la novia. El padre de Manuel está preso hace más de un año.
Se presenta como enojado, errante. Dice que se olvida de todo, que tiene la cabeza llena de pensamientos que no lo dejan ni dormir. Que es el “renegado” de la familia. Él quiere progresar y los demás, no. En  medio de este relato  y haciendo como que repaso mis notas le digo: - ¡Ah!...pero vos casi caes preso como tu papá!! –“Si la verdad… no lo había pensado”, dice Manuel.
Por otro lado, él es acusado por llevar un arma  y a la vez acusa a la policía por maltrato y golpes. Le señalo esta doble situación que tampoco había notado. Acusa y es acusado. Este  no es un detalle menor teniendo en cuenta que vive bastante cerca de la comisaria y se cruza muy seguido con los policías que lo golpearon. A pesar de todo lo que sufrió y de lo amenazante de la situación,  no tiene miedo.
Comenzamos a trabajar en este contexto. Le doy un horario y a la siguiente sesión él llega y yo ya estaba atendiendo. Se trata de un Centro de Día, donde al llegar hay un espacio de “sala de espera” allí alguien recibe y contiene hasta que son atendidos. Manuel, tiene que esperar y se exaspera, cuando salgo no me mira tengo que acercarme y tocarlo:- Hola…¿pasas? Con muy mal gesto pasa al consultorio y me dice:- “¿Qué?!! ¿Estoy pintado yo acá?!!”. Y ahí comienza un dialogo tenso y ajustado,  donde trato de mostrarle que no lo atendí antes, porque él no estaba. Yo, estaba en el consultorio.
Salimos de esa tensión con un chiste mío. Más que chiste, un sentido posible al malestar. Le digo:   - ¿Sabés lo que pasa…? Que vos sos un cabrón, ¡engranás de nada-se ríe, y  creo que ahí se instala alguna transferencia posible.
Habla de cómo lo torturan sus pensamientos, de que no puede dormir, pero no puede contar nada respecto a los pensamientos… no insisto.
Cierto día como si nada, me cuenta que va a ser papá.  Su novia de 16 años está embarazada por segunda vez, el primero lo perdió, en esa ocasión él no sabía que ella estaba embarazada. Se habían peleado y él se entera cuando la muchachita pierde un embarazo de 5 meses en el inodoro. Ella usa ese episodio para torturarlo y retenerlo.
Aquí empiezan a poder ubicarse, en parte, los pensamientos que lo torturan. La escena con la policía acontece en ese momento, cuando él se entera del hijo y su pérdida, con lo cual es posible que se haya alterado y se haya hecho pegar. Lo cual no justifica los golpes que le dieron.
Ordenar este tramo de la historia fue de bastante alivio para Manuel y también intentar deslindar responsabilidades: si él no sabía del embarazo, cómo podía ayudar y aunque hubiera sabido, hay situaciones que no se pueden evitar.
Mientras tanto su novia lo manipula y lo maltrata, cierto día  llega a la casa de ella- donde dormía hasta las 3 de la mañana para luego ir de su abuela donde duerme en el piso- y ella lo “ningunea” porque estaba con la prima, lo deja afuera (tal vez como en la sesión que llega y yo no lo atiendo enseguida, por eso su malestar). Él siempre queda afuera, no tiene casa, circula errante.
La sesión siguiente a ese episodio, vino muy dolido, “que ella no lo dejaba estar con su hijo, que él quiere cuidarlo…” entonces, conversamos sobre cómo hablar con ella, cómo tratar de que no lo maltrate y si lo hace, él tal vez pueda irse a otro lugar… ¿hay otro lugar? Allí aparece la posibilidad de arreglar un galpón o de irse a Villa Dominico- la casa de la madre y el padrastro- . Cuando vislumbra esas posibilidades la enfrenta. Le dice que él se va, que cuando nazca el bebé se ocupará de su hijo y que ella se quede con la prima. A partir de este momento, empieza a poder dormir.
-“Sabe Silvia... estoy bien, pude dormir tranquilo. Ella quería pelear pero yo, tranquilo”.
Algunas repercusiones en su subjetividad:
-      Trae un cuaderno para hacerme preguntas sobre el parto, sobre cómo cuidar al bebé. Cómo ser padre.
-    Decide escribir cartas a sus amigos presos, aclarando que si vuelven a delinquir ya no serán amigos de él. Le señalo que con ese gesto se está cuidando él y también a ellos.
Nace el bebé y con este acontecimiento, un sueño: Él está en la calle yendo a lo de la novia, hay un tiroteo. Él pasa igual y una bala le pega en el hombro. No le duele. De pronto aparece en la casa de su novia.
Entonces le digo: - ¿hay algún tiroteo en ese camino?
-      “Y, sí… está lleno. Hay una piba que me pasó el celular, buena onda, me dan ganas de invitarla al cine”.
Siguiente sesión: “Le conté a mi novia el sueño y se puso celosa…”- ¿por qué le contaste? - “No sé… para hacer “disturbio”
Le pregunto por esa palabra, no es de uso común, y me dice: “… se entiende ...disturbio”. Sí,  le digo, pero me sonó a cuando la policía dice: “¡¡Dejen de hacer disturbios!!”. Se ríe y agrega:- “Parece que quiero ir en cana.”           
Este sueño y la interpretación por boca del propio paciente hablan del valor preventivo del psicoanálisis. Este chico sumamente vulnerable, sin recursos económicos ni entramado familiar que lo sostenga pudo hacer uso de esa herramienta cuando el Centro de Día se vuelve para él una casa. Comienza a asistir a los talleres de panadería y de jóvenes coordinados por otra analista y un Pastor Protestante. Concurre puntualmente a las entrevistas conmigo. Valora y respeta nuestro trabajo, lo agradece todo el tiempo…  - “Gracias, Silvia”.
El trabajo se llevó a cabo en un Centro de día del conurbano bonaerense, donde se trabaja desde diferentes espacios tratando de restablecer o establecer lo que Winnicott llamó, un ambiente facilitador.  Un alojamiento subjetivo. Manuel participó de talleres y grupos, además de su tratamiento individual.


 *La foto fue tomada en el barrio donde vive este chico y dice: “No somos peligrosos, estamos en peligro. Los chicos”. 

Psyche Navegante N° 98 - www.psychenavegante.net   - Agosto 2011
Psicoanálisis -  Práctica


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