jueves, 19 de diciembre de 2013

El valor de una oportunidad.

Por Silvia Sisto
sistosil@gmail.com

Lo que sigue es una lectura desde la práctica territorial, con el psicoanálisis como herramienta, con poblaciones muy vulnerables frente a bandas delictivas altamente organizadas.
Lacan plantea en el Seminario 7, que en la ética  se trata de una “acción”, de la acción  moral. Ese borde donde nos deja la experiencia del análisis. Mejor diría, la experiencia de una vida o de varias vidas, no sé, para mi uno vive varias vidas a partir de la conquista de nuevos imaginarios producto de elaborar reales, simbólico mediante. Es simple y a la vez intenso, dramático. Pero no en el sentido de drama sino de dramatización, lo cual permite desdramatizar, salir del drama.
Voy a hablar de eso, y como estamos en un territorio atravesado entre otras cosas por bandas narcos, aunque nos duela,  vamos a tener que hablar de ese drama, flagelo, resto del capitalismo. Como cada uno quiera o pueda llamar a “eso” que nos atraviesa. Que no va a pasar a otra cosa, como estructura. Existe. Llegó.
“Eso” no es la cosa (el toxico en sentido concreto) “eso”  de lo que hablo, es el inconsciente que circula en esta circulación toxica. Y cuando digo el inconsciente digo el discurso. Los pibes que consumen, venden o producen PACO hablan de eso de algún modo. O mejor dicho, dicen con eso, de su modo de padecimiento. Así hablan.
No sé si los chicos que consumen PACO encuentren algún modo discursivo que permita ser leído, o mejor dicho, que nosotros podamos escuchar. Pero decir dicen, el gran tema es poder escuchar allí sin sobreinterpretar.
¿Tenemos nosotros imaginario disponible para hacer lugar a “eso” que acontece en un pibe arrasado? Hay que tener una subjetivdad muy abierta y estar bastante loco para entrar en esa frecuencia . Y como esto también es un borde peligroso,  muchas veces no estamos disponibles. Son intensidades muy grandes. Hay que trabajar mucho en equipo por un lado y en la propia historia personal, por otro, para poder escuchar sin tratar de enmoldar rápidamente a esos niños y sus familias en “casos”. PACO y sus avatares no entra en ningún molde, es lo que nos está obligando a ser creativos, cuidadosos.

 ¿Las pulsiones sin amarre son el PACO?
Pensaba en esos famosos “dispositivos”! esos imaginarios nuestros. Yo no sé si los pibes necesitan tantos programas, y talleres y recursos… nosotros los necesitamos para poder hacerles un lugar. Cuidarnos  para  cuidar,  es necesario.( en el sentido de tiempo lógico)
Se me ocurre decir que vamos a tratar de pensar como darle “vestimenta, vestido,vestiduras” a eso que aparece como real para esa criatura, en su cuerpo y con una intensidad que no se atenúa fácilmente. Y por lo tanto para nosotros también. Vamos a tomar entonces, lo real de muestra práctica clínica en territorios vulnerables a la incursión de bandas altamente organizadas.
Hay una pregunta simple pero no sencilla de responder: ¿Por qué buscan las organizaciones delictivas determinados sectores populares y desposeídos para operar? El sentido común nos da respuestas rápidas y tal vez no están equivocadas pero tenemos que ir más allá para poder escuchar a esos niños y sus familias atravesados por ese discurso. Que es un discurso perverso.
 Es evidente que recalan siempre en territorios desposeídos  de identidad, de trabajo, de un lugar para vivir.

La Toma: A través de la Red: Otro Lugar (http://www.red-otrolugar.com.ar)   conocimos a Propuesta Tatu (www.propuesta-tatu.com.ar)  , una organización de médicos argentinos que se han formado en medicina comunitaria en la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba y que, de vuelta en Argentina, prestan asistencia en zonas que necesitan urgentemente servicios médicos y sociales. Es un equipo muy amplio de profesionales que opera con el objetivo de que “la toma se transforme en un barrio”. Básicamente que no entre la droga y el delito. Es una zona a 45km de la ciudad de buenos aires, donde viven 350 familias en el viejo lecho de una laguna que brota desde abajo. La mayoría de los niños no van a la escuela, las madres  no cobran planes ni tienen documentos, o sea el estado en tanto instituciones no está. En cierto sentido para las estadísticas y la ley social o existen. Pero para los grupos delictivos que quieren mano de obra, sí existen. (Y no digo mano de obra barata, eso ya es antiguo. Es mano de obra que se irá cotizando según las lógicas del mercado) Ese es un gravísimo problema. Estas poblaciones tienen un alto grado de desorganización. Trabajo y escuela organizan y aquí casi no existen. La presencia de PropuestaTatú con los médicos, psicólogas y talleristas los días martes, marca un punto de amarre. Un mínimo punto “de encuentro” que se sostiene si no llueve, sino es imposible llegar para todos nosotros. No así para los narcos que se pasean en suntuosas camionetas.
Bueno, este es el territorio más propicio para que las cocinas de producción de PACO se instalen. Cualquier organización que ofrezca su estructura desembarca y funda. No digo que vaya a suceder necesariamente, el desafío es justamente ese, que no suceda,  pero es el territorio más propicio.
Entonces por un lado tenemos a los ciudadanos como resto de ese discurso perverso, que persevera,  y disponible para ser “ocupado” frente a tanta desocupación,  (y lo digo con dolor no peyorativamente) y por  otro  lado “la acción” que alguna intervención precipita, de mano de diferentes actores sociales y agentes de salud, buscando otro “modo” de ocupación.
De ningún modo quisiera que se entienda,  que solo los analistas podemos agenciar ese “modo”, creo que cualquiera que trabaje su subjetividad y trate de pensar y analizar las circunstancias en equipo, puede agenciarlo. De hecho en el libro “Desarraigos Villeros” contamos muchas experiencias agenciadas por un Pastor protestante, por un profesor de escuela o, una lingüista. Toda gente reflexiva, sensible y comprometida. Pero sí creo que somos los psicoanalistas, los que podemos darle una lectura diferente, un plus que por nuestro saber hacer, decir, escuchar, hemos ido templando. Plus que dichos actores podrán capitalizar y ayudarnos a re elaborar reales.
Vengo pensando que cuando estos niños se encuentran con nosotros,  en  un taller, una actividad o un espacio de juego,  tal vez con lo que realmente se encuentran, es con  su única oportunidad. Como la Toma, que para esos ciudadanos es la única oportunidad de tener un lugar para vivir. Para la mayoría de esta gente el desalojo es volver a la calle, no hay otro lugar. La Toma aparece entonces como una única oportunidad, no hay más opciones.
Es muy raro pensar desde el psicoanálisis que haya algo “único”, pero a veces sucede y estamos obligados a considerarlo, sino renegamos. Puedo tomarlo como  en las emergencias, donde la intervención es esa, es única. Sirve o no, pero a veces no hay más chance que una.

Cabe preguntarnos: ¿qué valor tiene esa escena que construimos en cualquier lugar, con una cajita de lápices? Escucho mucho cansancio en los equipos sobre el valor de ese recurso frente a la super organización delictiva.  En mi opinión creo que somos bastante perturbadores, eso no deja de sorprenderme.

¿Porque apostar a construir escenas, para ellos y para nosotros?:
Como trabajadores de la salud mental sabemos que el peligro del desalojo se manifiesta en varios sentidos: en el de las topadoras tan temidas,  pero también en la ira, la violencia, y la furia que los desaloja de los pocos lugares que van construyendo. Porque creo, que lo que realmente les cuesta soportar, es  el alojamiento, muchas veces carecen de ese “modo”. De esa escena. Hay que construirla una y otra vez. Alojarlos una y otra vez, hasta que logren girar el discurso y alojarnos a nosotros, hacernos un lugar en sus imaginarios. Hablar y ser escuchado, privarnos de opinar, de no pretender resolver lo que no tiene resolución. Una posición incómoda.  La posición del discurso que intenta generar un nuevo significante, un nuevo “modo”
Las “cocinas de PACO”: es una expresión muy dolorosa. ¿Qué lugar quieren  venir a ocupar? ¿El lugar de la cocina familiar?  Darle ese nombre a esa actividad es realmente perverso.
Homero Saltalamaccia[1], sociólogo, en un trabajo de investigación sobre el tema realizado en Puerto Rico, dice: “…en algunas de las viviendas se crearon centros de distribución… y se fueron decantando nuevos saberes:

planificación de operaciones, diseño de mapas,  nuevas formas de liderazgo, se prepararon algunos miembros como gatilleros ( según relatan equipos territoriales aquí se los llama “mataguachos”, son bandas de chicos que matan a otros chicos que traspasan los límites del territorio dividido para la venta)  encargados de la defensa del punto de venta y de su entorno. Un enriquecimiento relativo de gran parte de esa población debido al radical incremento en la circulación de dinero. Todo lo cual incrementaba  fidelidad y apoyo de los habitantes del lugar (o al menos de la mayoría) hacia los traficantes, creando un entorno de relativa seguridad.”
Entonces las organizaciones delictivas ofrecen: identidad, organización, trabajo, seguridad, liderazgo y pertenencia, a los más desposeídos  ¡¡¡eso dan las organizaciones delictivas!!! nosotros vemos la otra cara, la de los pibes destrozados,  pero lo que realmente hay que analizar es este entramado interno. Nos tiran en la cara los restos de nuestros niños pero ¿cómo se llega a eso?
Frente a “eso”, que es gigante, van nuestras escenas, nuestros talleres de “cocina”…que pueden ser construidas en el marco de esta democracia que supimos  conseguir. Con esta variabiliadad de actores sociales tan saludable y vivificante. Con la posibilidad de “tomar la tierra” ese lugar nuestro, para poder tener un lugar para vivir…tal vez frente al delito organizado sobre la estructura de seguridad de un país  puede parecer poco, pero “eso” poco, puede ser la única oportunidad.
Ir a la Toma, así decimos en el equipo, siempre me pareció una expresión muy vital.






[1] Homero Saltalamachia, sociólogo. En la revista Psyche Navegante (www.psyche-navegante) se pueden encontrar tres artículos sobre el tema de la investigación citada en este texto.

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