Tema: La inclusión de niños y adolescentes graves en
el cuidado de los animales del zoo, facilita
para algunos, la construcción de un puente en la relación con los otros. (Una
parte del presente reportaje puede ser escuchada en el Bloque 5 de Psyche Oral)
Juan Vasen es Psicoanalista y
especialista en Psiquiatría Infantil. Cofundador del Programa “Cuidar-Cuidando” que se realiza desde 1990
en el Zoológico de Buenos Aires con chicos y jóvenes que concurren al Htal. Tobar
García, a los CENTES y otros hospitales
y servicios del Gobierno de la Ciudad de Bs. As.. Es coautor del libro “ Del invento a la
Herramienta” y de “¿Post- mocositos? Presencias, fantasmas y duendes en la
clínica con niños y jóvenes de hoy.”
S. S. :-Juan ¿por qué tu práctica es con niños graves?
J. V.:- Siempre me interesó
ese proceso de cómo se fragua de alguna manera una palabra. Se trata de
un nene, que me desafía y me pega muy fuerte en la situación de juego. Trato de marcarle que cuando uno se lastima
ya no juega. Trato de establecer un
límite entre lo que es juego y con lo que no se juega; y él recibe esto,- un
chiquito grave- como un reto. Sin que yo le toque la oreja, le dice a sus padres:-“Juan me tiró de la
oreja”. Entonces apoyado en un discurso que seguramente en algunos fragmentos
se le ha ido estructurando, así él puede conectar dos cosas, un sentido
social de una expresión “tirón de
orejas”con la acción de haberlo retado, sin que nadie le haya hecho nada, y
todo esto agarrado de la oreja y señalando – “me duele la oreja”, los padres llaman diciéndome – “¿usted le
pegó en la oreja?”.
Entonces, cómo se fragua la
palabra en nosotros,- justamente el libro
toca esta cuestión-, que nacemos privados de aquello que sería lo que nos caracteriza.
Los animales se sostienen en el lenguaje de la genética, de la biología de sus
instintos, y de alguna manera los
pone en una situación de ventaja de
partida, -cualquier cachorrito de cualquier especie se para y camina al
instante después de nacer- y nosotros en esa indefensión tan comentada, nos
encontramos privados de aquello que
puede ser lo nuestro más propio, el
lenguaje y del cual tenemos que
apropiarnos. Entonces ese proceso de apropiación, de fragua, de producción,
siempre me interesó muchísimo.
S. S. :-En el libro aparece como
central, como punto de inicio y me pareció muy interesante, el tema de la curiosidad. La curiosidad como lo que se despierta entre el animal y el
chico, lo que pulsa allí, ¿cómo la ubicas?
J.V.: -Yo creo que en algún
sentido los animales quedan ubicados como una alteridad. Una alteridad que, a
diferencia de la alteridad tecnológica cibernética y robótica, es una alteridad
más amigable. Yo creo que esa alteridad es lo que impulsa la curiosidad. Eso
otro que el chico empieza a reconocer diferente a él pero, curiosamente, a la vez, con quien puede abrir
una especie de puente. Es una zona de
comunicación, no de frontera infranqueable, si no de “entre”, yo creo que ahí
se genera esa cuestión de la curiosidad, curiosidad por eso otro.
S. S.: ¿Por qué
un animal genera esto? Pensaba si tendrá que ver con que el animal es
sin fisura.
J. V.:- Yo creo que el chico
accede o puede acceder a través del animal, a ver, por ejemplo, la vida sexual de los animales. Entonces hay ahí como una especie de acceso a
dimensiones que él no puede manifestar con “libertad” y de esta manera puede
empezar a imaginarizar .Yo creo que lo de la curiosidad funciona sin duda
porque a los chicos que vienen al programa no los trae la obligación. Los
impulsa la curiosidad.
S. S. :- No es una cuestión burocrática, no hay que pasar
por ahí necesariamente.
J. V.:-Esa es la diferencia
que planteamos entre el alumno y el aprendiz. La posición del aprendiz es
fundada en la curiosidad y ligada a un supuesto saber del otro lado, que en
este caso es el cuidador.
S. S. :- ¿Los cuidadores son
personas entrenadas para estar con chicos, tienen alguna formación?
J.V.:-Y mirá, estas son
personas entrenada para estar con animales y con cachorros. Así como un chico
puede mirar con otro chico un animal y hacer lazo a partir de ese otro
alter distinto. Los dos lo miran,
charlan del animal. Así también los cuidadores hicieron lazo en función de
estar con los chicos. Cuidamos que no
fuera una especie de obra caritativa, el cuidador distraía un rato de su tiempo
en función de enseñar, de mostrar y pensábamos esto a partir de un cartel que
hay en el zoológico – que comento en el libro- que dice que “busquen a un
cuidador que es hijo de otro cuidador” notamos
que hay un linaje ahí en juego y que entonces tienen muchas cosas
interesantes para contar. Ese intercambio va entre la curiosidad del lado del
chico y trascendencia de inscripción en un linaje por parte del cuidador. Ésta es la dimensión
totémica del zoológico. Hay cuidadores
ubicados en relación al cuidado de ciertos animales y ciertas zonas. Hay una
especie de re- inscripción de base
totémica que Freud decía que era hasta más fuerte que los lazos familiares.
Entonces ahí se produce como una
suplencia, se podría plantear, como algo que reorganiza, estructura alrededor
del tótem, de ese valor del linaje. Una estructura organizativa familiar
supletoria,- para los mas grandes -, para los que trabajan con un cuidador.
S. S. :-En el libro no lo
mencionás, pero ¿la familia interviene en algo en la actividad del programa?.
J. V.:- Si, nos hemos ocupado
crecientemente, al principio no lo hacíamos; porque estábamos entre manos del
hospital o de los distintos espacios desde los que los chiquitos venían
derivados. Progresivamente se fue haciendo más necesario, tener más contacto
con la familia. Actualmente estamos trabajando sobre lo que es “el después”.
En el primer libro que
escribimos, que se llama “ Del invento de la herramienta”, uno de los capítulos es: - “¿Y después que?”.
En ese sentido, después hay que poner
las barbas en remojo para que estos
chicos tengan espacios de inserción social.
Para que esta actividad,
funcione como un puente.
S. S. :-En algún momento mencionas el “dolor de la infancia en la
actualidad”, el sufrimiento. Decís que hay cierta precarización familiar que favorece que
aparezcan casos cada vez más graves. La precarización la pensás en términos de pobreza económica, de ruptura
de los lazos familiares .
J. V.:- La familia “moderna y tradicional” se sostenía
habitualmente en la figura del Estado, y esto tambaleó, por el lado de la
precarización económica - la pobreza, la
marginalidad, la desocupación-, que es lo que debilita un linaje ligado al trabajo,
a la producción y cuando me refiero a producción, no solamente producción de
bienes materiales, es producción de subjetividad, entonces así como los bienes
materiales enriquecen la producción de subjetividad; la marginación, la
expulsión lo que se llama la
desinserción deja una pobreza que no es solo material, produce una subjetividad
diferente que tendrá otros valores y otras riquezas pero también deja
debilitadas un montón de cuestiones. Puede debilitar la ligazón con un padre
que está desocupado, ausente, deteriorado, violento, que está alcoholizado y
sobreponerse a ésta circunstancia es un
esfuerzo enorme para todos. Por el lado del consumo creo que también hay todo
un debilitamiento muy importante de lo que serían los lazos habituales. “Papá
lo sabe todo”, se convirtió en una especie de “Homero Simpson”. Hay un libro
que yo comento allí que es sobre
marketing para niños donde una persona comenta, “si los chicos tienen
problemas con los padres porque los padres se niegan a adquirir aquellos bienes
de consumo que ellos reclaman deberían recurrir a los comerciantes para que los
asesoremos”. El consumo se pone del lado de los niños en conjunto, fomentando
un modo de lazo con los objetos y con la relación de consumo, que deja de la
vereda de enfrente a los padres a los que hay que criar y educar en el consumo,
cuando se oponen. Decía Cristina Corea[1] en su libro, que en el
D.N.I.[2] dice “MERCOSUR” arriba
y “República Argentina”, abajo. Esto produce un fuerte trastocamiento que
genera una subjetividad nueva, un sufrimiento nuevo porque quien se siente
excluido del consumo se siente absolutamente excluido. Se genera además un
espacio en la escuela diferente, de capacitación en lugar de formación.
S. S.:- A veces la computadora, la televisión en cada cuarto
llevan al aislamiento de los miembros de una familia.
J. V.:-Bueno ahí yo creo que
no es cuestión de satanizar a lo que
puede ser la tecnología, el
problema es el modo de lazo con eso. El problema es cuando eso viene a
ocupar y desplazar otras cosas. La clásica oposición: lectura-tecnología, digo
en el libro, tomando la canción de María Elena Walsh: “quiero cuentos, revistas
y novelas pero no las que andan a botón, yo las quiero de la mano de una abuela
que me las cuente en camisón”. Esta abuela esta desplazada por el botón en
algún lado. Eso yo creo que produce un corrimiento. El saber,- a los papás se
les supone un saber-, esto cada vez dura menos. Los chicos buscan el saber en
otro lugar, sienten que el saber que podría ser transmitido por sus padres no
les va a servir. Si antes esos padres
tenían muy “de hijos”[3] a sus hijos,
ahora, los padres no saben muy bien cómo
tener de hijos a sus hijos.
S. S.:-Otro tema interesante que
planteás en el libro es el fantasma social del miedo al anonimato.
J. V.:-Si, el anonimato y la
fantasía de ser observado, al estilo “Gran hermano”[4]. Si antes el temor
tenía ese tinte de ser observado, me parece que ahora el paradigma más
angustioso es la expulsión y el anonimato. Por eso los reality show producen
una enorme atracción, porque es gente que sale del anonimato.
S. S. :-De todos modos implica al
fantasma de ser vigilado, hay una cámara 24 horas filmando.
J. V.:-Pero ese no es el
problema, el problema es que nadie te mire. El precio es ser una “celebridad
descartable” – así lo plantea Ramonet en un artículo de Le Monde Diplomatique
en relación a la película de Jim Carrey- , donde él se da cuenta que es una
“celebridad descartable”. En la novela de “Las partículas elementales”, el
protagonista dice una frase: “antes creíamos que lo que daba dignidad era el sufrimiento
y ahora sabemos que lo que da dignidad es la televisión”. Esto es un signo de
los tiempos.
S. S.:- Volviendo al tema del
“Programa del zoo: Cuidar-cuidando”, cómo
estaría implicado el hacerse cuidar? .
J.V.:- El nombre surgió del
aporte de varios colegas. Para mí, lo esencial de la cuestión es que podría llamarse “cuidar – cuidando-se” en
otros, porque en esos otros hay algo de lo propio que queda ubicado y para
hacerse cargo de eso otro ubicado en el animal hay que pasar por el animal para apropiarse de eso otro como una especie
de situación de localización, de proyección,
de depositación de lo más propio pero negado. Hay una escena que me resultó muy
interesante y relato en el libro -un video que hizo un colega- donde hay un
pibe que se sitúa frente a un tigre, cristal
mediante y el pibe[5] lo sigue con la mirada
y el tigre también. Entre chico y tigre en el espejo se arma una especie de sumatoria medio
indiferenciada, fronteriza, de caras, la
del tigre y la del chico, desde ahí, un punto de conexión. Entonces yo tomo esa
frase de Marcos, el subcomandante de Chiapas que frente a la pregunta de ¿por
qué ustedes usan pasamontañas, decía: “primero por coquetería” y porque “detrás de estos pasamontañas estamos
ustedes”, los animales les pueden decir a los chicos, “detrás de estos cristales,
estas rejas, de estos alambrados, estamos ustedes, háganse cargo, cuídennos,
cuídense cuidándonos”.
S. S. :-En esa escena del
muchachito y el tigre, el cuidador interviene?
J. V.:-Para que esa escena se
produzca el cuidador ya intervino. Esto es lo que yo llamo el narzoocismo, el
chico se refleja en un espejo que refleja lo otro de él, puesto en el animal y
ahí entra en relación con eso otro. En el libro hay un cuento que trajo una
chiquita que era de un espejo que tenía hambre. Había un chiquito cautivo
dentro y jugando con otro que estaba afuera quien jugando a través del espejo logra que salga
el que estaba cautivo. Hay un juego a través. Entonces, el cuidador estuvo antes
en el sentido de que el chico detenta y sabe una serie de cosas respecto al
animal. Está investido por el lugar –zoológico- como un representante, tiene un
uniforme; si no tuviera uniforme el tigre no lo seguiría con la mirada, el
tigre espera de él algo porque tiene uniforme, esa es la dimensión imaginaria
que hace a la pertenencia. Para nosotros si bien el uniforme puede plantear una
especie de uniformidad como defecto, plantea la integración como valor y sobre
esa integración se producen las diferencias singulares de cada chico.
S. S. :-Cuando leía esto en el
libro pensaba en los uniformes para los chicos pero no había pensado para los
animales. Es muy interesante eso que decís
porque del otro lado eso es un signo de algo, tiene un valor. Está en relación
con el “re-signar” que planteás en el
libro, porque los chicos con los
uniformes, son re-signados y si bien es un lugar de signo, también es
significante. Con esos uniformes son los cuidadores.
J. V.:-Ah! claro, porque está
el lugar que ocupan para los otros, ellos en conjunto; el lugar que ocupan para
el público, el público los ubica como detentadores de un saber, les preguntan
cosas, ellos hablan con el público, son reconocidos en un lugar socialmente
significativo. No es lo mismo que esto ocurra en el gallinero del fondo de la
casa, aunque cuide los animales con la misma dedicación. La misma tarea que es
bastante prosaica - barrer, cepillar, alimentar - esta tarea que así como tal
quedaría despojada de poesía, ocurriendo en el zoológico está investida de una cantidad de cosas que lo ponen
al chico en un lugar diferente. Inclusive los más chiquitos no llevan el mismo
uniforme que los cuidadores porque todavía no trabajan, ellos tienen unas
camisetas que también son reconocidas por los animales de la granja .
S. S.:-Uniformarlos sería ponerlos
en una serie, para sacarlos de la serie.
J. V.:-Ser fuera de serie no
es no haber pertenecido nunca a una serie, es poder romper con ciertos
parámetros de la serie para recortarse como singularidad, pero para eso hay que
tener un fondo común, hay que ser parte.
S.S.:-Fondo común que la familia
no pudo ofrecer.
J. V.:-Claro, que la familia
no pudo ofrecer y te diría que la sociedad en su conjunto no ofrece. Se
piensa en términos de inserción social
precaria, esto es: planes de jefas y
jefes de hogar[6],
subsidios, pero está casi fuera del horizonte de lo pensable una verdadera
integración social. Las familias que forman parte de ese conjunto poco pueden
hacer por integrar a sus hijos, más allá de las problemáticas psicopatológicas
en juego.
S. S.:- Me interesa que cuentes o desarrolles el planteo de “fortaleza vacía”
que hacés en el libro.
J.V.:-Hay un ejemplo que es
precioso que lo contaban los colegas de Casa Cuna[7], es de un chiquito
grave, en el comienzo el chiquito dibujaba una especie de espiral, rayaba la hoja medio frenéticamente dejando un centro vacío. Un año después que
ellos trabajan en psicoterapia o en psicoanálisis con este chico y además le
ofrecen un contacto con una perra que tienen allí en Casa Cuna . Al año el pibe hace un dibujo que tiene
exactamente la misma estructura: como un espiral, en el espiral en una especie
de vía láctea de constelación, en los alrededores están: él, una tacita, su
familia, los terapeutas y en el centro de esa especie de galaxia está una
figura regordeta de la perra. Hay muchas formas de entender la gravedad en
cuadros de chicos, uno podría pensar la fortaleza vacía desde otra perspectiva,
pensar que en realidad eso es una cosa compacta de goces que hay que oradar .
De todas maneras a los fines de este ejemplo fue la perra la que de alguna
manera ocupó el centro de esa situación y permitió otras intervenciones. La
perra no sé si había sido la productora de efectos terapéuticos pero sí fue
facilitadora, por eso se llama “terapia facilitada por animales”. Hay una
dimensión diferente de entrada del animal. Considero un Caballo de Troya al
animal con el que podemos entrar de alguna manera, desembarcar e intervenir.
Esa es la metáfora.
S.S.:-Claro, Winnicott plantea lo
importante que son los objetos concretos para los chicos, y en ese sentido el animal sería algo así.
Tal vez un objeto que podría ocupar el lugar del Objeto Transicional, en ese
“entre” que vos planteás. Con los objetos en el consultorio el analista también
desembarca.
J. V.: -Hace muchos años Rodrigué[8] escribió un trabajo
que se llamaba “Interpretación Lúdica” donde contaba que una nena que había
hecho una muñeca, una figura de plastilina y jugaba que era una mamá, agarra un
lápiz y la rompe, la pincha y tiene como cierta sorpresa de ver que fácilmente
la orada. Esa facilidad en relación a oradar el
material, haciendo de mamá, produjo una sorpresa y una dimensión de
pensar qué pasaba con esta figura de mamá, a partir de esa situación de objeto
material.
S. S. :-Hizo falta el objeto
material.
J.V.:-Hizo falta el objeto
material para abrir esa dimensión. Fijate que volvemos a un punto
importantísimo, ese objeto animal tiene el rasgo- en el mejor de los casos - de
la alteridad, de lo que escapa a la
serie. Es de otra serie diferente de lo que sería la mascota. La mascota es el
animal –exagero un poquito- programado, yo tomo el subgrupo de los caniche que
se llaman “Toy”, juguete. El animal no es un juguete. Es una alteridad. No es
algo que el chico puede manipular, a veces lo intenta hasta que el perro lo
muerde o lo araña el gato. Y ahí dice: “Epa”. Entonces ese contacto con ese
objeto “transicional otro” es fuente de enorme riqueza.
S. S. :-Es muy interesante porque
uno podría pensar que esto se puede producir con otro objeto también, pero no
es lo mismo ya que acá la alteridad va a responder.
J.V.:-Sí, el animal responde
pero también propone, con lo cual genera respuestas en el chico. La diferencia
es que el animal no es un complemento si no que suplementa. Aún en el caso de
un animalito que, puesto en función para un ciego, es los ojos del ciego. Pero
además suplementa porque agrega una dimensión nueva per sé. Esa es la
diferencia con las mascotas electrónicas- el clásico tamagochi - que lo que generan es estar
pendientes de las demandas que la tecnología introduce en esta “mascota”. A mí
me parece que es un modo de generar subjetividad que responde a las demandas
tecnológicas. Mientras que el contacto con un animal no tiene que ver con eso
ya que el chico crea, produce algo entre el animal y él, así como lo produce en
un juego en la medida en que el animal forma parte de un juego. Además el
animal no miente, no puede mentir y esto creo que es interesantísimo porque el
animal es de alguna manera de verdad. La posibilidad del contacto con eso que es
de verdad es muy importante.
[1] Semióloga argentina,
recientemente fallecida
[2] “Documento Nacional de Identidad” en la
República Argentina.
[3] “Tener de hijo”:
argentinismo que alude a la imposición de pautas y conductas sobre otra
persona.
[4] Reality show que tuvo gran
éxito en la T.V. Argentina, consistente en filmar las 24 hs. A un grupo de
personas encerradas en una casa, con un ganador final elegido por el público.
[5] “Pibe”: Argentinismo. Se
le dice cariñosamente a los niños.
[6] Planes de apoyo social sostenido
por el Poder Ejecutivo en Argentina.
[7] Hospital de la Ciudad de
Buenos Aires, Argentina, que se dedica a la atención de niños.
[8] Rodrigué, Emilio.
Psicoanalista argentino radicado en Bahía (Brasil).
*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N°64 - www.psychenavegante.net
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