jueves, 8 de noviembre de 2012

A la hora de la siesta


Es éste un caso donde reivindicar el valor de una mirada va más allá de provocar una entrega meramente imaginaria, sino como posibilidad de reflejar una posición subjetiva, donde se ayuda a alguien a reconocerse a sí mismo.
Una de las miradas trata de buscar un reconocimiento pleno de si misma, la otra, que algo pueda empezar a decirse. El registro imaginario no puede -creo- "chuparse" todas las miradas en un mismo estatuto.

M. consulta “por mal de amores” así dice ella. Es casada y tiene 2 hijos, su familia tranquila. Trabaja en una dependencia del estado, todo siempre igual, sin grandes emociones. Pero desde hace tres años todo cambió.
Lo conoció a él, que también es casado y con dos hijas. Su vida se volvió un infierno. Con todo el brillo, el calor y la luz que esto implica. Teniendo en cuenta que ella es practicante de la iglesia llamada popularmente de los “Testigos de Jehová”. A dicha iglesia llega por intermedio de su madre.

“Ya no duermo, estoy pendiente del teléfono. Sufro permanentemente de celos, pienso en ella. Si estará con ella, si harán el amor. Cuando nos vemos sólo peleamos, me pongo muy agresiva”.
Con respecto a su marido, nada. No le interesa, sólo lo desprecia y pelea por que él quiere tener sexo y ella no. Su sexualidad cambió desde que tiene amante. “El” la hizo sentir una mujer. Con su marido nunca sintió algo igual.

Podría conjeturarse que con su marido nunca sintió a una mujer como ahora, su amante le ofrece una. Pero una que no se da cuenta, no dice nada.
Un sueño posterior y su asociación revelará de qué “una” se trata.
Ella, la paciente, aparece impecable, tersa, prolija, su expresión casi no se conmueve. Nada parece conmocionarla.

Hace un tiempo tomó la decisión de separarse. Le dijo a su esposo que ya no lo amaba, habló con sus hijos, con sus padres, con el pastor de la iglesia.
Pero esperó una respuesta de él, un gesto. No sucedió así, no hubo nada nuevo, sólo la frase de siempre: “Dame tiempo, las nenas son chicas”.
Así que decidió volver con su marido para darle celos a él, para hacerlo sufrir y terminar con esa historia.
Hace un tiempo tomó ésta decisión, esperando un gesto, pero nada.
Ahora se debate entre un odio desenfrenado y una gran tristeza.

Soñó, “que lo iba a buscar a la casa, que era la casa de los padres. La atendía el padre. El dormía la siesta. De pronto sale medio dormido de entre el padre y la madre. Ella le pide hablar.”

El sueño, la hace hablar de “La siesta”.
Nunca fue éste cualquier momento para M. Cuando niña su tío materno la llevaba a dormir la siesta y la tocaba. Hacía que ella lo tocara. Recuerda con mucha claridad la sensación de algo húmedo entre sus manos.
Su madre nunca supo interpretar algún gesto que a M. le permitiera hablar.
Ella no se dejó conmover, el goce la paralizó.

Su alergia empezó por allí, las manos se le escaman hasta quebrarse y sangrar.
Entre ella y la otra, la madre. Esa otra donde los gestos no se reflejan.
Pero “El”, salido de entre el padre y la madre, le había ofrecido a esa otra para que ella intente dejarse manosear frente a su mirada tiesa. Frente a un testigo.
Escena dolorosa que sangra por la herida.

Intervención breve: ¿Ella y su mamá no se dan cuenta de nada o se hacen las que no ven para no ser descubiertas mirando?
¿Y usted hasta cuando piensa dejarse manosear para que ella mire?

Y ver reflejada en sus miradas su propia imagen tiesa y fría. Casi muerta casi viva.

Levemente comenzó a llorar, a pestañear, a dejar correr su maquillaje indeleble. Ya no parece una Muñeca de porcelana ahora tomó color de Mujer.
El, su tío, le había dado ese lugar, la había hecho sentir una mujer.
Intervenir en relación a este goce se torna imprescindible.

-¿Usted porqué cree que se queda esperando un gesto para hablar?
-Es que yo lo quería, es más, no puedo sentirle bronca

Otra dimensión comienza a instalarse. Ella, su madre. El, su tío.
Recuperar su color de mujer después de aquella escena mirada-no mirada habla de su goce en carne viva a la hora de la siesta.

*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 14 - www.psychenavegante.net - 

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