jueves, 29 de noviembre de 2012

Lo que los chicos dejan en el analista


¿Cuál es el destino de esas pequeñas cosas que algunos pequeños pacientes dejan en el consultorio?
Diferentes de las que olvidan o regalan, las que dejan... esas que no vuelven a buscar.

Casi sin darme cuenta mi consultorio se fue poblando de sutiles objetos heredados, signo de quién sabe qué cosa tramitada o no, los fui ocultando...sutilmente también. No incluí la posibilidad de tirarlos. Y así casi sin darme cuenta se fueron transformando.
El mono de Bárbara, ese con el que ella dormía se convirtió en Arturo el interlocutor permanente de Gastón que se lo llevó a su casa, le armó un espacio, lo cuidó y así pudo dormir solo, finalmente lo dejó.
Para aquel otro pequeño de siete años no fue sencillo portar la máscara del león, esa que dejó el último verano antes de las vacaciones....y así podría seguir la serie de objetos abandonados y  después retomados en otra trama, bajo otro nombre, y yo allí olvidándome  de que Arturo es un mono y Erick  una voz detrás de la máscara.

Vestiduras de objeto, vestiduras del "a"... pero es más o es menos, es en transferencia, como la varita que sale de la lata y más de uno  pide haga funcionar y no sé, algo pasa, algo se transforma a la cuenta de 1,2, 3 que lo conviertas en pez.

¿Me atrevería a tirar un objeto dejado por un paciente? ¿ y si vuelve a buscarlo?
No porque fuera a devolverlo, pero sería necesario contar la historia de la permanencia y la transformación. La historia del tiempo que llevó construir ese espacio donde ese objeto tomo determinado velo y no otro. De que ahora ya  no es, no es que sea otro, tampoco es el mismo, ha caído. Y en su caída necesaria, dejó un lugar vacante, allí un deseo anidará.

Pienso que tal vez algunos de estos objetos cayeron porque no hubo posibilidades de sostenerlos, otros ya habían dado su valor de uso, seguir con ellos habría sido un exceso, hubiera implicado destruírlos, pero no sólo simbólicamente. Otros porque eran del orden del exceso, no eran juguetes, para quien jugaba eran de verdad.
Tal vez entre la relación de objeto, el uso y el usufructo, haya un  tenue hilo conductor que de acuerdo a su tensión hará caer al objeto desde sus diferentes posiciones, entre le Real, Simbólico e Imaginario en juego.

Claro que guardaré el secreto y nunca le diré a Gastón que  Arturo era de Bárbara....

Dice Winnicott: “en nuestra labor es necesario que nos preocupemos por desarrollar y establecer la aptitud para usar objetos y reconocer la falta de ella”.
También Freud advierte sobre el  reordenamiento libidinal  que se produce allí, en el uso del objeto diría Winnicott, que cumple una de las funciones más importantes de la cultura, la represión de las tendencias pulsionales.
Winnicott diferencia “relación de objeto” de “uso de objeto”, este último  -el uso- da por sentada la relación. En la relación de objeto se trata de un fenómeno subjetivo  -esto a los analistas les encanta, dice él- pero en el uso no hay escapatoria, hay que tener en cuenta la naturaleza del objeto, como una cosa en sí misma. Para usar un objeto es necesario que el sujeto haya desarrollado una capacidad que le permita usarlos, es decir que le permita destruirlos. Y aquí creo que estamos hablando de aquello en relación a la madre Simbólica que dona objetos Reales, que devendrá Real y los objetos Simbólicos. Sólo después de esta articulación los objetos podrán usarse. Entiendo que Winnicott llama a este tiempo ambiente facilitador, ése que permite la construcción del objeto dado como exterior al sujeto, que no lo es al objeto.
Freud, en Más allá del principio del placer, cuando observa el juego de un niño de un año y medio, lo que llamará el juego del  Fort-da, dice: “observé que todo aquello era un juego inventado por el niño y que éste no utilizaba sus juguetes más que para jugar con ellos a estar afuera".
Un fenómeno transicional. Entre la relación y el uso.
Entiendo que es Lacan quien va más allá del uso, diferenciándolo del usufructo: uso interdicto por la ley. El uso sin ley, goce, goce del Otro, espacio sin tiempo, juguetes que no lo son. En el usufructo la ley se manifiesta en la modalidad de uso, significante fálico mediante, que permite el acceso al goce fálico. Donde tal vez el juguete, como vestidura de “a” y el Objeto Transicional de Winnicott podrían ubicarse  entre la presencia-ausencia de la madre, la interdicción del padre y el objeto en causa, el Objeto Transicional, provocando como “a” a la estructura significante.

Si bien Winnicott, habló de ambiente facilitador, allí donde Lacan ubicó la relación de objeto, desde la clínica no puedo leerlos sino de la misma manera,  afectando como "a" la subjetividad del analista que se atreva a darles un lugar...sutilmente.

Recuerdo aquella analista de una tardía adolescente, que creyó que el alfiler que cedió cuando saltó el botón más importante de la minifalda que la joven llevaba, debía ser restituído al santuario. ¿Por qué demandarían semejante ofrenda de parte de ella? Nunca se preguntó por la precariedad con que aquella joven había sujetado sus vestiduras después de la muerte de sus padres. Pero la analista quería el alfiler, no era cuestión de satisfacer la demanda y para colmo, objeto pinchante mediante.

A veces podemos suponer, que los objetos y su materialidad son sólo asunto de la clínica con niños, sin embargo, esa puntuación que hace Winnicott, respecto a "observar la aptitud para usar objetos y reconocer la falta de ella", no es cuestión de edad, sino de posición de goce en relación al objeto.
Reconocer que no sólo el alfiler no volvió al consultorio, tampoco la muchacha, porque se pretendió intervenir sobre el objeto dado sin haberlo construido.

Algunos pacientes y sus objetos construídos en análisis han provocado estas líneas. Sin embargo a la hora de jugar las olvido, no me sirven, sólo después o antes, no sé, operarán desde el saber del inconsciente, transferencia mediante, cuerpo incluído.


*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 35 - www.psychenavegante.net 

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