Tiene 11 años, casi un púber,
pero no, aún no.
La medicación fue aumentada, ya
más no se puede.
Todo fracasó. Los intentos de
involucrar a la madre fueron inútiles. El padre que no asiste ante los llamados
del equipo.
Su producción es abundante, antes
armada y obsesiva, ahora loca, pero abundante.
Loca, antes palabras signos ahora
ruidos-gestos, signos.
Se derrumba se deteriora, el
terapista ocupacional se angustia, la terapeuta juega, intenta. Las opiniones están divididas.
Tiene 11 años es casi un púber,
le salieron “pelitos” dijo la madre contenta.
- Hay que pasarlo a adolescentes, sino quedará afuera del grupo. ¿qué
grupo? Para él no hay grupo, para él no hay otro ni Otro, ni nada.
Solo ha empezado a tomarse de la
mano de la terapeuta , la besa, la chupa, intenta morderla. Ella se retira pero
no del todo. Se deja y no.
-Hay que pasarlo a adolescentes no hay estrategia aquí. Su cuerpo está
cambiando, como va a elaborar ese proceso. ¿qué cuerpo?
Intervengo:
Creo que éste niño está recién al
modo del bebé en la teta chupando y mordiendo mientras alguien soporta
semblantear una madre suficientemente buena, que se retira pero se queda , que
no dice maníacamente “ésta es mi mano , ésta la tuya, a mi no me
muerdas.”
Sin embargo, tiene 11 años, tiene
pelitos, se toca ? -Eso hay que observarlo bien, es muy
importante.
Seguramente algunas cuestiones institucionales abonan el
terreno (en esta institución, un niño lo es, hasta los 11 años, después pasa a
adolescentes - los casos se controlan en forma grupal, con la dificultades
transferenciales que esto puede
entrañar.).
También la angustia que genera
enfrentarse a un caso, donde el límite con lo imposible nos confronta con
nuestro propio límite.
Desde allí es que se intenta
traducir signos, en lugar de leer
significantes (o notar su ausencia).
“11 años, pelitos ” se instala como signo de algo que es eso y ninguna otra cosa. El ser, eso
que no hay, paradójicamente otorga consistencia.
En ese intervalo entre la
angustia, el ser y la institución es que la terapeuta preocupada pregunta
directamente, me pregunta : Hay que
derivarlo? , vos que pensás?. ( Mi disertación sobre Winnicott....y más,
parecen no haber sido suficientes.)
Qué momento!!
Momento donde la posición ética
se tensa al máximo. Podía eludir la
respuesta elegantemente, era una salida,
o tomar la cuestión como lucha interna del equipo y correrme; era otra. Pero
decidí no tener pelitos, en la lengua, no es cuestión de seguir haciendo signo.
Así que sencillamente aporté: Si tuviera la dirección del caso no lo
“pasaría”, que tenga 11 años y pelitos no alcanza. Se está tal vez armando un
espacio potencial donde el juego pueda aparecer, ya que con su terapeuta en el bar, después de chuparla, mientras toma una coca dice:
“Estoy tomando la teta”. (recuerdo que precipita en la terapeuta a partir de la
primera intervención)
¿ Por qué si recién ahora de alguien se está tomando, habría que sacarlo?
cambiarlo? Pasarlo? teniendo en cuenta que la colega que soporta la “transferencia” está intentando fuertemente
seguir intentando.
...murmuran por ahí que el deseo
es mas fuerte. Por ahora éste niño
seguirá tomado de su analista, que encontró “valor” significante a su trabajo a partir de la circulación discursiva de esa reunión, valor para no soltarlo. Ya que
no se trataba aquí de soltarlo para que no lo partan al medio, salomónicamente.
Todo lo contrario caería en las fauces del dragón que las instituciones
alimentan. Eso sí, no caería solo...
*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 27 - www.psychenavegante.net
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