jueves, 29 de noviembre de 2012

El dragón-ser o el deseo del analista


Tiene 11 años, casi un púber, pero no, aún no.
La medicación fue aumentada, ya más no se puede.
Todo fracasó. Los intentos de involucrar a la madre fueron inútiles. El padre que no asiste ante los llamados del equipo.
Su producción es abundante, antes armada y obsesiva, ahora loca, pero abundante.
Loca, antes palabras signos ahora ruidos-gestos, signos.
Se derrumba se deteriora, el terapista ocupacional se angustia, la terapeuta juega,  intenta. Las opiniones están divididas.
Tiene 11 años es casi un púber, le salieron “pelitos” dijo la madre contenta.

- Hay que pasarlo a adolescentes, sino quedará afuera del grupo. ¿qué grupo? Para él no hay grupo, para él no hay otro ni Otro, ni nada.
Solo ha empezado a tomarse de la mano de la terapeuta , la besa, la chupa, intenta morderla. Ella se retira pero no del todo. Se deja y no.

-Hay que pasarlo a adolescentes no hay estrategia aquí. Su cuerpo está cambiando, como va a elaborar ese proceso. ¿qué cuerpo?

Intervengo:
Creo que éste niño está recién al modo del bebé en la teta chupando y mordiendo mientras alguien soporta semblantear una madre suficientemente buena, que se retira pero se queda , que no dice maníacamente  “ésta es mi mano , ésta la tuya, a mi no me muerdas.”
Sin embargo, tiene 11 años, tiene pelitos, se toca ? -Eso hay que observarlo bien, es muy importante.

Seguramente  algunas cuestiones institucionales abonan el terreno (en esta institución, un niño lo es, hasta los 11 años, después pasa a adolescentes - los casos se controlan en forma grupal, con la dificultades transferenciales  que esto puede entrañar.).
También la angustia que genera enfrentarse a un caso, donde el límite con lo imposible nos confronta con nuestro propio límite.
Desde allí es que se intenta traducir signos, en lugar de leer  significantes (o notar su ausencia).  “11 años, pelitos ” se instala como signo de algo que es eso y ninguna otra cosa. El ser, eso que no hay, paradójicamente otorga consistencia.

En ese intervalo entre la angustia, el ser y la institución es que la terapeuta preocupada pregunta directamente, me pregunta : Hay que derivarlo? , vos que pensás?. ( Mi disertación sobre Winnicott....y más, parecen no haber sido suficientes.)
Qué momento!!
Momento donde la posición ética se tensa al máximo. Podía  eludir la respuesta  elegantemente, era una salida, o tomar la cuestión como lucha interna del equipo y correrme; era otra. Pero decidí no tener pelitos, en la lengua, no es cuestión de seguir haciendo signo.
Así que sencillamente aporté: Si tuviera la dirección del caso no lo “pasaría”, que tenga 11 años y pelitos no alcanza. Se está tal vez armando un espacio potencial donde el juego pueda aparecer, ya que  con su terapeuta en el bar, después  de chuparla, mientras toma una coca dice: “Estoy tomando la teta”. (recuerdo que precipita en la terapeuta a partir de la primera intervención)
¿ Por qué si recién ahora de  alguien se está tomando, habría que sacarlo? cambiarlo? Pasarlo? teniendo en cuenta que la colega que soporta la  “transferencia” está intentando fuertemente seguir intentando.

...murmuran  por ahí que el deseo es mas fuerte. Por ahora éste niño  seguirá tomado de su analista, que encontró “valor” significante a su trabajo  a partir de la circulación discursiva de  esa reunión, valor para no soltarlo. Ya que no se trataba aquí de soltarlo para que no lo partan al medio, salomónicamente. Todo lo contrario caería en las fauces del dragón que las instituciones alimentan. Eso sí, no caería solo...


*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 27 - www.psychenavegante.net 

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