jueves, 29 de noviembre de 2012

Cuando es febril la mirada


“Todo principiante en psicoanálisis teme principalmente las dificultades que han de suscitarle la interpretación de las ocurrencias del paciente y la reproducción de lo reprimido. Pero no tarda en comprobar que tales dificultades significan muy poco en comparación de las que surgen luego en el manejo de la transferencia"
Sigmund Freud

Nos enseñó el maestro que el uso del diván mejora las condiciones de posibilidad para que un análisis avance, aunque no sea excluyente. Una vez surgidos los significantes esperados, sin burocratismos ni imposiciones, acostado es mejor. Lacan trabajó largamente sobre las cuestiones de la visión y la mirada, sus diferencias, el punto subjetivo, la anamorfosis y su opuesto, la homogeneización que la imagen ofrece.

Teniendo en cuenta el saber referencial, todo estaba listo; tiempo prudencial de entrevistas, varios significantes que operaron, buen nivel de asociaciones. Sin embargo, la analista, no lo invitaba a pasar al diván. Tenía algunas dudas. Él, ya no la miraba a los ojos, pero no era porque pudiera desprenderse de la mirada, parecía todo lo contrario, algo lo avergonzaba.
Un buen día llegó acalorado, apurado, miró el diván, se tiró y dijo:
- Así estoy más cómodo
La analista duda, no interviene.
Al cabo de unas sesiones él dijo estar muy bien, tanto que pensaba dejar el tratamiento que había sido muy efectivo - afectivo
- Desde que vengo acá, desde que nos vemos, estoy muy bien, la otra dice que estoy muy complicado, (en relación a su mujer) pero...

-¿Desde que nos vemos? Nos vemos quienes?
-¿La otra? Y la una quién es?

Ahora se entiende a qué se refería cuando se abalanzó en el diván y dijo:
- Así estoy más cómodo.
Esta vez pudo hablar de lo que en su enunciado aparecía velado.
Pudo hablar de la otra, esa que lo ratonea y sin la cual no puede con su mujer. Esa que puede ser una u otra, no importa, pero es necesaria para mantener su potencia. Así fue que mientras murió de amor por ella, la esposa, y no la engañaba ni en pensamientos su deseo sexual se vio amenazado por frases del orden: “seguro que ahora no puedo”, frase seguida de fuertes crisis de angustia que lo llevaron a la consulta. Crisis de las cuales no podía decir demasiado.

La intervención en transferencia por la vía de la pregunta permitió trabajar la resistencia que se había instalado de la mano de la transferencia amorosa, esa que pone al analista en un borde peligroso donde no puede quedarse ni correrse; sino hacer apariencia allí y poner a trabajar los significantes que se anudaban en el enunciado.
Es éste el punto donde la resistencia del paciente por la vía del amor se vuelve resistencia en el analista y del analista, suponiendo que aquel pasaje al diván había sido alentador y de buenos indicios, sin embargo fue todo lo contrario, casi el punto de éxito de la neurosis.


*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 24 - www.psychenavegante.net 

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