“Todo principiante en psicoanálisis teme principalmente
las dificultades que han de suscitarle la interpretación de las ocurrencias del
paciente y la reproducción de lo reprimido. Pero no tarda en comprobar que
tales dificultades significan muy poco en comparación de las que surgen luego
en el manejo de la transferencia"
Sigmund Freud
Nos enseñó el maestro que el uso
del diván mejora las condiciones de posibilidad para que un análisis avance,
aunque no sea excluyente. Una vez surgidos los significantes esperados, sin
burocratismos ni imposiciones, acostado es mejor. Lacan trabajó largamente
sobre las cuestiones de la visión y la mirada, sus diferencias, el punto
subjetivo, la anamorfosis y su opuesto, la homogeneización que la imagen ofrece.
Teniendo en cuenta el saber
referencial, todo estaba listo; tiempo prudencial de entrevistas, varios
significantes que operaron, buen nivel de asociaciones. Sin embargo, la
analista, no lo invitaba a pasar al diván. Tenía algunas dudas. Él, ya no la miraba
a los ojos, pero no era porque pudiera desprenderse de la mirada, parecía todo
lo contrario, algo lo avergonzaba.
Un buen día llegó acalorado,
apurado, miró el diván, se tiró y dijo:
- Así estoy más cómodo
La analista duda, no interviene.
Al cabo de unas sesiones él dijo
estar muy bien, tanto que pensaba dejar el tratamiento que había sido muy
efectivo - afectivo
- Desde que vengo acá, desde
que nos vemos, estoy muy bien, la otra dice que estoy muy
complicado, (en relación a su mujer) pero...
-¿Desde que nos vemos? Nos vemos
quienes?
-¿La otra? Y la una quién es?
Ahora se entiende a qué se
refería cuando se abalanzó en el diván y dijo:
- Así estoy más cómodo.
Esta vez pudo hablar de lo que en
su enunciado aparecía velado.
Pudo hablar de la otra, esa que
lo ratonea y sin la cual no puede con su mujer. Esa que puede ser una u otra,
no importa, pero es necesaria para mantener su potencia. Así fue que mientras
murió de amor por ella, la esposa, y no la engañaba ni en pensamientos su deseo
sexual se vio amenazado por frases del orden: “seguro que ahora no puedo”,
frase seguida de fuertes crisis de angustia que lo llevaron a la consulta.
Crisis de las cuales no podía decir demasiado.
La intervención en transferencia
por la vía de la pregunta permitió trabajar la resistencia que se había
instalado de la mano de la transferencia amorosa, esa que pone al analista en
un borde peligroso donde no puede quedarse ni correrse; sino hacer apariencia
allí y poner a trabajar los significantes que se anudaban en el enunciado.
Es éste el punto donde la
resistencia del paciente por la vía del amor se vuelve resistencia en el
analista y del analista, suponiendo que aquel pasaje al diván había sido
alentador y de buenos indicios, sin embargo fue todo lo contrario, casi el
punto de éxito de la neurosis.
*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 24 - www.psychenavegante.net
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