- No entiende que no lo quiero, insiste en hacer el amor
(...) Me saqué la ropa y me acosté; a él pareció darle igual, hizo lo
que tenía ganas y listo, no lo soporto mas (...) Al otro día hablamos, le
dije que no lo quiero, no siento lo mismo que él, se fue a la casa del hermano
que está vacía; no volvía, empecé a asustarme y lo fui a buscar. Su auto estaba
en la puerta pero no abría. (...) Decidí volver a casa, seguro lo hace
para asustarme... pero ¿y si le pasó algo?.
- Si intentó matarse ¿a eso te referís?
- Sí.
- Entonces parece no importarte que se mate, tal vez es
tu deseo.
- Es horrible, pero a veces pienso que sería lo mejor
para mí frente a los chicos, les diría papá se murió y listo, ya está. No
tendría que decir nos separamos, se fue...
- No tendrías que decir-decirte que le pediste que se
vaya, que no lo amabas hacía ya mucho tiempo, que tenés un amante hace muchos
años y que a veces deseás que ellos también se mueran-.
Sus tres hijos varones sufrieron varios accidentes graves
en los últimos años que implicaron operaciones serias y secuelas. "...Pero
si yo estaba ahí mirando, ¿como pudo pasar?”
Se tornaba imprescindible interpretar el deseo de muerte
en relación a sus hijos por la vía del odio que abrió el padre, para justamente
preservar a estos niños. La interpretación abrió camino al deseo y
sacó al acting como modo de tramitar el odio.
Su psoriasis tuvo una remisión importante.
* Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 10 - www.psychenavegante.net
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