jueves, 29 de noviembre de 2012

Camorra


Buscando por Internet material en relación a la ética en general, tropiezo con el significante Camorra. Me llamó la atención y abrí.
Camorra: “primera organización mafiosa urbana de Italia”. Arbitrariedad del significante, pensé. Buscando ética encontré mafia. No es contradictorio, tiene su lógica. Ya que la mafia tiene su ética regida por determinada acción moral: “favor con favor se paga”.
Me encuentro allí con la idea de que casi todas las organizaciones sociales tienen en su seno, no en su estatuto, dicho funcionamiento, en ese sentido mafioso.
Haceme el favor... frase enigmática ya que el “haceme” está en posición reflexiva sobre el Yo que agencia la demanda, pero es otro quien tiene que hacer-le.
Goce pulsional que instala la política del favor.
Favor con favor se paga, si no se paga se debe y se instala allí la política de la deuda, se paga entonces con el cuerpo, con el síntoma, en fin, con el propio deseo.
Es en la política gubernamental o partidaria donde esto se despliega más claramente, pero la política no es una disciplina limitada a las casas de gobierno y sus adyacencias. La política está presente en todo tipo de instituciones, también las psicoanalíticas, porqué serían éstas una excepción.

¿Sería la política del favor de la misma estofa que el “ama a tu prójimo como a ti mismo”?, pidiendo el favor que luego se retribuirá. O cediendo a concederlo, para después cobrarlo? Acción moral que soporta un juicio.
Tal vez el del saber popular: “hecha la ley hecha la trampa”. Con esta creencia convive el sujeto en las instituciones. Así elige y es responsable de su elección. Con esta creencia a cuestas y costas.

Siguiendo la creencia respecto de la trampa que la ley entraña (creencia sostenida en hábitos y costumbres que parecieran confirmarla) es que un caballero que consultaba a través de su obra social, cuando se termina la cobertura insiste en que él tiene amigos en la auditoría que le seguirían autorizando las órdenes. Ante la negativa de la analista se enfurece, decide irse, luego se calma y escucha la propuesta. Le parece mucho, un poco menos si. Finalmente acuerdan honorarios y frecuencia de acuerdo a la nueva modalidad de pago. Antes de irse dice: “Igual le dejo la orden, para qué la quiero, aproveche”. “Gracias, no gusto” dice la analista con cierto humor para no volver a tensar agresivamente la escena. El paciente sonríe, guarda la orden y agrega casi a modo de susurro “qué bien, me gusta”.

Del relato podría inferirse que el paciente propone desde su neurosis, invitando a la transgresión pero también desde un accionar generalizado y aceptable dentro de la convivencia social y en ese sentido no tendría demasiada gravedad a la luz de otras transgresiones. La analista responde e interviene desde la ética del psicoanálisis que parece estar regida por otra legalidad donde se ponen en juego las consecuencias de la relación del hombre con su deseo. La que se sanciona siempre después.
Confirmando aquí que el neurótico puede invitar a la transgresión, pero se alivia cuando se le limita su acceso.

Claro, siempre y cuando dicho analista lleve a cabo un análisis personal o lo haya atravesado y un análisis de control y conviva en la vida de alguna institución, o con otros colegas que lo escuchen y que dicha institución tenga un estatuto de acuerdo y acorde a la ética del psicoanálisis. Sino será sancionado por la ley social, digo sancionado no en el sentido punitorio del término, sino en el de sanción, marca. Esto en el mejor de los casos quedando sino a expensas de nuestros buenos hábitos y costumbres.
Ley social aquella que sanciona siempre antes
Entiendo aquí que la frase de Lacan: “ un analista no se autoriza mas que de si mismo” hace referencia a ese antes. Antes no se puede decir que otro sea analista a menos que “se lo ame como a si mismo” y ahí entramos en la política del favor, de la transgresión y de la deuda.
Autorizame que te autorizo.

Gracias, no gusto. Prefiero buscar camorra, vaya a saber lo que encuentre.
Prefiero escribir estas las líneas con la ilusión de aportar algo al debate en el que sé, se encuentran una gran parte de los analistas en relación a su autorización, la de otros y al ejercicio de su práctica y su anudamiento con la cultura.
Teniendo la sensación que de que en estos comienzos de fin de milenio la ética está devaluada y la transgresión registra paridad dólar, lo cual sabemos en carne propia, produce desocupación.


*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 19 - www.psychenavegante.net -

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