Buscando por Internet material en
relación a la ética en general, tropiezo con el significante Camorra. Me llamó
la atención y abrí.
Camorra: “primera organización mafiosa urbana de Italia”. Arbitrariedad
del significante, pensé. Buscando ética encontré mafia. No es contradictorio,
tiene su lógica. Ya que la mafia tiene su ética regida por determinada acción
moral: “favor con favor se paga”.
Me encuentro allí con la idea de
que casi todas las organizaciones sociales tienen en su seno, no en su
estatuto, dicho funcionamiento, en ese sentido mafioso.
Haceme el favor... frase
enigmática ya que el “haceme” está en posición reflexiva sobre el Yo que
agencia la demanda, pero es otro quien tiene que hacer-le.
Goce pulsional que instala la
política del favor.
Favor con favor se paga, si no se
paga se debe y se instala allí la política de la deuda, se paga entonces con el
cuerpo, con el síntoma, en fin, con el propio deseo.
Es en la política gubernamental o
partidaria donde esto se despliega más claramente, pero la política no es una
disciplina limitada a las casas de gobierno y sus adyacencias. La política está
presente en todo tipo de instituciones, también las psicoanalíticas, porqué
serían éstas una excepción.
¿Sería la política del favor de
la misma estofa que el “ama a tu prójimo como a ti mismo”?, pidiendo el favor
que luego se retribuirá. O cediendo a concederlo, para después cobrarlo? Acción
moral que soporta un juicio.
Tal vez el del saber popular: “hecha
la ley hecha la trampa”. Con esta creencia convive el sujeto en las
instituciones. Así elige y es responsable de su elección. Con esta creencia a
cuestas y costas.
Siguiendo la creencia respecto de
la trampa que la ley entraña (creencia sostenida en hábitos y costumbres que
parecieran confirmarla) es que un caballero que consultaba a través de su obra
social, cuando se termina la cobertura insiste en que él tiene amigos en la
auditoría que le seguirían autorizando las órdenes. Ante la negativa de la analista
se enfurece, decide irse, luego se calma y escucha la propuesta. Le parece
mucho, un poco menos si. Finalmente acuerdan honorarios y frecuencia de acuerdo
a la nueva modalidad de pago. Antes de irse dice: “Igual le dejo la orden, para
qué la quiero, aproveche”. “Gracias, no gusto” dice la analista con cierto
humor para no volver a tensar agresivamente la escena. El paciente sonríe,
guarda la orden y agrega casi a modo de susurro “qué bien, me gusta”.
Del relato podría inferirse que
el paciente propone desde su neurosis, invitando a la transgresión pero también
desde un accionar generalizado y aceptable dentro de la convivencia social y en
ese sentido no tendría demasiada gravedad a la luz de otras transgresiones. La
analista responde e interviene desde la ética del psicoanálisis que parece
estar regida por otra legalidad donde se ponen en juego las consecuencias de la
relación del hombre con su deseo. La que se sanciona siempre después.
Confirmando aquí que el neurótico
puede invitar a la transgresión, pero se alivia cuando se le limita su acceso.
Claro, siempre y cuando dicho
analista lleve a cabo un análisis personal o lo haya atravesado y un análisis
de control y conviva en la vida de alguna institución, o con otros colegas que
lo escuchen y que dicha institución tenga un estatuto de acuerdo y acorde a la
ética del psicoanálisis. Sino será sancionado por la ley social, digo
sancionado no en el sentido punitorio del término, sino en el de sanción,
marca. Esto en el mejor de los casos quedando sino a expensas de nuestros
buenos hábitos y costumbres.
Ley social aquella que sanciona
siempre antes
Entiendo aquí que la frase de
Lacan: “ un analista no se autoriza mas que de si mismo” hace referencia a ese
antes. Antes no se puede decir que otro sea analista a menos que “se lo ame
como a si mismo” y ahí entramos en la política del favor, de la transgresión y
de la deuda.
Autorizame que te autorizo.
Gracias, no gusto. Prefiero
buscar camorra, vaya a saber lo que encuentre.
Prefiero escribir estas las líneas
con la ilusión de aportar algo al debate en el que sé, se encuentran una gran
parte de los analistas en relación a su autorización, la de otros y al
ejercicio de su práctica y su anudamiento con la cultura.
Teniendo la sensación que de que
en estos comienzos de fin de milenio la ética está devaluada y la transgresión
registra paridad dólar, lo cual sabemos en carne propia, produce desocupación.
*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 19 - www.psychenavegante.net -
No hay comentarios:
Publicar un comentario