jueves, 8 de noviembre de 2012

“Hacer un lugar a lo extraño”


El analista frente a los casos graves, al diagnóstico y al hacer como extraña artesanía, hace lugar a lo extraño.
Extrañeza frente a un trabajo poco convencional.
¿Cuándo se negocian los fundamentos básicos del psicoanálisis? ¿O es en nombre de ellos que justamente se los olvida?

El analista frente a los casos graves. ¿Los casos graves invalidan el lugar de analista?
Que alguien haya nacido con síndrome de down o sufra de alguna lesión cerebral producto a veces de maniobras en el parto o cargue con el diagnóstico otorgado en algún servicio de salud mental, a saber: psicótico, autista, o... no es razón suficiente , si es que hay alguna, para cosificarlos y excluirlos del lugar de sujeto. Dando por supuesto entonces que no hay análisis posible. Y que un “ser” absoluto los posee. Habilitando esto a la ciencia y a sus científicos a tratar de curar a ese ser, del ser que ellos mismos le otorgan.
Inquietante paradoja sobre la cual se desliza una gran parte de la población psi y sus aleatorias.
En un extremo de la paradoja, en el caso de que los tuviera, se encuentra el exceso en trabajar con el ser para que sea de todos, el mejor:
Sebastián tiene 12 años, cuadripléjico, lesión cerebral grave que afectó el habla, la motricidad gruesa, la fina, también la comprensión y el nivel de pensamiento, así garantizaban las pruebas psicométricas. Por lo tanto, su escolaridad transcurriría en una escuela para “severos”. Su tratamiento “integral” en un centro de estimulación.
Un total de casi diez horas diarias, casi absolutamente infructuosas. Salvo por el hecho de que el niño se “hacía pis” sólo en la escuela. La señorita no lo soportaba más.
Sin embargo, cuando su mamá pudo decir, llorar y gritar aquello que el día del parto fue ahogo, comenzó la verdadera re–habilitación.
Este niño fue habilitado así, para desear en la medida que la demanda de su madre se dirigió a él, demandándolo como sujeto ya no como PC (forma que en la jerga médico- asistencial se llama a los paralíticos cerebrales).
Lugar habilitado donde el grito se vuelve llamado, lugar de lo extraño...
Llamado a ser descifrado, cifra que empieza a nombrar, caen los electros y las pruebas neurológicas empieza a ponerse a prueba la posibilidad de significar trazos bruscos, áridos, secos, mojados. “Hacerse pis” obligó a la madre a pedir, “no te hagas”.
Hacerse y no hacerse sustituyeron al ser. Lugar extraño para este niño, también para la analista. No era como siempre, ni palabras, ni juego ni diván. Sólo aparatos, papagayos, sondas, férulas, baba. Pero sí destellaban sonidos y miradas, ese niño miraba con ternura, gritaba con dolor, con furia. Atrapado tal vez, en un cuerpo hiperestimulado.
“Desde los tres meses” decía la mamá, lo atiende la kinesióloga y demás especialistas que se fueron sumando con el correr de los años.

Escuchar e esta mujer no fue tarea sencilla, hacer semblant con ella fue poco convencional. Preguntó si la analista era mamá, y un “sí” profundo precipitó.
No fue para alivio de nadie, todo lo contrario, de allí en más hubo ciento de preguntas y fantasías que permitieron trabajar su propia maternidad, ahora sí desde la abstención.

Lugar de extrañeza frente a ese “sí” que primero preocupó. Pero por respeto al inconsciente, fue escuchado. Para esta mujer era necesario tener la certeza de la maternidad de “ella” para desde allí poder partir-parir.

En el otro extremo de la paradoja, por defecto de estructuras asistenciales y amparados en ella, supuestos analistas dan por supuestos ciertos criterios y se diagnostica y medica, total, tiene un retraso madurativo.

Así, cuando Brian irritó a su madre en la sala de espera de la institución y su madre que de bebé lo golpeaba respondió con un cachetazo que sangró su nariz, fue medicado.
Señalan en el servicio que fue una decisión avalada por “todos”, lo que parece ser un alivio, para “algunos”.
Después de esta escena el niño entró en un período de hiperactividad y era “incontrolable”.
Con la medicación está mejor, ya no hace lío, permanece en los talleres mientras su mamá flirtea con pacientes adolescentes que transitan por el lugar. Además de haber sido derivada a Violencia familiar ¿?.

Parece que el ruido del cachetazo no fue escuchado, no fue cifrado y esta joven madre y su hijo son derivados a su correspondiente ser, y a otra cosa que la ciencia avanza y estamos apurados.
Entre un extremo y el otro muchos Sebastián y Brian no piden nada, sin embargo todos insisten en darles. Además ellos no podrían decir no.
En ambos casos insisten los significantes: intensivo, generalizado, total, mucho para que rinda más y rápido.
Nuestra sociedad globalizada, eficientista y apurada está metiendo la cola en nuestros consultorios y en nuestra práctica, porqué no?.
Hace a nuestra ética intervenir. Por eso en este espacio de viñetas clínicas decidí introducir un tema como caso: La práctica de los analistas en los casos donde la gravedad bordea y avala la distorsión de nuestro saber hacer, cristalizándonos en un “ser” analistas absolutamente vacío.

Antes bien no ser.

Esta es la preferencia con la que debe terminar una existencia humana, la de Edipo, tan perfectamente lograda que no muere de la muerte accidental, sino de la verdadera muerte, en la que él mismo tacha su ser.”*

¿Estaremos los analistas dispuestos a dar este paso, que entiendo es el camino para soportar nuestra extraña artesanía?

* La Etica del psicoanálisis- J. Lacan


*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 12 - www.psychenavegante.net -

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