El analista frente a los
casos graves, al diagnóstico y al hacer como extraña artesanía, hace lugar a lo
extraño.
Extrañeza frente a un
trabajo poco convencional.
¿Cuándo se negocian los
fundamentos básicos del psicoanálisis? ¿O es en nombre de ellos que justamente
se los olvida?
El analista frente a los casos
graves. ¿Los casos graves invalidan el lugar de analista?
Que alguien haya nacido con
síndrome de down o sufra de alguna lesión cerebral producto a veces de
maniobras en el parto o cargue con el diagnóstico otorgado en algún servicio de
salud mental, a saber: psicótico, autista, o... no es razón suficiente , si es
que hay alguna, para cosificarlos y excluirlos del lugar de sujeto. Dando por
supuesto entonces que no hay análisis posible. Y que un “ser” absoluto los
posee. Habilitando esto a la ciencia y a sus científicos a tratar de curar a ese
ser, del ser que ellos mismos le otorgan.
Inquietante paradoja sobre la
cual se desliza una gran parte de la población psi y sus aleatorias.
En un extremo de la paradoja, en
el caso de que los tuviera, se encuentra el exceso en trabajar con el ser para
que sea de todos, el mejor:
Sebastián tiene 12 años, cuadripléjico, lesión cerebral
grave que afectó el habla, la motricidad gruesa, la fina, también la
comprensión y el nivel de pensamiento, así garantizaban las pruebas
psicométricas. Por lo tanto, su escolaridad transcurriría en una escuela para
“severos”. Su tratamiento “integral” en un centro de estimulación.
Un total de casi diez horas
diarias, casi absolutamente infructuosas. Salvo por el hecho de que el niño se
“hacía pis” sólo en la escuela. La señorita no lo soportaba más.
Sin embargo, cuando su mamá pudo
decir, llorar y gritar aquello que el día del parto fue ahogo, comenzó la
verdadera re–habilitación.
Este niño fue habilitado así,
para desear en la medida que la demanda de su madre se dirigió a él,
demandándolo como sujeto ya no como PC (forma que en la jerga médico-
asistencial se llama a los paralíticos cerebrales).
Lugar habilitado donde el grito
se vuelve llamado, lugar de lo extraño...
Llamado a ser descifrado, cifra
que empieza a nombrar, caen los electros y las pruebas neurológicas empieza a
ponerse a prueba la posibilidad de significar trazos bruscos, áridos, secos,
mojados. “Hacerse pis” obligó a la madre a pedir, “no te hagas”.
Hacerse y no hacerse sustituyeron
al ser. Lugar extraño para este niño, también para la analista. No era como
siempre, ni palabras, ni juego ni diván. Sólo aparatos, papagayos, sondas,
férulas, baba. Pero sí destellaban sonidos y miradas, ese niño miraba con
ternura, gritaba con dolor, con furia. Atrapado tal vez, en un cuerpo
hiperestimulado.
“Desde los tres meses” decía la
mamá, lo atiende la kinesióloga y demás especialistas que se fueron sumando con
el correr de los años.
Escuchar e esta mujer no fue
tarea sencilla, hacer semblant con
ella fue poco convencional. Preguntó si la analista era mamá, y un “sí”
profundo precipitó.
No fue para alivio de nadie, todo lo contrario, de allí en
más hubo ciento de preguntas y fantasías que permitieron trabajar su propia
maternidad, ahora sí desde la abstención.
Lugar de extrañeza frente a ese
“sí” que primero preocupó. Pero por respeto al inconsciente, fue escuchado.
Para esta mujer era necesario tener la certeza de la maternidad de “ella” para
desde allí poder partir-parir.
En el otro extremo de la
paradoja, por defecto de estructuras asistenciales y amparados en ella,
supuestos analistas dan por supuestos ciertos criterios y se diagnostica y
medica, total, tiene un retraso madurativo.
Así, cuando Brian irritó a su
madre en la sala de espera de la institución y su madre que de bebé lo golpeaba
respondió con un cachetazo que sangró su nariz, fue medicado.
Señalan en el servicio que fue
una decisión avalada por “todos”, lo que parece ser un alivio, para “algunos”.
Después de esta escena el niño
entró en un período de hiperactividad y era “incontrolable”.
Con la medicación está mejor, ya
no hace lío, permanece en los talleres mientras su mamá flirtea con pacientes
adolescentes que transitan por el lugar. Además de haber sido derivada a
Violencia familiar ¿?.
Parece que el ruido del cachetazo
no fue escuchado, no fue cifrado y esta joven madre y su hijo son derivados a
su correspondiente ser, y a otra cosa que la ciencia avanza y estamos apurados.
Entre un extremo y el otro muchos
Sebastián y Brian no piden nada, sin embargo todos insisten en darles. Además
ellos no podrían decir no.
En ambos casos insisten los
significantes: intensivo, generalizado, total, mucho para que rinda más y
rápido.
Nuestra sociedad globalizada,
eficientista y apurada está metiendo la cola en nuestros consultorios y en
nuestra práctica, porqué no?.
Hace a nuestra ética intervenir.
Por eso en este espacio de viñetas clínicas decidí introducir un tema como
caso: La práctica de los analistas en
los casos donde la gravedad bordea y avala la distorsión de nuestro saber
hacer, cristalizándonos en un “ser” analistas absolutamente vacío.
Antes bien no
ser.
Esta es la
preferencia con la que debe terminar
una existencia humana, la de Edipo, tan perfectamente lograda que no muere de
la muerte accidental, sino de la verdadera muerte, en la que él mismo tacha su
ser.”*
¿Estaremos los analistas
dispuestos a dar este paso, que entiendo es el camino para soportar nuestra
extraña artesanía?
* La Etica del psicoanálisis- J.
Lacan
*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 12 - www.psychenavegante.net -
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