Por la mañana vinieron
sus padres, sin pedir turno, simplemente tocaron timbre.
La joven no sale de la
habitación hace días, no come, no se levanta, nunca pasó algo igual. Cursa su
tercer año del secundario, una chica normal.
En la iglesia donde
concurren les aconsejaron consultar. Al hospital no fueron porque no saben como
hacer, hay tanta gente que va y viene. Además en Paraguay ésto no hubiera
ocurrido, pero la pobreza los hizo migrar. Son el matrimonio y 5 hijos, Úrsula
es la mayor.
La traen por la tarde.
No mira, no habla, se sienta de costado. Está rígida, casi en pánico. Le
ofrezco hojas para dibujar y copia lo que tiene enfrente exactamente, con todos
los detalles.
Comienzo a visitarla en
su casa. Está en la cama y salen lágrimas a borbotones de sus ojos, pero no es
llanto, es eso, salen lágrimas de sus ojos. La habitación es un caos, la casa
es un caos. El olor, insoportable. Sin embargo nadie parece preocuparse. Todo
se mueve a mi alrededor y alrededor de ella. Decidí quedarme quieta, cerca y
hablando suavemente. Primero mi nombre,
por qué estoy allí, quién me invitó y de ella después, lo que sus papás me
contaron. Con el correr de las visitas comenzó a mirarme, me esperó sentada,
luego en el patio. Mirábamos televisión, revistas, comenzamos a hablar de la
trama de una novela. Que no era cualquiera, se trataba de “la Némesis”, una
joven paraguaya. Comenzó así a recordar situaciones domésticas en su pueblo.
Sus hermanas y su mamá hacían comentarios mientras iban y venían.
Luego se trató de
ordenar su material de estudio, sus dibujos y carpetas. Allí me encuentro con
notas escritas por los profesores que decían: “no se entiende", “es
incoherente”, “no tiene lógica", “¿dónde sigue la frase?”
El tratamiento y la
recuperación siguieron hasta su regreso a Paraguay unos meses después.
Úrsula recuperó cierta movilidad, hacía
algunas compras, ordenaba la casa y tenía una amiga con quien salía a caminar.
La familia agradecida. La iglesia pagó sin complicaciones, eso había convenido
con la familia. Al psiquiatra nunca fueron, eran muy reacios a la medicina y los medicamentos. Se curaban con yuyos y
pases mágicos. En ese sentido creo que creyeron que yo era una especie de bruja
de ciudad.
Una bruja que se quedaba
quieta, que hablaba suave. Casi me había convertido en un mueble de esa casa,
claro que un mueble con cierta permanencia. Cuidé mi forma de vestir y el lugar
donde me ubicaba. Creo que mi presencia permitió un ordenamiento imaginario, no
solo para la joven, también para su familia. Que con el tiempo empezó a ordenar
la casa para cuando yo llegara, a poner la novela , luego a preparar mate.
Finalmente un como sí de escena familiar
se había armado con risas, charlas y comentarios. Se ordenó la realidad, por la
vía de las relaciones “yo a yo”, de cierta rutina. El significante por la vía
de mi presencia-ausencia en el sentido concreto permitió cierta reorganización
imaginaria de esta joven. No fue de cualquier manera, es la iglesia - otro con mayúsculas para ésta familia -
quien sostiene económicamente el tratamiento y quien insta a la familia a
consultar.
Nunca intenté correrme
de ese lugar ni desligarme de este Otro, ya que creo daba cierto marco para que
se establecieran las relaciones yo-otro.
Tampoco presioné mas de
lo necesario para la consulta psiquiátrica , era sacarlos de su imaginario
animista y supersticioso. Seguramente fue riesgoso pero tenía la certeza que meterme por esa
zona - la que podía dejar en confrontación al yo con el ideal - era
definitivamente lo peor. Este desprendimiento podría arrastrar la posibilidad
de ser aceptada para intervenir en la historia.
Y ahora viene lo
interesante: en una charla familiar pregunto cómo eligieron el nombre de
Úrsula, es fuerte, un tanto extraño.
- Mi suegra se llamaba
Úrsula, cuenta la madre, era malísima.
Úrsula me mira por
primera vez con garra, con fuerza. Se levanta lentamente y va hacia el
dormitorio. Vuelve con una foto familiar. Allí estaba ella de bebé en brazos de
su abuela Úrsula y el resto de la familia, padres, tíos, primos, parientes. Al
poco tiempo de sacada esa foto, la abuela muere.
Tal vez esta criatura
vivió la muerte de su abuela “la mala” como una pérdida, un quiebre, eran épocas muy tempranas. No había aún posibilidades
de duelar la pérdida del objeto, ya que éste no se había constituido como tal,
con lo cual la pérdida de la abuela y la
desorganización de la madre con su falta de previsibilidad en su caos
cotidiano, la hunden en lo real, el objeto perdido no pudo ser simbólico,
estaba constituyéndose. La estructura significante quedó así excluida.
La pérdida llega sin que
haya posibilidades de simbolizar.
Úrsula se desprendió y
cayó, no había nadie para sujetarla. Sólo la pregnancia de “la mala”, que
brilla en aquella mirada, hace pensar que constituida en este lugar ,en mala,
la madre no pudo. Su suegra volvía en el nombre de su hija. Tal vez, no tuvo
con qué, su trama simbólica también estaba empobrecida.
Me pregunto que habrá pasado después del
viaje, ya que creo se estaba armando una relación de objeto conmigo, pero aún
no estaban la condiciones para que pudiera separarse. Mi llegada se asociaba al
horario de la novela. Antes era el baño y después los paseos. Siempre en ese
orden y con cierta sorpresa al verme, como si no hubiera anticipado que
llegaría.
Tratamiento de inicios
difíciles...tal vez no tanto. Sólo se trató de ubicar el deseo del analista
para autorizarse a escuchar el llanto del Urutahú(1) sin enjaularlo, para
escuchar eso que en los psiquiátricos podría
llamarse esquizofrenia.
Trabajo presentado en la Jornadas de Primavera 2000 del Seminario, " Tratamiento de
Inicios Difíciles...Prevención de Interrupciones Tempranas"
Llora,
llora Urutahú/ en las ramas del Yatay/ Ya no existe el Paraguay/ donde nací
como tu/ Madre, padre, hermanos ¡ay!/ todo en el mundo he perdido/ Y en mi
corazón partido/ solo amargas penas hay
(El
Urutahú es un pájaro del Paraguay cuyo canto se asemeja a un quejido. El poeta
utiliza la metáfora del Urutahú para situar el dolor de una generación
desvastada por la guerra y la miseria)
*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 30 - www.psychenavegante.net
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