jueves, 29 de noviembre de 2012

Oiga, ¿qué me quiso decir?


La intervención analítica en la urgencia tiene sus peculiaridades y – a veces – sus efectos. En este recorte clínico la analista se pregunta por lo que intervino allí.

Trataré de poner en tensión la relación paciente - analista en su estructura moebiana y en lo que “eso” operó allí.
“Eso”, está referido al trabajo del inconsciente y no sólo, también el Ello está allí, - en francés el Ello del alemán es traducido como sa y sa  es también eso. Está en juego el inconsciente en su vertiente pulsional y no sólo.

¿Cuándo estamos de un lado y cuándo del otro? Movimiento. Pero ¿qué produce ese movimiento?. Justamente el acto o lo que podría llamarse el pasaje al acto del analista. Entonces para que haya movimiento se hace imprescindible el acto psicoanalítico también por la vía del pasaje al acto del analista.

Lo que trata de precisar  Lacan en el Seminario del Acto - Ese, el que vino después de la lógica del Fantasma- es que el acto no es acción, aunque la produzca.

“Eso”, puede ser poco y mucho a la vez. Un cambio de posición en la cura  parece el resultado de muchos años de análisis y sesudos años de estudio para quien conduce  la heroica epopeya, sin embargo trabajar el tema me hizo advertir que tal vez como casi siempre, allí nomás, están los restos de “eso”, el trabajo del inconsciente, que alivia el sufrimiento de quien nos consulta, en nuestras propias caídas identificatorias, en el trabajo de análisis, en nuestra implicación como instrumento. Tal vez en aquellos pacientes que sin demasiado estruendo y sin que podamos precisar muy bien como, advertimos su cambio de posición y el reordenamiento de su vida amorosa, está el sedimento que nos asiste en la urgencia y en los casos graves.

Suena el timbre de mi consultorio, una voz masculina dice:
- Quiero un turno con la doctora.

El muchacho había salido hacía un par de años de Olmos para casarse con la joven que lo esperó y escuchó durante ese tiempo. Ahora tenían una grave crisis, él tomaba y consumía drogas igual que en “el infierno” y ella sufría de fuertes depresiones porque él tomaba. Ella controlaba su aliento cada vez que él volvía.
Ella controlaba su dinero antes de que saliera y cuando volvía. Ella tenía las llaves de su vida. El quería un hijo, ella quedaba embarazada y abortaba, él lloraba, ella amenazaba suicidarse.....

Podría dejarlo continuar pero intervengo preguntando, ya que la angustia lo estaba desbordando y había que regularla.(se notaba en como iba desparramándose en el consultorio a través de sus objetos, cigarrillos, llaves, etc...mucho movimiento)
- pero...¿vos estas preso todavía? 
Me mira sacado, se mueve en la silla
- ¿Qué estas diciendo?, ¿Qué te pasa?
- Bueno, no te enojes...  pregunto.
- Vos me querés decir que mi mujer me tiene preso?
Silencio...mío
Se ríe a carcajadas y vuelve una y otra vez sobre la misma frase, que retoma en un par de entrevistas, donde agrega:
- Un día de estos me voy a la mierda
- ¿Y por qué a la mierda?
- ¿Qué me querés decir?
- Nada, lo que dije es que  si te querés ir, ¿por qué a la mierda?  Podrías irte a otro lado.
Se ríe nuevamente y masculla, saborea el acierto.

A la siguiente sesión llama y dice:
- Llamaba para agradecerte y avisarte que hoy no voy. Me fui de mi casa. Se armó un quilombo bárbaro pero estoy bien. Cuando termine de instalarme te llamo, gracias.

La verdad, me alegré, el tipo me caía simpático, una persona inteligente.
Eso que nuestro arte produjo en este consultante - como llamarlo... no llegó a paciente – eso, ¿De qué estofa era?  Podría pensarse en un acting, tal vez. Pero, aunque así fuera, en este muchacho esta vez era tramitado en un llamado. Sin embargo allí hubo un cambio de posición respecto a su escucha y a tomar rápidamente el valor de las palabras.
En ese sentido funcioné así, “al filo”, como dice él. Fue el tratamiento más breve que conduje y para mi gusto exitoso. Un duro golpe  para las psicoterapias.
Hay una insistencia en él después de mis intervenciones: - ¿Qué me querés decir?
Pesca cierto decir diferente al dicho, hay  un resbalar de las palabras que empieza a escuchar. Un rápido pasaje de Transferencia Imaginaria a Simbólica. Él venía para calmar a su mujer, (una  amiga de ella había consultado conmigo- justamente porque no podía tener hijos-, ella podía embarazarse y los abortaba-) y se encontró con el significante.
Sabemos que el sujeto se encuentra con el significante por la vía del deseo del Otro. ¿Pero de qué deseo se trata aquí?
Lacan dirá, el deseo del analista, ese que permite al sujeto que consulta  encontrarse con el significante en una nueva versión. Para Robert Lévy se tratará de “deseo de analista”, se trata de función y no de voluntad o propiedad a adquirirse después de varias horas de vuelo en un diván. Función en el sentido de lugar vacío, de x, de argumento a escribir.

El acto entonces instituye el comienzo, -un pedido de consulta puede serlo en la vida de un paciente. Pero, para establecer la transferencia y la posibilidad de una cura, se hace necesario una interpretación. El acto entonces queda del lado del psicoanalista. Hay una relación de la tarea al acto que quizá no pueda ser captada. Aquí ubicaría yo el pasaje al acto del psicoanalista, en lo que Lacan llama “manipulación de la transferencia”. Sin ella no hay acto psicoanalítico.

Es un clásico aquello de que en la transferencia se actualiza la realidad sexual del inconsciente. Con lo cual el peso de la realidad sexual se inscribe en la transferencia,  a través del discurso del paciente formulado como demanda, allí se deslizan los significantes que actualizan la realidad sexual y sobre ellos interviene el discurso del analista

Pero, en el analista, ¿qué pasa allí? - ¿está en juego la misma estructura?-. En el paciente, la demanda transporta el deseo en su articulación significante, pero, el analista que demanda, ¿de qué deseo se trata allí?: que asocie, que no guarde nada, que diga todo.
En ese “qué me querés decir”, este muchacho denuncia mi deseo en tanto analista suponiéndome un querer y un saber.
Él, que estuvo en “el infierno” y “se las sabe todas”, no entiende qué le quiero decir. A decir verdad,  “yo” tampoco entiendo... “eso” está trabajando allí.

(En relación a este tema, ver el artículo “Ello: Groddeck <> Freud” de Oscar Lamorgia, publicado en este mismo número, en la sección: Marcas no registradas)

*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 56 - www.psychenavegante.net 

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