La intervención analítica en la urgencia tiene sus
peculiaridades y – a veces – sus efectos. En este recorte clínico la analista
se pregunta por lo que intervino allí.
Trataré de poner en tensión la relación paciente -
analista en su estructura moebiana y en lo que “eso” operó allí.
“Eso”, está referido al trabajo del inconsciente y no
sólo, también el Ello está allí, - en francés el Ello del alemán
es traducido como sa y sa
es también eso. Está en juego el inconsciente en su
vertiente pulsional y no sólo.
¿Cuándo estamos de un lado y cuándo del otro? Movimiento.
Pero ¿qué produce ese movimiento?. Justamente el acto o lo que podría llamarse el
pasaje al acto del analista. Entonces para que haya movimiento se hace
imprescindible el acto psicoanalítico también por la vía del pasaje al acto del
analista.
Lo que trata de
precisar Lacan en el Seminario del Acto
- Ese, el que vino después de la lógica del Fantasma- es que el acto no es
acción, aunque la produzca.
“Eso”, puede ser
poco y mucho a la vez. Un cambio de posición en la cura parece el resultado de muchos años de
análisis y sesudos años de estudio para quien conduce la heroica epopeya, sin embargo trabajar el
tema me hizo advertir que tal vez como casi siempre, allí nomás, están los
restos de “eso”, el trabajo del inconsciente, que alivia el sufrimiento de quien
nos consulta, en nuestras propias caídas identificatorias, en el trabajo de
análisis, en nuestra implicación como instrumento. Tal vez en aquellos
pacientes que sin demasiado estruendo y sin que podamos precisar muy bien como,
advertimos su cambio de posición y el reordenamiento de su vida amorosa, está
el sedimento que nos asiste en la urgencia y en los casos graves.
Suena el timbre de
mi consultorio, una voz masculina dice:
- Quiero un
turno con la doctora.
El
muchacho había salido hacía un par de años de Olmos para casarse con la joven
que lo esperó y escuchó durante ese tiempo. Ahora tenían una grave crisis, él
tomaba y consumía drogas igual que en “el infierno” y ella sufría de fuertes
depresiones porque él tomaba. Ella controlaba su aliento cada vez que él
volvía.
Ella
controlaba su dinero antes de que saliera y cuando volvía. Ella tenía las
llaves de su vida. El quería un hijo, ella quedaba embarazada y abortaba, él
lloraba, ella amenazaba suicidarse.....
Podría
dejarlo continuar pero intervengo preguntando, ya que la angustia lo estaba
desbordando y había que regularla.(se notaba en como iba desparramándose en el
consultorio a través de sus objetos, cigarrillos, llaves, etc...mucho
movimiento)
- pero...¿vos
estas preso todavía?
Me mira sacado, se
mueve en la silla
- ¿Qué estas
diciendo?, ¿Qué te pasa?
- Bueno, no te
enojes... pregunto.
- Vos me querés
decir que mi mujer me tiene preso?
Silencio...mío
Se ríe a carcajadas
y vuelve una y otra vez sobre la misma frase, que retoma en un par de entrevistas,
donde agrega:
- Un día de
estos me voy a la mierda
- ¿Y por qué a
la mierda?
- ¿Qué me querés
decir?
- Nada, lo que dije
es que si te querés ir, ¿por qué a la
mierda? Podrías irte a otro lado.
Se ríe nuevamente y masculla, saborea el acierto.
A la siguiente
sesión llama y dice:
- Llamaba para agradecerte y
avisarte que hoy no voy. Me fui de mi casa. Se armó un quilombo bárbaro pero
estoy bien. Cuando termine de instalarme te llamo, gracias.
La
verdad, me alegré, el tipo me caía simpático, una persona inteligente.
Eso que nuestro arte produjo en este consultante - como llamarlo... no
llegó a paciente – eso, ¿De qué estofa
era? Podría pensarse en un acting, tal
vez. Pero, aunque así fuera, en este muchacho esta vez era tramitado en un
llamado. Sin embargo allí hubo un cambio de posición respecto a su escucha y a
tomar rápidamente el valor de las palabras.
En
ese sentido funcioné así, “al filo”, como dice él. Fue el tratamiento más breve
que conduje y para mi gusto exitoso. Un duro golpe para las psicoterapias.
Hay
una insistencia en él después de mis intervenciones: - ¿Qué me querés
decir?
Pesca
cierto decir diferente al dicho, hay un
resbalar de las palabras que empieza a escuchar. Un rápido pasaje de
Transferencia Imaginaria a Simbólica. Él venía para calmar a su mujer,
(una amiga de ella había consultado
conmigo- justamente porque no podía tener hijos-, ella podía embarazarse y los
abortaba-) y se encontró con el significante.
Sabemos
que el sujeto se encuentra con el significante por la vía del deseo del Otro.
¿Pero de qué deseo se trata aquí?
Lacan
dirá, el deseo del analista, ese que
permite al sujeto que consulta
encontrarse con el significante en una nueva versión. Para Robert Lévy
se tratará de “deseo de analista”, se trata de función y no de voluntad
o propiedad a adquirirse después de varias horas de vuelo en un diván. Función
en el sentido de lugar vacío, de x, de argumento a escribir.
El
acto entonces instituye el comienzo, -un pedido de consulta puede serlo en la
vida de un paciente. Pero, para establecer la transferencia y la posibilidad de
una cura, se hace necesario una interpretación. El acto entonces queda
del lado del psicoanalista. Hay una relación de la tarea al acto que quizá no
pueda ser captada. Aquí ubicaría yo el pasaje al acto del psicoanalista, en lo
que Lacan llama “manipulación de la transferencia”. Sin ella no hay acto psicoanalítico.
Es
un clásico aquello de que en la transferencia se actualiza la realidad
sexual del inconsciente. Con lo cual el peso de
la realidad sexual se inscribe en la transferencia, a través del discurso del paciente formulado
como demanda, allí se deslizan los significantes que actualizan la realidad
sexual y sobre ellos interviene el discurso del analista
Pero,
en el analista, ¿qué pasa allí? - ¿está en juego la misma estructura?-. En el
paciente, la demanda transporta el deseo en su articulación significante, pero,
el analista que demanda, ¿de qué deseo se trata allí?: que asocie, que
no guarde nada, que diga todo.
En
ese “qué me querés decir”, este
muchacho denuncia mi deseo en tanto analista suponiéndome un querer y un saber.
Él,
que estuvo en “el infierno” y “se las sabe todas”, no entiende qué le quiero
decir. A decir verdad, “yo”
tampoco entiendo... “eso” está trabajando allí.
*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 56 - www.psychenavegante.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario