jueves, 29 de noviembre de 2012

Saqueos, o el dolor de la esperanza


Apenas comenzaron los saqueos, un episodio se desencadenó en el lugar donde vivo y trabajo desde hace muchos años, en medio de la angustia envié un mail a un puñado de amigos, tratando de decir algo sobre algo que no imaginé vivir.
Trataré ahora de pensar el lugar de un analista frente a estas circunstancias que no nos pasan de lejos. Están allí en nuestros consultorios.

Me detendré en dos puntos de aquel  texto:
-          suspendí el día de consultorio.....
-         hay calma, pero es solo un repliegue, sobre el que responde una amiga  periodista:
-         espero que te equivoques  y no sea sólo un repliegue

Sobre la suspensión de los horarios de esa tarde, no medité demasiado, solo llamé y avisé : "Que por razones de seguridad era mejor no andar por la zona."
Nunca pensé si estaba bien o debía esperar a que cada uno se posicionara frente a la situación y trabajarla. Tampoco pensé en el caso por caso, llame a todos.
Frente a mi mensaje me encontré con diferentes respuestas: - Gracias por avisarme, no sabía lo que estaba pasando. O - Yo pensaba ir igual, qué me puede pasar. O - vos y los tuyos están bien ?, no te preocupes recuperemos el horario otro día.
También fue: - estoy desesperada, en mi barrio pasa lo mismo, tengo miedo.

Esto me hizo pensar en la función del encuadre, esta vez había sido rígido, igual para todos. Claro que no fue así lo que  pacté con cada uno, en un segundo movimiento después de escuchar su posición.
Pero mi pregunta va  mas allá, como analista ¿debí prevenir? Teniendo  en  cuenta que esto va a contrapelo de nuestra práctica. En lacanés: la prevención no es posible. Además, el : no venga, funciona desde el discurso del Amo, no hay ni pregunta, ni semblant, hay imperativo. Inclusive, con la paciente que dice estar pasando por similar situación, me permití darle indicaciones de seguridad que tal vez ella no estaba teniendo en cuenta. A la vez que algunos de sus comentarios me hicieron revisar el dispositivo que había pensado yo.
Yo - otro, el peligro de que la especularidad se instale?, o paciente y analista, inmersos en la misma atmósfera social, tomando a la posibilidad de análisis como un  instrumento valioso a la hora de pensar  la diferencia.
Instrumentos, significante que me remite a un sueño, que tuve después de los episodios:

Algunos otros  y yo sa-que-aríamos algún lugar, era un clima raro. Se trataba de instrumentos musicales antiguos. Con-trabajo, violines y una especie de guitarra de juglar,  una jovencita decide quedarse con ella, pero le pone una tapa.

Claro, fueron muchos años, los mas jóvenes, de militancia política, ideales, sueños, la clase obrera y le revolución proletaria. Ahora tenía frente a mí, lo que muchas veces defendí, los sin-trabajo, los marginales, los pobres, pero hoy con otros instrumentos y poniéndole la tapa a los antiguos, que no es lo mismo que viejos, puedo agregar:- los que están también,  más alejados de poder pensar la diferencia entre bancario y banquero. Su lugar de residuo social, de resto sin retorno, solo un papacoto que les tira comida como animales, los instala en ese horrible y doloroso nombre que los  medios supieron bautizar como, la turba.
La turba entonces, mas allá de arengas políticas o intereses especulativos y de derrocamiento, saquea comida.
Y la clase media con la cacerola, con un instrumento, con el objeto que contendrá aquello que la turba saquea, comida. En ambos casos se trata del alimento pero en el primero la metáfora funciona, cual gran sinfonía metálica, acorde con los tiempos. En el segundo se avalanchan sobre el objeto destruyéndolo y destruyéndose para conseguirlo. Mientras  tanto otros defienden su fuente de trabajo haciendo un ejército de los con-trabajo contra los sin-trabajo.

Lástima, en el congreso no hay debate solo montaron una escena donde se elegirá al  ya elegido papacato, amigo de papacoto.

Ojalá sigamos encontrando nuevos instrumentos que hagan sonar al poder en un acorde lleno de cacerolas, tambores, violines y con-trabajos, pero no es más que un anhelo , lamento decirle a mi amiga periodista que creo que la turba vendrá por más, esto  sólo es un  repliegue. Ya hicieron la experiencia. De la otra, de la de la plaza,  no toman nota, tal vez no puedan, no posen ni los primeros ritmos para pensar alguna melodía posible, mas allá del grito. Se dejaron  saquear la esperanza, como nuestro querido Winnicott señala en su libro Deprivación y delincuencia:
“El antisocial tiene que defenderse hasta de la esperanza, porque sabe por experiencia que el dolor de perderla una y otra vez es insoportable."


*Artículo publicado en la revista Psyche Navegante N° 39 - www.psychenavegante.net 

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