El niño jugaba ensimismado en
la terraza, iluminada por la suave luz
del sur, más azul que dorada. De pronto interrumpió sus juegos y escuchó. De lo
más profundo de la casa, de más allá de las curvas en que los vinos sepultados
hace años esperaban revivir, de más allá de los antiguos calabozos., le llegó
un lento grito que nadie más que él oyó porque sólo a él estaba dirigido. Bajó
las escaleras…
Nalé Roxlo 1966: El llamado-adaptación-
Decían las noticias en diciembre de 2004 que [1]
“Un cartonero rescató hoy con vida a un
bebé que había sido abandonado por su madre en un basural… Al acercarse observó
un bebé semidesnudo, con una bolsa de nylon en su cabeza y prácticamente tapado
de residuos. Andrade le quitó la bolsa y rápidamente lo trasladó al Centro
Asistencial”.
Hoy, 15 de junio de
2006 las noticias dicen:[2]
“Aparecen cada mes siete bebés
abandonados en Capital y GBA. Los casos como el de "Florencia",
hallada el viernes en Lomas de Zamora, se reproducen. Influyen sobre todo la
falta de contención familiar y la escasa educación sexual.
Los relatos coinciden. Una bolsa que se mueve entre la
basura o delante de la puerta de alguna casa. Un llanto tímido en algún rincón
oscuro de la calle, una estación de tren o un baño público. O directamente, a
la vieja usanza, una canastita "olvidada" en un hospital público. Los
casos de bebés abandonados, como el de "Florencia", la recién nacida
hallada el viernes a la noche en un quiosco de Lomas de Zamora, cada vez son
más frecuentes.”
“En
algunos países europeos existe desde hace algunos años el método del "Baby
box". El sistema es una caja tibia, símil incubadora, donde las madres, en
forma anónima, pueden dejar a sus bebés en un lugar seguro, confortable y con
atención médica inmediata. El plan funciona en Alemania, Bélgica, Austria,
Eslovaquia, República Checa, Suiza, Italia, Hungría y este año fue implementado
en Sudáfrica. La idea surgió en 2000, en Hamburgo, después de cinco casos
seguidos de bebés abandonados (tres de ellos hallados muertos) en botes de
basura, contenedores o a la intemperie. El sistema, si bien genera polémica,
remite a una práctica de vieja data. Hasta 1891, en la ex Casa Cuna, funcionaba
un armazón giratorio para recibir bebés y así mantener el anonimato de las
madres.”
Vieja como la
historia de la humanidad, -aunque los medios quieran presentarla como actual-,
la problemática es la misma, sólo va cambiando de vestiduras. Lo que esta
problemática muestra es que la mujer que tiene un bebé no es anónima pero sí
podría querer serlo. La mujer pone el cuerpo.
Gesta en su cuerpo. La madre en cambio, alberga, adopta, no sólo en su cuerpo.
La mujer que no pueda con esa construcción
es la que tal vez busque el anonimato de su acto. El más condenado de
todos, ese tan viejo como la humanidad.
En los tiempos que
corren en estos pagos parece que insiste el dejarlos en el lugar de la basura
¿De lo que no sirve? Tal vez haya algún otro sentido allí, mucha gente revuelve
la basura, buscando algo que sirva. Tal vez ahí se puede detectar algo de lo nuevo.
La historia cuenta
que en 1779 un virrey crea la “Casa de
niños expuestos en la vía pública”, los llamados niños expósitos. Nombre
que tomó lugar de apellido. El problema en esos tiempos para las autoridades
era que no serían bautizados. Son varios los derroteros de niños e institución, en ella vivían los que podían sobrevivir al
hacinamiento, luego se los colocó en casas de familia para trabajar en la
servidumbre. Rosas la cierra en 1838. Pasó
de asilo a Hospital, hoy es el Hospital Pedro de Elizalde, un prestigioso
centro de investigación y atención pediátrica.
Las instituciones
no están pensadas para la adopción, sólo se los saca de la calle. La
maternidad implica un plus a la
concepción, al parto o a la crianza,
inclusive a la condición sexual. Implica un nuevo acto: una adopción.
Dice el DRAE que
adoptar es: Recibir
como hijo, con los requisitos y solemnidades que establecen las leyes, al que
no lo es naturalmente.
Me resultó interesante ya que la adopción saca a la
naturaleza de la relación madre-hijo, en ese sentido lalengua hace lo mismo.
Saca a la maternidad del terreno de la
naturaleza. Pensemos en algunos animales que matan o se comen a su cría si perciben que no podrán amamantarlos o si
están enfermos. El instinto guía allí la acción específica. ¿Qué guía a una
mujer que abandonará a su cría? Tampoco todas lo hacen de la misma manera,
algunas los dejan en un lugar donde serán encontrados y cuidados. Otras
abrigados en el umbral de alguna institución pero de las que me interesa poder
pensar alguna cuestión en este artículo es de las que los dejan en la “basura”,
al desamparo total. Llamativamente hay muchos relatos de quienes encuentran a
los bebés, en algunos casos de los bebés vueltos niños que hablan desde su
historia pero no he encontrado relatos de estas mujeres, las que los abandonan
al nacer y en las más desoladas circunstancias. Seguramente
el grado de anonimato está en relación a
la anomia en que ellas se encuentran respecto de adoptar a ese niño. Cuanto más
despojados los dejan, menos marcas de ellas en el niño habrá. Bien podríamos
ubicar allí el resultado que la metáfora paterna produce en un sujeto. La
versión que tienen estas mujeres del falo, si el operador está interviniendo en
ellas y de qué manera. En este sentido es bastante lógico, en éstos casos
extremos, que no tengan
nada para decir, no se puede abandonar lo que no se tuvo. Lo que no pasó
por la red significante ordenada por el operador de la metáfora paterna. Pero
Lacan nos llevó un poco Más allá…como Freud, y habló del goce. ¿Dónde se
produce éste sino en el cuerpo? ¿Dónde se encarna el significante sino en el
cuerpo? ¿Acaso lo que hace de límite al goce no es el significante?
Significante que, a la vez que limita crea uno nuevo. Hablar de goce y su
límite es poner en cause y en causa al deseo. Sin estas operaciones ese niño
podría ser “basura”.
Esa masa orgánica dentro del útero/órgano de una mujer ¿En qué momento empieza a ser un
hijo para gozar de la vida? ¿En qué momento una mujer detecta ese movimiento de
ese otro ser en su panza? Cada una lo hará en su tiempo…algunas tempranamente
otras tardíamente…otras nunca.
Recuerdo el relato clínico de una colega que trabaja en un
hospital del conurbano bonaerense con madres adolescentes. Ella relata un caso, donde la muchachita no se podía
acercar al bebé y le pidió permiso a la
enfermera - ¿Puedo agarrarlo?
Y la enfermera responde – Claro!! Es tu
hijo, agarrálo. Dicha sanción, que fue posible porque hubo una pregunta
operó en esa muchacha como mecanismo de adopción. “¿Puedo agarrarlo?”.
La pregunta la instaló en discurso, aquellas mujeres que
desde el anonimato producen ese resto sin significar sufren seguramente de
anomia propia y de la imposibilidad de establecer alguna distancia entre lo que
les está pasando en su cuerpo y lo que soportarán que les pase.
Seguramente el parto precipita como Real y desde allí al acto de
abandonar lo que no se tuvo…en el menos
terrible de los casos, tal vez para tenerlo. En estos días una muchacha
abandonó a su bebé en la puerta de su propia casa para poder encontrarlo y
adoptarlo.
Hay algo en juego también en la dimensión del tiempo. En
muchos casos o casi en la mayoría es como si los 9 meses de embarazo no
hubieran acontecido. La familia o los amigos parecen no enterarse hasta el día
del nacimiento. Sabemos que el tiempo humano es el tiempo del relato, sin
relato no hay transcurrir. Un cuento que se prolongó mil y una noches salvó la
vida de Scherezada. Es evidente que estas muchachas,
que desde el inicio de la historia de la humanidad,
abandonan a su cría no pudieron acompasar
el tiempo biológico con el tiempo lógico del inconsciente. Y abandonaron
a su cría…sólo eso. También hay otros casos, los de aquellas mujeres que los
abandonan para cuidarlos, sabiendo que ellas no podrán con esa circunstancia,
pero ese será tema de otro artículo.
La ley social
condena esto con multas y prisión…no importa, seguirá sucediendo como prueba
eficaz de la falta de correspondencia entre los instintos fallidos y los
ideales culturales… aunque nos duela. El estado, la comunidad, los
psicoanalistas harán lo que puedan…no es cuestión de educación ni de
instinto…tampoco es cuestión de no hacer nada, es la vida que empuja como
puede.
Nunca volvió a subir las escaleras, aunque los habitantes de la casa y
las visitas lo siguieron viendo durante todos los años de su vida, un poco
distante, pero, por lo demás, de apariencia normal y saludable.
Del
mismo cuento de Nalé Roxlo
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