Escrito
por Silvia Sisto
Llora a sus niños, a sus jóvenes,
llora a sus mayores consternados. Parece que en sus aguas yacen desde hace
años, después de la dictadura dicen algunos, las almitas de esos jóvenes que
encontraron un bello lugar para morir.
- Acá se está
muriendo todo, hay que irse...
Dijo Juan de 21 años, el conserje del
hotel de Viedma donde pasé los tres días que duraba mi seminario sobre clínica
con niños, ese que había sido programado desde hace meses. Ese que había
pensando en quien sabe cuántas variantes para este tema en estos tiempos, donde
se toman niños de rehenes o se los manda a la guerra, donde los niños trabajan.
¿Hay niñez allí?
Y a cuatro días del viaje, sucede “lo
de Patagones”. Y me empiezo a preguntar si es solo de Patagones o si responde a
un fenómeno global, donde nuestros jóvenes están enfermos de futuro y no solo
de pasado como creíamos. Decido tomar el tema y ponerlo a trabajar con los
concurrentes al seminario.
Están tensos, angustiados, enojados
con los medios. Resulta que ese dibujo que circuló sobre un terrorista pintado
en la pared de la escuela Islas Malvinas había sido sacado de contexto. Se
trataba de un mural sobre la guerra y la paz. El fotógrafo solo tomó lo que
consideró mas efectista.
El efecto... el efecto y las causas
cuales habrán sido? Intentamos despejar las que pudieran ser psiquiátricas, con
esas no hay dudas, sobre todo cuando planteo si tal vez Rafael se habrá
intentado suicidar suicidando a otro, a un par, ya que el escenario no es
cualquiera. No acuerdo con los que dicen que podría haber sido en cualquier
lado, en un supermercado o en un cine. Fue donde había otros como él, donde
hacer la diferencia “yo - no yo” era mas difícil. Ocurrió donde tal vez
su espejo se fragmentó.
Es entonces que una colega interviene
diciendo:
- Sí, los chicos de
la escuela dicen que Rafael también está muerto, hablan de él en pasado.
Un pasado demasiado reciente, donde
el futuro anterior de la infancia:- Dale que yo era, se
tornó:- Yo soy ..., yo me siento como él, quiero hacer lo que él hizo. Hubo
más de una consulta por dichos de adolescentes en este sentido. Los docentes,
lo padres, los colegas están perplejos.
Creo que el seminario operó sobre
esta perplejidad y abrió la posibilidad de ponerle nombre a aquello que no lo
tiene. En tal caso tiene el nombre que los medios le pusieron, “La masacre de
la escuela”, “Terror en la escuela”, canal 9 tituló: “Rafael un asesino muy
normal”.
Mientras tanto, tal vez se trate de
soportar la incógnita, esa que tan bien nos pinta Goya en su cuadro:- “El
cántaro roto”. Allí hay una madre, un niño y un cántaro roto, el cuadro tiene
una leyenda que dice: “No importa que ha pasado con el cántaro, si la
culpa es de la madre o del niño, el cántaro ya está roto”. Habrá que
soportarlo y trabajar sobre eso.
Y “eso” corre en el discurso y allí
en las paredes del colegio aparece escrito:
- “Cuerpo docente
cuídennos, pónganse las pilas”, los alumnos.
Escribí la frase en la pizarra en el
comienzo de la segunda clase, un silencio se apoderó de la escena. El tema era
el discurso.
¿De qué pedido se trataba allí? –Pónganse
las pilas- ¿Se tratará de lo que suele hacerse: ir rápido, limpiar, tapar,
tratar de que todo vuelva a la normalidad?. Vivimos en un tiempo de “ponerse
las pilas”, “tirar para adelante”, “está todo bien”. Un tiempo de tiempo veloz,
rápido y eficiente.
¿Estos jóvenes estarán pidiendo más
de lo mismo?, me pregunto. Lo que me llama la atención es la expresión: “cuerpo
docente”. Hay allí un pedido a un cuerpo.
Es ahí que una muchacha levanta la
mano y con voz quebrada dice:
- Mi marido es
docente del turno tarde de la escuela y él y yo no podemos entender que pasó
con los adultos en ese momento. Porque en los relatos de los chicos no aparece
ninguno...
- ¿Y qué pasó?
- Salieron todos
corriendo a buscar a la policía, los dejaron solos, ellos piden la presencia
del adulto, que pongan el cuerpo.
En el momento de crisis cada uno
responde desde su propia subjetividad y con los recursos de que dispone en su
particular anudamiento Real- Simbólico-Imaginario. Los adultos salieron a
buscar la ley encarnada en la policía y los jóvenes se quedaron en el caos sin
ley de la locura desatada por Rafael Junior.
Sí, Junior era su nombre legal, no un
sobrenombre. Es que su papá -fanático de Boca- quería que llevara ese nombre.
Hizo una pelea con el registro civil y lo anotó con ese nombre. “Hijo” en
inglés, tal vez por eso Rafael se crió mirando y escuchando clases de inglés en
video, hablaba inglés a la perfección. En su casa le decían que no parecía de
la familia porque hablaba en otro idioma:- Vos tenés que hablar como tu
familia (Clarín del 1/10).
¿El había sido colocado bajo un signo
y desde allí hablaba? Junior hablaba en inglés, parece tener cierta lógica.
Rafael disparó a las paredes de la
escuela, al cuerpo de la escuela, los gritos tal vez lo llevaron a sus
compañeros. Dante no gritaba, era el amigo de Junior. Rafael no le disparó.
Es interesante pensar la cuestión del
nombre, de los nombres. La escisión del objeto se vislumbra allí. Todos los
actores de esta historia lo nombran Junior, Rafael apareció después del
episodio.
Y vuelvo a la pregunta inicial, cómo
nombrar lo que pasó. ¿Será que estamos en presencia de un fenómeno de
ampliación del borde de lo Real sobre lo Simbólico e Imaginario que afecta a
cada uno según sus condiciones subjetivas?.
Este proceso lo trabaja un
psicoanalista de niños, Afredo Jerusalinsky[1]. Él plantea que en la infancia
el borde de lo Real se duplica y allí aparecen fenómenos típicos de la
infancia. En ese doble borde ubica a los Objetos Transicionales, al Jugar y al
lugar del Otro encarnado. Lugar necesario para el niño.
Si algo fallara en la subjetivación
del niño ese campo se solidifica y tiende a cristalizar estos fenómenos e
instalar la dependencia y la debilidad mental (esto es mío).
En la infancia será la madre la que
tramite la relación de objeto por el proceso de frustración. Hará soportable en
el mejor de los casos la desilusión que provoque el encuentro con el objeto. De
este armado irá dependiendo la capacidad de ilusión-desilusión. La madre en
quien la función del padre está operando, es quien agencia este discurso.
Tal vez el discurso que agencia la
ruptura de lazos sociales empujada por la precarización y el deterioro
simbólico que la falta de trabajo y lo que esto implica como andamiaje de
estructura, junto a la corrupción como modalidad de intercambio en gran parte
de la sociedad, sea una forma de situar la causa de la duplicación de lo Real
sobre S, I, desborde que retira al sujeto de una línea de producción, y esto es
mucho más que la máquina, la mercancía y el valor de uso. Es el valor de
cambio, incalculable, es el linaje y un lugar con un nombre que sea propio. Con
este agente de discurso es probable que los fenómenos típicos de la infancia se
cristalicen y la dependencia a un Otro encarnado por falla de los recursos
simbólicos se perpetúen. Así los jóvenes y los niños se han quedado sin un
lugar propio. Aquella idea de que la generaciones nuevas empujan a las viejas
se encuentra con esta dificultad.
En este sentido creo que lo que paso
en Patagones es de Patagones aunque no sólo, la humanidad en su conjunto está
mostrando lo que podríamos llamar fenómenos particulares de este particular
momento. La tecnología y el “avance” de la comunicaciones dan viabilidad a
estos fenómenos.
Aunque crímenes hubo siempre, no
siempre se mató niños como ramilletes en Bagdad, no siempre los Chechenos y
putines tomaron escuelas y llevaron a la muerte a cientos de niños. No siempre
la guerra ni las ejecuciones se televisaron. Cada época muestra sus garras y
los psicoanalistas no podremos evitarlo. Sí, podemos leerlo y tal vez muchas
veces propiciar condiciones para que a falta de Objeto Simbólico con que
responder, lo Real no desborde innecesariamente.
Sobre el final de la tercer clase una
directora de escuela levanta la mano y dice:
- Te agradezco que
hayas hablado, a mí me alivia escucharte pero yo por ahora no puedo.
Tal vez está diciendo que el relato
propio en la voz de quien semblantea un objeto en falta, una carencia, un lugar
vacío, a la vez que provoca, modula la angustia y permite su recorrido...
Cuando el azar mete la cola cada uno verá como se las arregla, en este caso
tomarlo fue sumamente interesante para mí y para quienes me acompañaron en este
seminario sobre “El dolor en la infancia.”
[1] Psicoanálisis en problemas del desarrollo
infantil- Nueva Visión
Actualidad - Dossier “Tragedia en
Patagones: ¿Quién es el dos en la Folie-á-deux?
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