miércoles, 12 de junio de 2013

En la eternidad del instante apareció una maja de Botero… en la villa.

Emma, aquella señora deteriorada, gorda y desinteresada del mundo se transformó lentamente y por un momento en una maja de Botero…
Es la madre de la que prefiere ser puta a limpia baños;
 de la mayor que es la hija del incesto;
de un flacucho que no salió de Bebe  y
 un Negro melancólico que busca al padre en el sometimiento a ella… su  amor incondicional.
Este relato forma parte también de la experiencia que junto a Sergio Rodríguez, un pastor protestante y su compañera estamos realizando en una villa de emergencia del conurbano bonaerense.

La escena es cinematográfica, tengo que relatarles el contexto para ir lentamente a lo que me gustaría situar: La aparición y fugacidad del efecto sujeto, si es que lo hubo.
Llegamos con el pastor[1], como siempre, a la misma hora y nos encontramos con el humilde comedor desierto…es que Emma empezó a trabajar -dijo uno de la nueras.
El tema del trabajo es tema de casi todas las reuniones, una de las últimas empezó con un episodio entre bandas y la intervención de la policía y terminó con los clasificados en mano, jugando a buscar trabajo -allí el Bebe le encontraba trabajo a todos, también a mí, él y yo éramos los únicos que trabajábamos en ese momento. Fue en esa ocasión  que me preguntaron si era muy difícil estudiar psicología, que cuantos años tardé, que dónde quedaba…en fin…querían saber.
La curiosidad se empezaba a  hacer  presente en transferencia.
Me parece, que la pregunta básica que se empiezan a formular es ¿Qué hay afuera de la cueva? (Entiéndase cueva con toda su plurisemia).
Cada uno tiene sus razones de por qué no trabaja y que Emma consiga trabajo es todo un acontecimiento. Para cada hijo esto tiene una resonancia distinta.
Sin Emma allí, la casa parecía más liviana, los jóvenes estaban contentos. “Ahora va a poder comprarse ropa”-decía el Bebe, que un rato antes de que llegáramos se tatuó un verso en su espalda en honor a un amigo que murió de leucemia…problemas en la sangre. El Negro se tatuó las iniciales de la hija y el amor a su madre. Los tatuajes los hizo un amigo que está practicando con ellos. Se compró las agujas y como dibuja muy bien y quiere trabajar, aprende con ellos.
Siempre aprenden con el cuerpo, en realidad como todos, sólo que allí no parece haber proliferación de objetos sustitutos, sustitutos del cuerpo de la madre.
Me pregunto, si tal vez ahora que ese cuerpo se fue, dio lugar a un espacio potencial de juego, en este instante y con nuestra presencia mediante. Emma se fue a trabajar y ellos se tatuaron, se ordenaron, hicieron limpieza y programan seguir buscando trabajo; jugaron.
Sigamos… el comedor desierto y la hija mayor (hija del incesto) dice querer hablar conmigo, pero como la iglesia le retiró el auto al pastor -que era lo que supieron llamar el confesionario en tiempos de Rodríguez-, nos quedamos sin consultorio. El patio era un tumulto de gente y el Negro dice:  -“vayan a mi pieza que está ordenada”, el Bebe agrega: -“no, esa escalera es un lío, que vayan a la nuestra que también está ordenada.”
Los dos hermanos ofrecen sus espacios más íntimos. Y hablan de cierto velo en juego ya que aclaran que están ordenadas, no ofrecen cualquier lugar.
Allí empezó el descenso, para llamarlo de alguna manera. Atravesamos varias cortinas que separaban las piezas y llegamos a la única con puerta y llave. En la pieza/consultorio un grabador ofrecía cumbia sin parar. Nos sentamos en la cama y empezó el relato. Quejas y quejas sobre el lugar que le quedó a ella ahora que su mamá trabaja. Ella tiene que hacer lo que antes hacía su mamá y no puede negarse sino ¿quién lo hace? Es muy impresionante escuchar a esta joven decir lo mismo que hace una semana decía Emma. La posta se pasó sin velo. Después de un rato, salgo nuevamente al comedor, el Negro[2] esperaba su turno (esta fue una gran sorpresa para mí, hasta ahora había sido muy reacio a conversar en forma individual).
Me contó de su gran malestar, hace días que está mal, no puede dormir. Resulta que salió sólo y Bruma (su mujer) quedo enojada, a Belén (la otra) no la vio y se transó a una tercera. Bruma y Belén se enteraron y ahora todo está perdido. –“Al final hago lo mismo que mi viejo, es que mi mamá siempre dice que soy igual a él, borracho, infiel, mentiroso, pero yo estoy contento porque aunque fue por 15 días pero a mi vieja la tuve como una reina.” (Se refiere a cuando cobró la indemnización por la pérdida de su dedo en un accidente laboral y se la gastó en unos días).
Continúa: -“Para mí, mi vieja es todo y no quiero que trabaje. Yo tendría que trabajar pero no sé por qué no puedo.”
Le propongo trabajar sobre esto que dice, sitúa un problema y lo invito ha hacerlo en mi consultorio. Contento acepta, dice que sí... pero… pregunta entre desconfiado y asustado: - “¿…toco timbre y salís vos o hay alguna secretaria?”
El negro no sabe que hay afuera de la cueva, le da miedo.
Salimos de la pieza y allí… estaba la maja de la que les quiero contar….entre mi mareo por la falta de aire, la falta de luz de donde yo venía y esa imagen, descubrí en ese rostro regordete casi como esculpida la cara de La que prefiere ser puta a limpia baños[3] (la hija menor).
Sí, esa hija es ella cuando joven. Ella cuando su padre y sus dos hermanos la tomaron como la mujer de la casa y tenían sexo con ella, porque la madre murió a sus cuatro años. Emma fue la mujer de la casa hasta que quedó embarazada, allí con ayuda de una hermana se escapó. Por eso la hija del incesto es también la hija que la salvó. Es ella escapando. Las dos hacen una y a su vez entre todos hacen “masa”.
Emma, hoy que venía de trabajar, en este instante estaba espléndida, erotizada, con ese cansancio del cuerpo feliz. Se bañó y se recostó en un viejo sillón, su pelo mojado caía de costado, sus ojos estaban rojizos del jabón, sus pies descalzos se balanceaban… el ambiente olía diferente. Se habían articulado cuerpo/cansancio en relación al trabajo, allí la vi aparecer y envanecerse. ¿El brillo de su mirada muestra que se articuló en ese instante deseo y goce? ¿Que iban juntos? En otros momentos, la mirada esquiva y errante, la desconfianza, la tristeza y la furia la perturban. La vuelven insoportable. Escuchar a Emma es difícil.
Algunos detalles, ya que Emma ya dejó su trabajo, se lesionó un pié y dice, que ese pie se lo esguinzó de chiquita y siempre estuvo “resentido”. Su aparición como maja erotizada fue sólo por un instante, como un destello; para la hija mayor tal vez sea  mejor, ella tomó el lugar de su madre afuera, en el trabajo, pero para la familia la presencia de Emma es asfixiante. Es bien claro que ella goza en tanto es objeto del goce del Otro, que no puede no gozar (Otro que se encarna en los otros de su familia). Sólo cuando salió articuló deseo y goce, y los otros gozaron de otros objetos. Pero allí la masa se rompe y el pie resentido hace su entrada.
De todos modos creo que la marca y la diferencia se instalaron, propiciadas básicamente por el contexto que se armó: un espacio para hablar en privado, a solas y otro en grupo.
Adentro y afuera, la “O” de la exclusión empieza a ser reemplazada por la “Y”. Entiendo que se trata del inicio de la instalación del proceso de alienación-separación.
Hay un libro de [4]Oliver Sacks donde habla de “El mundo de los simples”, esa gente precaria en recursos conceptuales. Sacks produce una inversión muy interesante para poder escuchar  estas problemáticas, dice que para los neurólogos: -“ser ‘concreto’ es algo negativo sin embargo es un mundo vívido e intenso que no se diluye en abstracciones. El plantea que se puede vivir sin abstracciones pero no sin un mundo concreto. La vida real personal y significativa se pierde si se pierde lo concreto. Los simples experimentan la realidad directa sin intermediación con una intensidad elemental y a veces abrumadora. Plantea que lo concreto puede abrir una puerta de acceso a la sensibilidad.”
Entrar a la cueva, es básicamente eso, es ir concretamente al fondo para intentar alguna mediación simbólica. Para separar la masa sin destrozarla. Para que el pie resentido pueda caminar con dolor. Tal vez Sacks señala la única vía de acceso posible en estos casos, ir al núcleo, a lo concreto soportando lo abrumador de esa intensidad, sin negar la angustia y el miedo que algunas experiencias producen en los que intentamos intervenciones psicoanalíticas allí. Seguramente Emma tiene un saber concreto que nosotros no. Si ella se va de un sólo movimiento la masa se puede destrozar. Su familia, sus hijos, nueras y nietos están en muchas mejores condiciones que aquellos que viven en el aislamiento.




[1] Es este material parte de una serie de escritos que intentarán cernir algo de la interesante experiencia a la que fui invitada a participar por Sergio Rodríguez , un pastor de la Iglesia Evangélica Alemana y de su compañera, como parte de un equipo que trabaja en una “villa de emergencia” del conurbano bonaerense.


[2] Ver Texto de Sergio Rodríguez:. “Yo nací”. Psyche 81
[3] Ver texto de Sergio Rodríguez: “Mejor puta, que limpia baños de las señoras”. Psyche Nº 82

[4] Del libro “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”

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