Algunos niños
vienen al consultorio sólo a jugar. ¿Sólo a eso? Es acaso, ¿poco? ¿A qué se
juega un analista cundo se entrega al juego?
En tantos años de
práctica con niños, recién en los últimos tiempos me dejé atravesar por estas
preguntas. Y creo que lo mejor que puede pasar es que un niño venga al
consultorio a jugar. A veces, muchas, traen a sus madres o a sus padres y los
presionan al juego. El resultado es muy interesante y no deja de asombrarme
cada vez.
Fue la clase donde
Sergio Rodríguez entrelazó fantasía y juego que me hizo repensar el tema.
Recuerdo la intervención de Carlos Názara - en esa clase- que dijo que el niño
en el juego ponía el cuerpo de una manera que el adulto en la fantasía, no.
Habló de la descarga motora que se da por intermedio del juego.
Con un chico se
juega corporalmente la escena de la fantasía o tal vez, jugando se construye la
fantasía, que se aleja de la realidad, pero no anda sin ella. Se juega de
verdad: una vez un nene me dijo:- vos
para ser grande, jugás bastante bien...fue todo un piropo.
A veces cuando se
juega, se repite, se automatiza o se ritualiza en el juego. Pero si la cosa
marcha, pronto y aunque sea un juego reglado, se pasará al juego significante.
Como aquel adolescente que eligió “El juego de la vida” un juego con postas y
dados, donde los significantes que acompañaban al azar fueron construyendo un
recorrido que llevó varios años.
Tal vez, con un
niño en el consultorio, para que el significante haga su entrada hay que poner
el cuerpo en marcha. El cuerpo del niño y del analista. Entre ambos se
construyen historias. Sabemos que ese goce del movimiento que se da en el juego
infantil produce una impronta que se reeditará toda la vida. En la vida
erótica, en el trabajo, en el goce de la vida.
También hay muchas
situaciones de la vida de nuestros pacientes donde parecería insolente
habilitar algún lugar de juego, cuando la dimensión trágica no deja lugar, allí
es cuando habrá que jugarse a recuperar la subjetividad perdida por el
arrasamiento que algunas situaciones provocan. Meterse jugando en la trágica
escena para poder intentar asir algo.
Una viñeta:
Llama una señora de
voz grave…. pide una consulta para su hija de 5 años. Dice apenas empezamos a
hablar que la nena es adoptada. Que ella tenía 60 años cuando la adoptó y que
ese no es el problema, el problema es que ella la adopta siendo viuda y entonces
la nena no tiene papá. Que ella cree que esa es la causa de los problemas.
-Qué problemas?
Pregunto.
-Pega, a todo el mundo. A mí,
a la señora que la cuida, a los compañeros del colegio…a todos.
Con la nena, en el
consultorio, armamos con plastilina una escena en un pantano con víboras y arañas,
que se cruzan y tienen hijos raros. Hay un títere: Cuac (es una especie de pato
feo) que participa activamente, lo manejamos a veces yo, a veces ella. Se trata
de un juego tranquilo, sentadas, donde los que se mueven son los muñecos y el
títere. En este contexto de trabajo:
La madre llama
un domingo por la noche fuera de control, gritando que
la va a matar que la va a echar, que no la aguanta más. Se escucha a la nena
que tira y golpea cosas, le digo:
- Decíle que
Cuac le quiere hablar
La nena accede y se
calma, la madre también. (Esta situación se repite varias veces). Cuac funciona
de OT con ambas, con la nena me permite el “como si” del juego, con la madre me
saca de la rivalidad especular: no soy yo quien la calma sino el títere.
A estas alturas
creo que hay que introducir locura y tiempo en el juego y no encuentro como
hacerlo. Locura por la locura de la madre, tiempo porque las perspectivas de
futuro son pocas y no hay más familiares ni referentes. ¿En este punto me
pregunto que implica la dimensión Tiempo?
¿Está en relación al padre? ¿A un tiempo que no hay, un tiempo diferente?
Mientras tanto la
niña mejora en su relación con los chicos y empeora en la relación con su
madre. Es una en el adentro y otra en el afuera ¿Podría crecer en la
disociación?
Escena en el
sillón: percibo que estamos corporalmente muy
alejadas, ella está triste. Me acerco, me siento cerca y casi sin querer le
toco la mano.
Dice: - ¿Que
tenés? ¿Por qué es tan suave?
Después de esta escena,
de este registro del cuerpo en un dimensión “suave”, donde un cuerpo suave es
posible, creo que se instala algo de la diferencia, comienza un trabajo muy
intenso de dramatización a partir del despliegue del cuento de Cenicienta.
Empieza un juego corporal y de movimientos, risas, gritos y cambios de voces.
Ahí la madre mala, la madrastra, la loca, la fea encuentran lugar. Un espejo
que hay en mi consultorio será un objeto privilegiado. Allí se esconde la
maldad -dice la nena- y agrega – “¡cuidado!! no te mires o te atrapa”.
Encerrona trágica-
al decir de Ulloa- la de esta criatura, que si no se mira en esta madre corre
el peligro de fragmentarse y si se mira la atrapa la maldad, se la traga.
Además ¿Que no me mire en ella, ella quién? Resonancia que me muestra que no es
sencilla la abstinencia en este caso, seguramente algunos de mis peores
fantasmas se agitan.
En estos días
ocurrió un triste y anunciado episodio. Mientras peleaban violentamente la nena
golpeó un vidrio, se cortó un brazo y tuvieron que operarla. La fui a ver a la
clínica, se puso contenta y dijo mirándome:
- En
mi casa tengo un mono que cuando lo acariciás dice: - te quiero…
La próxima consulta
será en su casa, en su cuarto. Su brazo derecho está enyesado. Me muestra sus
juguetes que son muchos…demasiados. Una laptop brilla en el escritorio. Jugamos
con dos mariposas, una pasa de mariposa a sirena y luego a mujer, la
transformación se produce después de la lucha con la gran mariposa madre que
custodia el lugar, a quien no hay que contarle el secreto de la transformación.
Hay hermanas que miran desde lejos y la ayudaran a llegar a ser humana para
jugar con sus hermanos humanos. Los ponis -unos caballos mágicos extremadamente
bellos y brillantes- colaboran en la tarea todos contra la gran madre.
Madre que no se
articula a la castración (en general hace lo que quiere, manipula, miente,
roba) y justamente por eso es sumamente frágil, las mariposas por más grandes
que sean viven muy poco. Aquí nuevamente el tiempo ¿Cuánto vivirá su madre? ¿Quién
cuidará de ella si algo le sucede?
La niña ya tiene 7
años y cursa su segundo grado en una escuela deportiva, es muy inteligente, tal
vez peligrosamente inteligente ya que está muy sola para su edad y lo registra.
Ofrecerme de espejo es peligroso, si la maldad me traga se queda sola, prefiero
ofrecerme como Objeto Transicional haciendo serie con otros OT creados en el
consultorio que cuando aparecen, alivian, tranquilizan y permiten jugar. No
sólo hacer activo lo pasivo sino jugar creativamente para instalar un tiempo
suave…diferente. Tal vez ella crea que su mamá biológica era así. Por ahora la
buena y la mala tienen que estar separadas y sólo en el juego pasamos de una a
la otra riendo a carcajadas… tal vez para que no tenga que responder con su propia
disociación.
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