jueves, 6 de junio de 2013

El juego de la vida.

Algunos niños vienen al consultorio sólo a jugar. ¿Sólo a eso? Es acaso, ¿poco? ¿A qué se juega un analista cundo se entrega al juego?
En tantos años de práctica con niños, recién en los últimos tiempos me dejé atravesar por estas preguntas. Y creo que lo mejor que puede pasar es que un niño venga al consultorio a jugar. A veces, muchas, traen a sus madres o a sus padres y los presionan al juego. El resultado es muy interesante y no deja de asombrarme cada vez.
Fue la clase donde Sergio Rodríguez entrelazó fantasía y juego que me hizo repensar el tema. Recuerdo la intervención de Carlos Názara - en esa clase- que dijo que el niño en el juego ponía el cuerpo de una manera que el adulto en la fantasía, no. Habló de la descarga motora que se da por intermedio del juego.
Con un chico se juega corporalmente la escena de la fantasía o tal vez, jugando se construye la fantasía, que se aleja de la realidad, pero no anda sin ella. Se juega de verdad: una vez un nene me dijo:- vos para ser grande, jugás bastante bien...fue todo un piropo.
A veces cuando se juega, se repite, se automatiza o se ritualiza en el juego. Pero si la cosa marcha, pronto y aunque sea un juego reglado, se pasará al juego significante. Como aquel adolescente que eligió “El juego de la vida” un juego con postas y dados, donde los significantes que acompañaban al azar fueron construyendo un recorrido que llevó varios años.
Tal vez, con un niño en el consultorio, para que el significante haga su entrada hay que poner el cuerpo en marcha. El cuerpo del niño y del analista. Entre ambos se construyen historias. Sabemos que ese goce del movimiento que se da en el juego infantil produce una impronta que se reeditará toda la vida. En la vida erótica, en el trabajo, en el goce de la vida.
También hay muchas situaciones de la vida de nuestros pacientes donde parecería insolente habilitar algún lugar de juego, cuando la dimensión trágica no deja lugar, allí es cuando habrá que jugarse a recuperar la subjetividad perdida por el arrasamiento que algunas situaciones provocan. Meterse jugando en la trágica escena para poder intentar asir algo.

Una viñeta:
Llama una señora de voz grave…. pide una consulta para su hija de 5 años. Dice apenas empezamos a hablar que la nena es adoptada. Que ella tenía 60 años cuando la adoptó y que ese no es el problema, el problema es que ella la adopta siendo viuda y entonces la nena no tiene papá. Que ella cree que esa es la causa de los problemas.
-Qué problemas? Pregunto.
-Pega, a todo el mundo. A mí, a la señora que la cuida, a los compañeros del colegio…a todos.
Con la nena, en el consultorio, armamos con plastilina una escena en un pantano con víboras y arañas, que se cruzan y tienen hijos raros. Hay un títere: Cuac (es una especie de pato feo) que participa activamente, lo manejamos a veces yo, a veces ella. Se trata de un juego tranquilo, sentadas, donde los que se mueven son los muñecos y el títere. En este contexto de trabajo:
La madre llama un domingo por la noche fuera de control, gritando que la va a matar que la va a echar, que no la aguanta más. Se escucha a la nena que tira y golpea cosas, le digo:
- Decíle que Cuac le quiere hablar
La nena accede y se calma, la madre también. (Esta situación se repite varias veces). Cuac funciona de OT con ambas, con la nena me permite el “como si” del juego, con la madre me saca de la rivalidad especular: no soy yo quien la calma sino el títere.
A estas alturas creo que hay que introducir locura y tiempo en el juego y no encuentro como hacerlo. Locura por la locura de la madre, tiempo porque las perspectivas de futuro son pocas y no hay más familiares ni referentes. ¿En este punto me pregunto que implica la dimensión Tiempo? ¿Está en relación al padre? ¿A un tiempo que no hay, un tiempo diferente?
Mientras tanto la niña mejora en su relación con los chicos y empeora en la relación con su madre. Es una en el adentro y otra en el afuera ¿Podría crecer en la disociación?
Escena en el sillón: percibo que estamos corporalmente muy alejadas, ella está triste. Me acerco, me siento cerca y casi sin querer le toco la mano.
Dice: - ¿Que tenés? ¿Por qué es tan suave?
Después de esta escena, de este registro del cuerpo en un dimensión “suave”, donde un cuerpo suave es posible, creo que se instala algo de la diferencia, comienza un trabajo muy intenso de dramatización a partir del despliegue del cuento de Cenicienta. Empieza un juego corporal y de movimientos, risas, gritos y cambios de voces. Ahí la madre mala, la madrastra, la loca, la fea encuentran lugar. Un espejo que hay en mi consultorio será un objeto privilegiado. Allí se esconde la maldad -dice la nena- y agrega – “¡cuidado!! no te mires o te atrapa”.
Encerrona trágica- al decir de Ulloa- la de esta criatura, que si no se mira en esta madre corre el peligro de fragmentarse y si se mira la atrapa la maldad, se la traga. Además ¿Que no me mire en ella, ella quién? Resonancia que me muestra que no es sencilla la abstinencia en este caso, seguramente algunos de mis peores fantasmas se agitan.
En estos días ocurrió un triste y anunciado episodio. Mientras peleaban violentamente la nena golpeó un vidrio, se cortó un brazo y tuvieron que operarla. La fui a ver a la clínica, se puso contenta y dijo mirándome:
 - En mi casa tengo un mono que cuando lo acariciás dice: - te quiero…
La próxima consulta será en su casa, en su cuarto. Su brazo derecho está enyesado. Me muestra sus juguetes que son muchos…demasiados. Una laptop brilla en el escritorio. Jugamos con dos mariposas, una pasa de mariposa a sirena y luego a mujer, la transformación se produce después de la lucha con la gran mariposa madre que custodia el lugar, a quien no hay que contarle el secreto de la transformación. Hay hermanas que miran desde lejos y la ayudaran a llegar a ser humana para jugar con sus hermanos humanos. Los ponis -unos caballos mágicos extremadamente bellos y brillantes- colaboran en la tarea todos contra la gran madre.
Madre que no se articula a la castración (en general hace lo que quiere, manipula, miente, roba) y justamente por eso es sumamente frágil, las mariposas por más grandes que sean viven muy poco. Aquí nuevamente el tiempo ¿Cuánto vivirá su madre? ¿Quién cuidará de ella si algo le sucede?

La niña ya tiene 7 años y cursa su segundo grado en una escuela deportiva, es muy inteligente, tal vez peligrosamente inteligente ya que está muy sola para su edad y lo registra. Ofrecerme de espejo es peligroso, si la maldad me traga se queda sola, prefiero ofrecerme como Objeto Transicional haciendo serie con otros OT creados en el consultorio que cuando aparecen, alivian, tranquilizan y permiten jugar. No sólo hacer activo lo pasivo sino jugar creativamente para instalar un tiempo suave…diferente. Tal vez ella crea que su mamá biológica era así. Por ahora la buena y la mala tienen que estar separadas y sólo en el juego pasamos de una a la otra riendo a carcajadas… tal vez para que no tenga que responder con su propia disociación.

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