miércoles, 12 de junio de 2013

Psiquismo prenatal.

Decía en un articulo anterior (¿Qué marca al “marcador somático”? Parte I ) que me animaba a pensar que las instancias trabajadas por Freud en el Proyecto: estados de rechazo y estados desiderativos en relación con la función materna que los ordene, arman el andamiaje neural de la represión primaria.
En este artículo voy a tratar de enlazar también lo previo, antes de que haya diferencia entre estímulos endógenos y Otro que los ordene. Lo prenatal.
Desde aquí parto para intentar un nuevo espiral. Voy a tomar los aportes de Gabriel Federico[1] -músicoterapeuta. Él va a plantear que la comunicación no comienza con la mirada sino que el antecedente comunicacional más remoto son las voces y los sonidos. El sentido que más podemos estimular en una persona antes de su nacimiento es el auditivo.
Este detalle no me parece menor para nosotros, los psicoanalistas, que solemos empezar a pensar los casos y los diagnósticos en relación al Estadio del Espejo, antes o después de éste. Lo que se nos plantea acá es que el desarrollo neural del bebé en articulación con la situación vivencial de la madre comienza antes. La posibilidad de que la represión primaria se instale como tal, también.
Algunos detalles sobre el tema: “Los primeros receptores cutáneos se empiezan a formar entre las semanas 8 y 10 de gestación, y desde la octava semana pueden producirse reflejos espinales. Sin embargo, las neuronas sensoriales que responden a estímulos dañinos o dolorosos, no aparecen sino hasta la semana 19. Esto, no es suficiente para la percepción consciente del dolor, ya que ésta no puede ocurrir mientras no se establezcan las vías nerviosas y las sinapsis (conexiones funcionales entre las neuronas) entre la médula espinal y el tálamo. Por esta razón, la capacidad de respuesta eléctrica de la corteza a estímulos sensoriales se alcanza a las 29 semanas, y la actividad eléctrica de la corteza cerebral característica de un estado despierto (diferente del sueño), identificada mediante el electroencefalograma, no se detecta sino hasta la semana 30 de gestación pero la recepción comienza en la semana 10” [2].
Por el lado auditivo: a partir de los cuatro meses de gestación es cuando el bebé ya tiene completo su aparato auditivo, de modo tal que, dice Gabriel Federico, se empiezan a captar los sonidos que hay en la atmósfera intrauterina. Me gustó como lo nombra, como atmósfera, esta atmósfera incluye también el movimiento. Todos los agujeros, incluido el oído están recubiertos de líquido, todo es ondas sonoras y movimiento, por eso acunar al bebé lo calma.
El bebé, tiene su aparato auditivo y no tiene porqué escuchar lo que escucha la madre pero sí inevitablemente escuchará los latidos del corazón de ella. Si alguna situación hace que se acelere el ritmo cardíaco de la madre, también se acelerará el de él. Sabemos que cuando esto sucede por miedo, ansiedad o angustia, distintas sustancias estresoras viajarán por sangre. Eric Kandel plantea que la primera transmisión química celular que podría producir alteraciones genéticas comienza en la gestación. Esto no es nuevo, lo que sí es posible pensar ahora es que este azar congénito, estas mutaciones al azar que son bastante más comunes de lo que por ahí creemos, son causadas por esos cambios y alteraciones producto de las percepciones que activan en la madre cambios químicos. Acá podemos empezar a ubicar muchas de las patologías congénitas y por qué no, la complacencia somática de la que hablaba Freud.
El ambiente uterino en estado normal, dice Federico que es un universo sonoro muy activo, algunos sonidos como la respiración y el latido del corazón de la madre son permanentes, están siempre. Y él plantea que el único ruido que puede alternadamente hacerse presente o silenciarse es la voz de la madre, ubica allí un primer registro de diferencia. Sin embargo, esta voz, con el tiempo, es reconocida. Es lo que todos hemos observado alguna vez, cuando vemos que un bebé rápidamente escucha a la madre y gira la cabeza, la reconoce. [3]Sergio Rodríguez plantea que lo que va a ser radicalmente extraño es la voz del padre, que la primer diferencia está allí. Creo que esta hipótesis no es menor a la hora de pensar casos graves de psicosis y autismo.
Federico señala también que hay niveles auditivos que pueden ser dañinos para el bebé, por ejemplo, una mujer embarazada que trabaja en un lugar con altas frecuencias sonoras, estas frecuencias producen lesiones en la criatura, afectando su normal desarrollo neural.
Según las investigaciones, los sonidos intrauterinos contienen información muy importante para el desarrollo del cerebro fetal. De hecho, un bebé que nace sordo lo hace con un déficit neuronal mucho más grave que uno que nace ciego, porque se perdió un montón de meses de estimulación de su cerebro. La corteza cerebral de un recién nacido es apenas excitable pero durante el último mes de gestación quedan grabadas huellas que no se borran por el resto de su vida.
Yo creo que acá también hay una brecha para pensar los casos donde hubo sostén tecnológico, y las consecuencias que puede haber en la ruptura de esa atmósfera intrauterina donde los ruidos de fondo son absolutamente otros.
Tomo un aporte de [4]Roberto Rossler sobre el tema, él dice: “La migración neuronal ventrículo – cortical que se produce en el segundo trimestre del embarazo es una ‘ventana’ temporal de vulnerabilidad cerebral ante los traumas ambientales, o sea, en el segundo trimestre especialmente durante el sexto mes. Se ha observado que entre los hijos de madres embarazadas que fueron sometidas a traumas ambientales durante el segundo trimestre hubo un aumento de la incidencia de Esquizofrenia. Ejemplos de esto último es el aumento de pacientes con Esquizofrenia luego de la epidemia de Influenza de 1957 en Helsinki, luego de la desnutrición sufrida en Holanda durante 1944 por el bloqueo nazi y a posteriori del estrés psicológico severo sufrido por madres embarazadas finlandesas informadas de la muerte de sus esposos en el frente durante la segunda guerra mundial. El trauma intrauterino también aumenta el riesgo de Esquizofrenia.”
Todos estos ejemplos apoyarían la hipótesis ontogénica donde el trauma, el estrés psicológico o nutricional y el virus actuarían como un “segundo golpe” sobre la vulnerabilidad genética y los circuitos neuronales anormales aumentando las posibilidades de la expresión de la enfermedad.
Un feto de 29 semanas puede sobresaltarse, asustarse, pegar sacudones o relajarse frente a los estímulos de la madre. En este momento para el bebé no hay diferencia entre su cuerpo y el de ella pero para ella debería haberlo, aquí es donde podemos empezar a pensar cómo el contexto Real –Simbólico- Imaginario de la madre afecta a la criatura. En cómo la intuye.
En este sentido, Winnicott, en una serie de charlas transmitidas por radio, dirigidas fundamentalmente a madres, en la época de la Segunda Guerra, dice: “su bebé en el momento de nacer ya atesora una considerable experiencia, tanto agradable como desagradable y usted ya sabe algo acerca de las características de su bebé por los movimientos que ha aprendido a esperar de él ya en su vientre. Y supongo, que él ha llegado a conocerla bastante. Ha compartido sus comidas, su sangre a fluido con mayor velocidad mientras usted toma un té o espera un ómnibus. En cierto sentido diría que la conoce mejor que usted a él.”
Me parece que el texto de Winnicott a la luz de los descubrimientos neurobiológicos nos permite dar cuenta de aquellos casos donde uno se pregunta cómo hizo esta criatura para sobrevivir… a esa madre. Es que la conoce muy bien, hay un saber inconsciente, en el sentido también que lo plantea la neurobiología.
[5]Antonio Damasio dice que en la amígdala quedarán los registros inconscientes de cambios filológicos, hormonales y de las experiencias que llegaron a la corteza en épocas muy tempranas. Y la época prenatal es una época muy temprana. Damasio habla de emociones primarias y secundarias. La primarias dependen de sistema límbico, amígdala y cingulada anterior. Si estas áreas se reseccionan se produce indiferencia afectiva. Las emociones secundarias, en cambio, tienen lugar una vez comenzadas las experiencias de la vida. Éstas se apoyan sobre la maquinaria de las emociones primarias.
Hasta aquí entonces un panorama -porque es simplemente un breve panorama- de los registros posibles en y de la criatura respecto de las condiciones de vida de su madre y cómo ésta se las arregla con ellas estando embarazada.
De alguna manera, todos los caminos conducen a las series complementarias de Freud.
En este sentido el tratamiento con niños nos obliga y a la vez nos da el margen -que el tratamiento con adultos muchas veces no- de pensar desde aquí, qué provocó el desajuste, qué presión de lo Real lo lleva a sintomatizar y cuando empezó.
¿Lo acontecido en la vida prenatal podría habilitarnos lecturas sin caer en el puente cronológico?
Yo creo que es desde la modulación temporal que plantea Lacan con sus tiempos lógicos, que los psicoanalistas podemos aportar una herramienta interesante y diferente a la cronológica y servirnos a la vez de las herramientas que nos aportan los descubrimientos neurobiológicos y embriológicos para nuestra práctica.
Sabemos que la lectura cronológica y en etapas conduce al signo. A tal edad, tal cosa. En cambio el tiempo lógico -herramienta que junto al nudo y los discursos nos deja Lacan- se lee en una modulación del tiempo.
En la clínica con niños creo que el mayor arte reside en poder captar las diferencias de los tiempos de los chicos, de los padres y también el tiempo nuestro.
Fundamentalmente respecto de la articulación de cada uno a la castración y a cómo esté funcionando o no el ordenamiento fálico. Captar en ese golpe de vista, de ese instante de ver: “Con qué orden fálico entra una criatura a la trama edípica para hacer de ésta su orden existente” (dice Lacan en el Seminario 4). Desde ahí es que son muy importantes las entrevistas con los padres, con los chicos, con los padre sin los chicos, con los abuelos en muchas ocasiones funcionando como orientadores.
¿Orientadores de qué? Tal vez orientarlos en el camino de las conexiones insólitas -esta es una expresión de Fernando Ulloa que me pareció muy interesante para pensar el tiempo de comprender, hablar, conectar, pensar, hacer teoría e inventar, sin asustarse- para que no se pierdan, para que no teman y para que puedan encontrar a su niño allí. Para ayudarlos a transitar ese tiempo de comprender donde en realidad no se comprende nada.




[1] Del libro: Embarazo musical
[2] Ricardo Tapia Investigador Emérito. Departamento de Neurociencias del Instituto de Fisiología Celular. Universidad Nacional Autónoma de México. Vicepresidente del Colegio de Bioética, A.C. Publicado en junio de 2007.

[3] En su clase del seminario Cruces entre Psicoanálisis y Neurobiología
[4] Del texto : Bases biológicas de la psiquiatría. Pág. 29-86
[5] En su libro: El error de descartes

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