El clásico ¿de
dónde venimos? se puede responder desde el camino religioso o científico,
también la psicología y la psicopedagogía han aportado sus respuestas. Propongo
que la pregunta que atraviesa distintos tiempos y generaciones, que se sostiene
desde el origen mismo de la humanidad, va mucho más allá. Intenta ir más allá
de la sangre aunque tal vez no sin ella.
La pregunta es a mi entender, por la genealogía. Esto que podría ser un
rebuscado regodeo existencial surge en
mí -estando de vacaciones- cuando una
salteñita de 5 años y ojos negros, me dice:- seño me compra? mientras abre tímidamente una bolsita de compras (esas rayaditas y de nylon). ¿Qué vendes?
le pregunto –esto…y saca unas
máscaras hechas en barro, pequeñas como su mano. ¿Quién las hace? le pregunto. Mi mami, responde haciendo un suave
parpadeo de ojos.
Es
evidente que me conmovió pero sobre todo, el lazo, la ligadura a su mami a través de ese objeto. Esa,
una niña como tantas otras que trabajan en las ciudades, no había perdido aún
su genealogía. Su mami estaba allí en
esas piezas a través de su trabajo.
En otro tramo de mi recorrido, camino a Cachi desde la ciudad de Salta, una señora
hace dedo en la ruta de montaña. La llevamos, eran las 12.30 del mediodía y el
sol rajaba la tierra, ella esperaba desde la mañana que alguien la llevara. Iba con su nena de 8
años al registro civil - para ponerle la
fotito al documento-. Un viaje de media hora por camino de montaña le había
llevado horas. Volví a conmoverme, esta mujer hacía un gran esfuerzo para
documentar a su hija., sin embargo a pesar de las dificultades no desistía, ese
acto tenía un valor para ellas.
¿El documento, el
trabajo, el nombre…? ¿Ese famoso y tan nombrado Nombre del padre, vendrá de la
mano de estos actos?
¿Estos ciudadanos están
sostenidos por la naturaleza que los acompaña?, pensé. Tal vez la naturaleza de
la ciudad es más despiadada. Un niño que pide dinero al abrir la puerta de un
taxi se perdió de ese lazo. Un lazo en relación al trabajo. Sin embargo ambos
son niños trabajando en la calle. La diferencia es cualitativa: el trabajo por
el trabajo mismo no alcanza.
Una nueva pregunta
me interroga: ¿Las grandes ciudades roban sus genealogías a sus ciudadanos?
¿Niños o adultos nos perdemos en la marea de trámites y tránsito y transeúntes?
Porque
si la genealogía se pierde cuando el
objeto que la soporta ya no cumple su función, que es dar un lugar al otro en la
cadena, tal vez en el paisaje ciudadano sea
más fácil que se quiebre esa relación, hay apuro, tensión y lucha por el lugar
mucho más veloz y feroz. La velocidad y el tiempo son cuerdas que se tensan de
manera diferente en estas diferentes realidades.
En estos días un
joven empresario se irá a pasar su cumpleaños sólo a una isla perdida. Su
celular y su notebook lo acompañarán. Cuando él era pequeño su padre murió y
parece que le dejó: dinero sin marca…sólo
eso. Y él buscando un padre sólo busca
dinero, que casi no usa. Pero el dinero se consigue de muchas maneras. El
dinero per se no ofrece un lugar en
la cadena sino cualquier lugar. No
importa qué se haga, sino que se haga dinero.
Vuelvo a la niña de
las máscaras que parece estar muy lejos de eso, sin embargo ella sale a vender
lo que su mami hace, sale en busca
del dinero. Ojalá ella aprenda a hacerlas, ojalá disfrute de inventar diseños
como su mamá, ya que cada máscara tenía una expresión diferente y se lo hice notar. Entonces
entre trabajo y dinero habrá un lazo.
La fórmula: Dinero
x Dinero o Trabajo x Trabajo, no alcanza, hace falta un significante que haga
diferencia, que no nos deje afuera de la
genealogía, que nos represente. Entonces deseo y goce marcharán juntos. El goce
sin deseo es dinero por dinero o cualquiera de las variantes que se amparen
detrás de alguna supuesta necesidad.
Tomo acá una idea de
Lacan: …el dinero es el
significante que mata a todas las significaciones[1],
podría agregar pensando el tema desde RSI: el dinero puede ser también, quien
mata a la genealogía en tanto articulación
significante del significante o sea mata a la posibilidad de encontrar
un significante que nos represente frente a otro significante. Mata a la
posibilidad de hacer sujeto deseante
en relación con su propio goce mostrando así su cara Real, no transfieriendo
ese goce en relación a algún saber hacer particular.
Propongo que para
que haya articulación entre trabajo y
dinero, un “significante cualquiera”,
el portador de la genealogía, debe realizar la operación de “transferencia”
………………………………………………………………………………………….
Un muchacho que
vive en una villa del gran Buenos Aires a la que concurro a trabajar una vez
por semana, dice muy suelto de cuerpo:
-“Acá
(por su casa) todo estaría bien si todos saliéramos
a trabajar”.
- ¿Vos trabajás?,
le pregunto.
- “No, desde el accidente (se refiere a un
accidente laboral) que no puedo, no sé
por qué. Antes yo tenía una vida normal, linda, me levantaba a las seis, me iba
a trabajar, después vení, me bañaba, estábamos un rato. Después comíamos y
listo a dormir. Yo era feliz. Pero no se por qué ya no puedo.”
Él, muy suelto de cuerpo, habla de ese goce que lo habita, ese goce de
no hacer nada. De transcurrir, de ir y venir, abrir y cerrar puertas.
Movimientos errantes que en la escena que presencio se ponen en acto. Mucho
movimiento, mucha agitación. Cigarrillos que se prenden uno tras otro. Creo que
él responde mi pregunta del inicio. ¿De dónde venimos? Del trabajo, pero no de
cualquier trabajo sino de ese que nos articula a cierto saber hacer particular,
donde no se trata sólo de ganar dinero eso vendrá a posteriori. Este joven
quiere trabajar de carpintero, no de cualquier cosa. El trabajo que perdió después del accidente,
ese que lo ponía en una serie familiar. En cierto punto la respuesta caída de
su boca me da cierto alivio, porque nos da un margen para la construcción.
Para hacer
algo con lo dado por poco que esto sea.
En una segunda
lectura puse en itálica la expresión: muy
suelto de cuerpo expresión que me devuelve a modo de interpretación la respuesta
a la pregunta inicial:
Sin genealogía no hay cuerpo, éste se suelta,
se desanuda.
Continuará…
Bibliografía.
J. Lacan: Escritos I: La carta robada
J. Lacan seminario de la Transferencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario