jueves, 6 de junio de 2013

La extensión del psicoanálisis al consultorio del psicoanalista.

El imaginario psicoanalítico tiende a creer que todo lo que ocurre adentro del consultorio es intensión y afuera extensión. Y que la práctica en extensión opera sobre el sujeto tangencialmente y que siempre que haya un paciente en un diván se practica en intensión. De esta manera se estandariza la cuestión y se ritualiza la práctica. Es que se está leyendo -como yo misma lo leía aunque no lo practicara así-, en términos de teoría de conjuntos, de inclusiones y exclusiones, pero la lógica es otra.
Voy a tomar como texto los puntos 2, 3, del Acta constitucional para la reformulación de Psyche Navegante y la constitución de Psyche Anudamientos.
Y desde ahí intentaré una articulación clínica.

Dice el punto 2 - Consideramos que las principales responsabilidades de los analistas pasan por: llevar lo más lejos posible sus propios análisis y los análisis de quienes los consultan. El 3 agrega - A la vez, sabemos por experiencia propia y por la recogida en la del movimiento psicoanalítico en general, que otra serie de intervenciones contribuyen a poner y mantener en forma a los psicoanalistas y al psicoanálisis.

Agregaría hoy:

Dentro del amplio margen que da el “otra serie de intervenciones” es que podemos ubicar también, todas aquellas que hacemos en el consultorio con familiares, amigos o parejas de nuestros pacientes y con nuestros pacientes cuando aún no se ha entramado suficientemente la red significante .

Les relato una viñeta donde tomo esas intervenciones que parecen toques simples para despejar áreas y sin embargo abren el futuro de una criatura, de sus padres y la puesta en cuestión de modalidades psicológicas muy difundidas.
Intervenciones que acontecieron en las entrevistas con los padres de Lía de 4 años, mi paciente.
Su padre se analiza con un psicólogo y su madre con un psiquiatra, jefe de la psicofarmacología. Ambos consultaron conmigo por la niña.- Es un dato interesante que no le pidieron derivación a sus respectivos terapeutas sino que acudieron a una amiga muy querida por ellos y psicoanalista. Esta colega en cierto tiempo controlaba sus pacientes conmigo-.
Esta digresión vale porque intento leer donde se ubica para esta familia el Sujeto Supuesto al Saber. Evidentemente afuera de los consultorios a los que acudían hace ya varios años. Y haciendo diván él 3 veces por semana y ella 2.
El motivo de consulta es porque la nena llora, no duerme, no come… como la madre según ella misma relata: que llora, que no duerme y que no come. El psiquiatra medicamentoso, hombre mayor y de experiencia, le dijo que la nena es muy sensible y se identifica a su hermana de 13 años - ni siquiera a ella que le pasa lo mismo- y entonces está viviendo una precoz etapa adolescente. Complicada además, porque esa hermana es hija de un matrimonio anterior de la madre y entonces en lugar de desarrollar su edipo positivo con su padre se identifica a la hermana y pelea como si fuera el padrastro ¿?
Bueno, a esas alturas yo ya no sabía si era un chiste, un delirio o un desastre.
Era un desastre.
Acá quiero tomar la idea de Lacan en la Proposición cuando dice que el Edipo hace ideología. No alcanza -según entiendo- para explicar nuestra extraterritorialidad, que tomar el mito y aplicarlo, encubre y para seudos analistas facilita el encandilamiento. A diferencia de un analista que escucha y hace un corte. Punto de cruce y pliegue. Y allí salimos de la teoría de conjuntos. De la nenas y los varones y el cuentito del edipo.

El psicólogo del padre dice que el problema es que la mamá trabaja mucho, que la nena demanda a la madre…probablemente pero… y con eso que hacemos? Acaso los hijos de madres que no trabajan están todos sin angustia? Volvemos a la teoría de los conjuntos y las zonas de intersección.

 Lía hizo varios episodios de llanto y angustia en el consultorio. Era sumamente delgada, casi sin pelo y parece que tartamudeara.
Trabajamos mucho con la madre y el padre en medio de llantos y tironeos, a poco de andar pidieron entrevistas de pareja. Resulta que no andan bien. A poco de seguir andando la mamá relataba un día de trabajo ( la muchacha es una empresaria muy exitosa) y relata con lujo de detalles su agotamiento cuando llega a la casa. Momento en que le digo amablemente:
- cansancio orgásmico.
El salta y agrega:- diste en el tema, ella no tiene ganas de estar conmigo, se cambia y se arregla siempre para ir a trabajar, llega y se pone el pijama. Conmigo se duerme.

Es evidente que se produjo un corte, armado entre el relato de la madre, mi intervención y la asociación del padre. El corte abre otro horizonte. Ese sobre el que se ve asomar la posibilidad de un psicoanálisis en intensión.

Mi intervención allí no fue a la letra sino mas cercana al Otro que interpreta,- sabemos que el sujeto se constituye en su relación con el Otro- que da algún sentido a ese llanto, cansancio, angustia generalizada que aparecía en Lía a través de su sollozo al hablar, algo muy cercano a la tartamudez pero sin llegar a serlo. Al escribirlo me doy cuenta que aparece el continuo, la falta de corte entre la nena y la madre. La tartamudez era angustia, sollozo. ¿Intento de corte? o ¿falta de corte que vuelve desde lo real? Angustia peligrosa. Angustia que portaba una nena de 4 años que aun no tenía los significantes para producir ella alguno.

Lía en una sesión mientras jugábamos a la mamá, dice: (ella era la mamá y yo la hija.)
- ahora tu papá y yo nos vamos de viaje y te quedas sola, también sin la que te cuida
(en aparente referencia a la empleada doméstica, sin embargo el” también”, abre más allá. Se queda radicalmente sola cuando su mamá se va a trabajar, es que su hermanita de tres años, nació demasiado pronto para ella y para los padres. En el relato las confundían todo el tiempo una es Lía y la otra Liza.)
- En ese clima le digo: y quien me va a cuidar y a dar de comer?
- no, es que si nosotros no estamos vos no tenés hambre, te quedás y esperás.

En la última sesión viene con su hermanita de 3 años, la madre dice que insistió en traerla. Entonces le pregunto porqué quiso venir con Liza, y me dice:- porque se hace pis.


Que esta pequeña de cuatro años haya podido empezar a hacerse representar por un texto que abre camino al fantasma para una espera menos angustiada. Que crea que en mi consultorio se pueden arreglar algunas cosas que no marchan como por ejemplo que su hermana menor se haga pis, es un logro del entramado complejo y sutil que abre el psicoanálisis en extensión en el consultorio y ahí en ese instante tal vez se está armando ese ocho interior, ese pliegue producto del corte del que habla Lacan en la Proposición. Me parece que “esas otras intervenciones son las que más practico en mi práctica como psicoanalista. No lo tenía así de claro.”

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