miércoles, 19 de junio de 2013

La obra como biografía: Francoise Doltó

A estas alturas ya me doy cuenta que lo que planteo para trabajar en este recorrido de autores son las transmisiones generacionales, sus fallas por presiones y cambios culturales, el nombre del padre como bisagra entre generaciones, tema válido para pensar nuestro legado como psicoanalistas, y cómo la tendencia a armar escuelas coagula la mayoría de las veces la posibilidad de pensar entramadamente.
Alrededor de Doltó no se armó escuela en el sentido de secta. Tal vez tenga bastante que ver la función que ella ocupó en el movimiento psicoanalítico… más cercana a la materna. Tuvo varios gestos, cartas y palabras para con Lacan de una solidaridad y ternura increíbles.
Su biografía da cuenta de una niña que tenía una madre que a poco de andar le encargó la misión de rogar a dios la curación de su hermana enferma de cáncer. Hermana que murió y recayó sobre Françoise toda la culpa y responsabilidad. Ella fue siempre muy católica, la religión era para ella pensada como una terceridad. Ella da cuenta de la importancia de esa terceridad cuando no hay otra posible, a lo mejor para Doltó fue una terceridad necesaria.
En su tranquila infancia algunos incidentes van a adquirir un valor traumático que serán a la vez los pivotes de su teorización e investigación. Doltó es de las pocas que deja relatos propios de sus recuerdos infantiles.
El primero fue cuando su madre salvó su vida a sus 8 meses. De allí surge lo que ella llamara el trauma de su escena primaria, que fue reconstruida en su análisis con Laforgué. En esa época tiene sueños relacionados con la calle Vineuse, como si fueran orgías a lo Quo Vadis y cortinas de rojos cabellos perfumados. Reconstruye la escena a instancias de su analista, hablando con su madre. La amnesia infantil no es levantada, es reconstruida la escena. Parece que una niñera adicta, a quien la niña adoraba la llevaba a un burdel. De ahí vienen los restos en el sueño de cortinas rojas, perfumes. La familia lo descubre y la manda de regreso a sus pagos. La niña enferma de una neuropatía grave, aunque nadie articula estos acontecimientos. La madre la salva teniéndola durante toda la noche contra su pecho.
En este resto de recuerdo infantil podría encontrarse una huella del interés de Doltó por las percepciones olfativas, por la relación madre-hijo, por el trabajo con los bebés y con los niños abandonados. Según sus propias construcciones teóricas, esa escena más traumática que imaginaria, habrá sido un enigma determinante a una edad en que se cuenta con ojos y oídos solamente. Cuando aún no se cuenta, dirá Lacan, con el significante y dirá Klein con el objeto internalizado. En esas épocas de la vida se cuenta únicamente con sensaciones, en ese momento referidas al amor que sentía por esa niñera. Doltó como psicoanalista de niños tendrá el particular don de escuchar o tratar de escuchar lo más arcaico del vínculo erótico, de amor o de odio con el Otro primordial-la madre-. Su madre la llamaba muy a menudo el monstruo. ¿Transfería el monstruo que había en ella sobre la niña y no lo reconocía como propio? Françoise dice ser una extraña para su madre. Y es otro tema que ella ha trabajado, la cuestión de la mirada, algo que a mí me parece muy interesante. Ella plantea que el niño ve en la madre lo que la madre expresa de lo que ve en él. Entonces ella tenía una madre que le decía monstruo y que además no se hacía cargo del monstruo que tenía en sí misma. Le tiraba todo el monstruo encima. Y vale agregar ahí, aunque parezca redundante, que el niño se cree eso porque no tiene otra opción.
Un segundo episodio la deja postrada tres días mirando a la ventana, a los 4 años cuando a su pregunta ¿A dónde vamos después de la muerte? Se encuentra con la falta de respuesta, la borradura en el Otro. Era un tema que le preocupaba particularmente desde muy pequeña. No se trata de la pregunta repetida que vuelve y vuelve sino que a ella le preocupan: los muertos, los invisibles y los que aún no han nacido. Queda tres días perpleja mirando por la ventana. Parece que siendo una niñita trató de resolver su pasaje por la castración, temiendo que dios la olvide y ella no muera como todos los cristianos. Hasta ahí temía ser abandonada.
El tema de su tesis de doctorado será: “La castración”. Doltó amplía el concepto de castración a épocas tempranas pre-edípicas, queriendo mostrar en cada momento el corte y la separación. Doltó prioriza la función simbólica de la castración, acercándose así mucho a Lacan, función que permite la aparición del objeto imaginario: su ángel.
El tercer trauma será la relación con su tío materno, Pierre, su padrino. Hay entre ellos unas cartas (él estaba en la guerra, era capitán) donde, entre humor e ironía, el tío le dice que desea volver para casarse con ella. Ella le responde que también pero aún es muy chiquita (7años). Las cartas están llenas de errores gramaticales y de ortografía, es interesante pensar que tal vez muestran el esfuerzo que hace la niña para no hacer alianza con el adulto.
Ella dirá: el incesto provoca locura. Observaba que los niños nacidos del incesto son muchos más de lo que se cree, pueblan hospitales, psiquiátricos, están fuera del lenguaje, hablan con un lenguaje corporal (en el trabajo con poblaciones marginales eso es arrasador), hay una privación de lo simbólico y una falta de objetos imaginarios que especularicen, que hagan de pantalla. Así, proliferan los actings, en el mejor de los casos, y los pasajes al acto tan crueles para con ellos y con los demás.
Pero el trauma más importante y que le llevará a definir su vocación como psicoanalista será la asunción del rol de confidente de los delirios de su madre cuando muere su hermana Jacqueline.
Francoise ubica su salvación, en medio de una familia que no escucha, gracias a la aparición de un doble, un ángel, que es su interlocutor. Este ángel era una construcción anterior a la muerte de su hermana y fue su antídoto ante la soledad. Cuentan que aún siendo muy mayor agradecía al ángel cuando encontraba lugar para estacionar su auto en una calle complicada.
Decía en el inicio que Doltó no armó escuela, Lacan sí y luchó contra eso mismo toda su vida. La historia es larga, y no es para este momento, pero cuando él en 1953 revoluciona el psicoanálisis francés y la ortodoxia lo ataca, Doltó le escribe las siguientes líneas:


“Te suplico que no me decepciones y que no se te desmorone la confianza en ti mismo. Tienes razón. Tus discípulos son los únicos que tienen respeto por la persona humana en su totalidad (…) has proyectado tu sombra de hombre libre sobre un camarada atemorizado bestialmente astuto.”

Es casi un diagnóstico. Cuentan que Lacan tenía un imaginario muy frágil –de allí el miedo de Doltó a que se desmorone por un lado y por otro se ubica como una madre suficientemente buena: no me decepciones, con el peso para bien y para mal que esta frase puede tener.

Bibliografía
Suaverzac, Jean-Francoise de. Itinerario de una psicoanalista. Buenos Aires, de la Flor, 


Psyche Navegante N° 93 - www.psychenavegante.net – Agosto 2010
Psicoanálisis - Vida y Obra
Autor: Silvia Sisto


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