En la clínica con niños creo que el mayor arte reside en
poder captar las diferencias de los tiempos de los chicos, de los padres y
también el tiempo nuestro.
Niños y padres a veces, muchas veces están perdidos
bajo presiones culturales, digo
culturales en el sentido del malestar en la cultura actual, sobre todo de la
escuela.
Bueno, en estos días estoy atendiendo a un nene de 7
años cuya madre.- mi mamá es muy dura…no entiende. Se
refiera a cierta dureza corporal y afectiva. En realidad es una mujer
brillante, es una referente en lo que hace al trabajo en computación para ciegos.
Su analista me decía que eso no es porque sea ciega, no tiene porque ser así,
es su neurosis. Ella tiene un tono postural y una modulación de voz muy dura. A
la vez el nene se queja de que su mamá trabaja en la computadora todo él día. Y
que ésta habla. Claro, lógicamente ella necesita un sistema donde la
computadora hable. Él se tapa los oídos y dice “no lo aguanto más”. Bueno, empiezo a indagar, resulta que esto
viene sucediendo con distintos recursos, desde que él estuvo en la panza y no
sólo que la computadora habla sino que habla en inglés. El motivo de consulta
es que el nene va a una escuela bilingüe, ocho horas también, y no entiende una
pepa de inglés, y no puede entender y me dice, “Yo te juro que no entiendo de qué me hablan, no entiendo nada”.
es ciega. Pero lo más complejo de esta madre no es justamente
eso, aunque por supuesto tiene su valor para la criatura. Pero el nene dice
En una sesión con el nene, mi
instante de ver en ese encuentro, se produjo a través de un lapsus, porque le
digo- “Che, ¿Cómo te va en el preescolar?” y el pibe está en segundo
grado. Bueno, se enojo y me dijo: “No! yo
estoy en segundo grado”. Entonces aproveché a introducirlo en esto de las
conexiones insólitas de las que hablaba Ulloa
respecto del tiempo de comprender. Y
le dije: -“ Tenes razón, y por qué
te habré dicho preescolar? ¿Por qué será? ¿Me pareció que eras más chico? Y
entonces me dice “Y, sí, lo que pasa es que yo me la paso saltando…” Empezó él a darse cuenta de que juega, se
mueve, o se maneja, como un nene más chico. Y eso hace que sus compañeros no
quieran jugar con él y se burlen.
Me pregunto, ¿qué efectos pudo
tener esa voz metálica que habla en inglés que se suma a cierto tono duro de la
madre en la estructura neural de esta criatura y en la estructuración de la
estructura significante?
¿Esa voz produce en él un golpe
de lo real?
Hace un dibujo después de varias
entrevistas. Un dibujo donde hay una máquina al lado un monstruo enorme y un monstruo más
chiquito, y él dice: se trata de una máquina que alimenta a un monstruo.
Luego de este tiempo de
comprender, incluido el dibujo, los juegos, las conversaciones, mi lapsus.
Ariel, se empieza a comunicar con los compañeros, se empieza a llevar mejor con
el grupo, se empieza a incluir, y me dice:- “Ojalá viviéramos en otra época donde había escuelas de nenas y nenes”
“Ah!” le digo:- “¿Ahora estás con los nenes?” Porque hasta ahí él no tenía
amigos. -“No estás más sólo”, “-Si.” me
dice, “-¿Y como hiciste?” “Me metí”…
O sea que empieza a introducir la
diferencia y a poder decirlo.
En el nene es evidente que ha
funcionado la castración del lenguaje, su alienación al discurso de los padres
está en un punto donde la separación empieza a operar, empieza a poder decir de
la diferencia que tiene con sus padres ahora. El quiere apagar la computadora,
o que se ponga los auriculares. Lo cual es un problema, porque si la madre se
pone los auriculares, ni lo ve ni lo escucha. Entonces es verdaderamente un
problema. Vuelvo a citar a Fernando Ulloa, esto es lo que él supo llamar una
“encerrona trágica”. Los niños también se encuentran muy a menudo en esas
encrucijadas donde cualquiera de las opciones es mala.
Para los padres el problema del
nene es que es muy mimoso, que la madre es ciega, que hace poco murió una
hermanita, por supuesto que es un problema y que todo esto se suma, pero,
¿dónde se suma?
A mí me parece que ese monstruo,
esa máquina que alimenta al monstruo, empezó antes. Esa es para mí la primera
marca a la que se sumarán las otras.
En muchos de los casos, que me ha
tocado atender, me encuentro con novelas familiares sesgadas. Dicha
construcción no es posible sin la articulación de determinados significantes,
que a veces no están disponibles en la
trama familiar. No están disponibles en los padres.
En ese sentido decía Freud que las
teorías sexuales infantiles y la novela familiar son llevadas a cabo
solitariamente y constituyen el primer paso hacia una orientación independiente
del mundo. Con Lacan podríamos agregar que son los andamiajes del fantasma,
este se presentifica en el modo de nombrar los goces familiares y empezar a
recortar los propios. Siempre decimos que el fantasma tiene estructura
gramatical…pero esa estructura hay que extraerla de una trama. Y esa trama se
empieza a escribir en los agujeros del cuerpo y del alma, en la infancia y parece
que [1]antes.
En la clase 9 del seminario sobre
la Lógica del Fantasma hay una intervención muy interesante de la Dra. Aubry,
en relación a los problemas de aprendizaje y de escritura.
Ella dice: “El momento de acceso al lenguaje escrito es un principio contemporáneo
a la resolución del complejo de Edipo, donde el niño en la situación triangular
ha aceptado y reconocido la ley del padre, simbólico al mismo tiempo que
social.”
Cuando decimos que el juego es el
modo de trabajar con un chico estamos diciendo que ahí, en el juego, se estructurará su drama Edípico en su lógica
temporal. Así irá armando su borromeo.
Una vez escrita la tragedia llega
la posibilidad de “perforar el túnel” como decía Freud, con muchas mejores
herramientas. También creo que es mucho más crucial el paso de la infancia y su sexualidad
parcial y polimorfa a la pubertad donde aparece lo nuevo, la descarga que
perfora, latencia mediante. Qué pasará de la pubertad a la adolescencia donde
este recorrido no será sin el bagaje de lo anterior.
Lacan dice en el Seminario 4: “Se trata de captar siempre lo que,
interviniendo desde fuera en cada etapa, reordena retroactivamente lo que se
había esbozada en la etapa anterior. Y agrega: esto por la simple razón que el niño no esta solo, no solamente por
su entorno biológico sino que hay un
entorno mucho más importante, a saber, el orden simbólico.”
Me puse a repasar sobre las
consultas que tuve en estos 20 años de actividad y clínica me di cuenta que en la
gran mayoría de los casos se trata de niños que se encuentran entre los 5 y los
11 años, momento de escritura –no sólo escolar- ese es un engaño, una trampa de
la cultura, trampa tal vez necesaria pero no suficiente. No es porque el chico
vaya a la escuela, que se encausarán sus pulsiones es porque se han encausado
que podrá ir.
El niño del monstruo y
la máquina, por ejemplo, está atravesando la construcción de una metáfora. Una
metáfora que lo acompañe cuando del cuerpo surjan esas sensaciones
nuevas-viejas…
Ariel ha logrado un lugar
significante que lo represente (los varones) para entrar a su tragedia, de la
mano de un amigo imaginario que apareció sorpresivamente en el consultorio. Esta
aparición dio lugar al efímero momento de concluir, de pasar a otra cosa, para
tratar de comprender donde nada se comprende.
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