Dividí el tema en
unas cuantas preguntas que me voy respondiendo a lo largo del artículo, la
primera pregunta que me hago, tomando el concepto de [1]Damasio
es ¿Qué marca al “marcador somático”? Damasio
plantea que los estados somáticos, los estados del cuerpo, pueden dar señales
conscientes o inconscientes al cerebro. Básicamente su hipótesis es que las
emociones entran
en la espiral de la razón. Se toman decisiones con el cuerpo,
con sus marcas.
Esas marcas se
traducen en imágenes. Según el autor el sistema de razonamiento se desarrolló
como una extensión del sistema emocional automático. Damasio se acerca ahí
mucho a Freud cuando en el Proyecto habla de estímulos endógenos que causarán
estados de dolor y de satisfacción. La función del Otro vendrá allí a ordenar
ese caos, caos entre el objeto necesitado y el movimiento reflejo correspondiente,
su majestad el bebé -como decía Freud- manda. Entonces, la madre (para la
neurobiología el medio ambiente) viene a ordenar ese caos de acuerdo -seguramente- a sus propias vivencias de satisfacción y dolor, generando
vías de facilitación. Entiendo que así se arma la posibilidad del tiempo de
espera en la criatura, recurriendo a esa imagen por la vía de la facilitación
que el encuentro repetido y diferente posibilitó. Así por el lado del encuentro
se instalarán los estados desiderativos y por el
lado del desencuentro, el dolor y los afectos de rechazo. Me animo a pensar que
ambas instancias arman el andamiaje neural de la represión primaria, su
estructura.
Pueden ir siguiendo
el relato en el esquema.
El registro del
objeto se instala si la acción específica fue llevada a cabo más o menos
acertadamente, ya que hay una acción sobre un malestar interno. Tomemos los
casos de los chicos con síndrome de Down, algunos tienen dificultades en el
reflejo de succión: ahí hay un estímulo endógeno que podría ser el hambre, un
objeto específico que es la mamá que le trae la mamadera o la teta y no hay
reflejo de succión, con lo cual no hay encuentro con el objeto necesitado por
una carencia orgánica, el cuerpo no responde. Por eso ahora también re-pienso
muchos casos de síndrome de Down asociado al autismo.
Me parece que
siguiendo a Freud la pregunta de Damasio –porque yo creo que es de él- sobre qué
marca al marcador somático se podría responder: al marcador somático lo marcan
las primeras vivencias de dolor y satisfacción. Aquí encuentra asidero también la intuición, esa manera
misteriosa de llegar a la solución de un problema sin razonar con respecto a
él. Damasio asienta la intuición en lo que él
llama lenguaje del cuerpo, y allí ubica al sentimiento.
Yo he observado que
eso que Damasio llama sentir, el ¿Qué siente usted? que usa [2]Oliver
Sacks en todas sus obras, en todo su recorrido y su experiencia con pacientes
graves, he observado que es una de las maneras más clara y fresca de pedirle a
quien nos consulta un relato sobre lo que le pasa. Ésta suele ser una modalidad
muy común en la medicina: es muy común ir al
médico y que el médico pregunte ¿cómo se siente?, ¿qué le pasa?, ¿cómo está?,
sin embargo los analistas solemos preguntar, ¿y usted qué piensa?, ¿qué se le
ocurre?, ¿con qué lo asocia? Me parece que ahí desperdiciamos una puerta de
acceso a la sensibilidad, como dice Damasio.
También es
interesante partir desde esa pregunta con aquellas personas que disponen de
palabras pero no han pasado del signo lingüístico. Hay un libro de Oliver Sacks
donde habla de “El mundo de los simples”, esa gente… [3]
“precaria en recursos conceptuales”.
Sacks produce una inversión muy interesante para poder escuchar estas
problemáticas, dice que para los neurólogos, y yo creo que para muchos
psicoanalistas también, “ser concreto es
algo negativo sin embargo es un mundo vívido e intenso que no se diluye en
abstracciones. Él plantea que “se
puede vivir sin abstracciones pero no sin un mundo concreto. La vida real
personal y significativa se pierde si se pierde lo concreto. Los simples
experimentan la realidad directa sin intermediación con una intensidad
elemental y a veces abrumadora.” Según Sacks
lo concreto puede abrir una puerta de acceso a la sensibilidad.
Sigo, lo concreto
entonces abre una puerta a la sensibilidad, dice Damasio.
Entonces, entiendo
que sentir y pensar con el cuerpo es lo que Lacan ubicó como el goce. El goce
se siente en el cuerpo y en ningún otro lugar, dice Lacan. Si a ese goce que
llama a la puerta del cuerpo pero desde sus entrañas, si a esos golpes se le
ponen palabras tal vez se lo articula al deseo.
En ese sentido:
el cuerpo, ¿Será lo concreto con lo que pensamos? ¿Y en relación a esta
construcción entendemos el mundo? Yo creo que sí.
Es muy común o por
lo menos a mí me pasó muchas veces que pacientes graves, esquizofrénicos sobre
todo y gente de pobres recursos simbólicos sean los que más nombran lo que sienten. Sienten vacío, y generalmente
lo dicen así, el poder bordear con palabras, a veces dibujos y escritos ese
sentir hace que esa sensación no duela tanto. Que al modo que lo plantea Freud,
ese dolor se desprenda y algo de la defensa primaria empiece a instalarse.
Empezar a escribir a veces permite metaforizar.
Siguiendo la
definición de Damasio: esta escritura podría ser la manera de decir sobre la
emoción. Lo que se dice de la emoción es el sentimiento.
Sabemos que para
Lacan el registro imaginario es el registro de los sentimientos.
Se podría escribir
“senti-miento”, como “pensa-mientos”, donde hay algo que queda afuera. Yo
agregaría en este sentido que hacer con lo que se siente de la emoción es armar
el nudo, donde algún resto quedará por fuera. Con Lacan sería: por fuera del
goce fálico, el que está entre lo Real y lo Simbólico.
Hay algo de la
emoción que no cesa de no inscribirse.
Damasio se pregunta
todo el tiempo ¿Qué marca al marcador somático? Yo creo que él se lo pregunta,
porque capta que no todo es deslizamiento y vecindad entre neuronas. Hay algo
que comanda. Arriesga muchas posibilidades pero ninguna lo convence del todo,
ni lo innato, ni lo asociado al buen registro. Tal vez un poco más el azar por
la vía del medio ambiente y allí creo que se cruza con la idea nuestra del Otro
con mayúscula.
En este sentido lo
que comanda es el goce. El goce en el cuerpo comanda a la hora de la toma de
decisiones. Goce que podrá estar articulado en más o en menos al deseo y en ese
sentido al significante. Aún, ese goce que no debería haber, que es el del
Otro- entre lo Imaginario y lo Real-, el que queda fuera de discurso.
Es de alguna manera
lo que plantea Lacan en La tercera. ¿De qué goza el animal?, y se encoge de
hombros. Sabemos que el significante es causa del goce. Causa y límite. Si el
goce del que se trata no se puede nominar, es real. No podemos decir nada de
él, menos aún operar con él. Volvemos a la pregunta, ¿De dónde sale el ronroneo
del gato, de la garganta, de todo el cuerpo? En este sentido es claro que el
significante hace de causa y límite al goce.
Continúa
en este mismo número
[1] Antonio Damasio, neurobiólogo, autor del libro: “El error de
Descartes”
[2] Neurobiólogo autor de varios textos clínicos: “Un antropólogo en
Marte”, “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, entre otros.
[3] Fragmente del libro “El hombre que confundió a su mujer con un
sombrero” de O Saks
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