miércoles, 12 de junio de 2013

Un chorro de “ley”.

Paulo tiene 17 años, es un delincuente de ley... parece una contradicción, pero…

A Paulo lo manda el juez, forma parte de un programa de atención de chicos judicializados.
La escena transcurre en un centro comunitario en una villa del gran Buenos Aires.
La primera vez que nos vimos fue duro él y dura yo. Nos miramos desconfiados y calculamos distancias. Pregunté preciso y concreto, no dejé mucho margen. Casi me sentía interrogándolo: -edad, nombre, teléfono, con quien vivís. Él esquivo, apurado y amenazante.- “me tengo que ir rápido, me esperan afuera”. Se mostraba inquieto y zozobrante, todo el tiempo mirando hacia afuera. Miraba su celular y su reloj.
-Aún no, yo te digo cuando te vas. Tres minutos después le di el ok. – Andá, te espero el jueves que viene. El detalle importante es que antes de su partida ambos agendamos el celular del otro en el propio.
Jamás creí que volvería. Pero volvió,  creo que mi estilo inquisidor lo captó. Él esperaba encontrar  a la psicóloga y -lamento decirlo- pero yo parecía una celadora de instituto de menores. A “la psicóloga” como él y otros chicos dicen, nos  tiene muy caladas. El semblante tenía que ser otro. Este no lo calculé salió casi visceralmente, mi cuerpo respondió a su adrenalina,
Probablemente ante este semblante, su masoquismo encontró una buena horma, su sadismo parece que podía esperar.
Al siguiente jueves Paulo fue  puntual en varios sentidos, dijo:
-Yo para salir a robar ni tomo, ni me drogo, salgo bien consciente. Empecé a los 14, me agarraron dos veces y ahora me manda el juez.
- ¿Y cómo te sentís?
- Bien,  ahora bien, voy a la escuela, me está yendo bien y cuido a mi hermanito de 12 años, si se llega a meter a chorro lo cago a patadas.
- Ah!!! mira que piola y vos para qué te metiste a chorro?
- No sé, la verdad no sé, las juntas, estaba ahí me dijeron y fui... ¿Vamo a trabajar un Mac Donals?...bueno,  vamo”
-¿A trabajar?
-Si, así se le dice para que los que escuchan cuando hablas no te descubran, vamos a trabajar un Coto, un Norte, lo que sea.
- ¿Te acordás de la primera vez?  
Como en cualquier cosa los debuts marcan sesgos para bien y para mal, la primera vez no es la primera, sabemos que por lo menos es la segunda, pero es la que Paulo puede relatar y pasar rápidamente a la serie. Cuenta entonces del  miedo de la primera vez, él miraba lo que hacían los otros, él estaba atrás y observaba.
- Temblaba de miedo y los guachos iban rápido. Después me cansé de andar con ellos porque los agarraron, se mandaban cagadas y entonces me junté con otros pibes y casi siempre yo daba las órdenes.
-¿Y eso cómo se decide?
- Ahí en el momento, el que manda, manda y listo. Yo grito ehh guacho pa’ ya …ehhh guacho cuidado atrás, y listo
- ¿Guacho?
- Si, para que no te conozcan el nombre.
- Que cosa...porque guacho es el que no tiene ni padre ni madre
- Y si…la verdad…mis viejos ni se la imaginaban...
- Los sorprendiste
-(sonríe) Y siii

Cuenta Paulo que ese miedo de la primera vez pasó rápidamente, en realidad pasó cuando él empezó a mandar. Él que no se droga, ni está borracho y cuida al “hermano”. Él que parece poder ejercer la autoridad que en sus padres es sólo sorpresa. Entonces en realidad el mayor miedo es que nadie mande, por eso que yo me plante frente a él mandando, en cierto sentido lo alivió. En los episodios en que cae preso, eso sucede por la falta de líder o de líder “consciente”,  como él dice.
Cuenta también de las reglas y las pautas que hay que cumplir para que no te maten, una es de ley: “si un “mulo” (llama así a los empleados de seguridad de los supermercados, que son menos que “gorras”, policías, son los que llaman a la policía y muchas veces no están armados), bueno si un mulo se te viene encima tirale pero no para bajarlo, siempre a las piernas”. Le pregunto si esto le sucedió, si tuvo que disparar. Y dice:
- “Si, en un video club, el tipo me quiso abrazar y yo estaba armado, así que miré para abajo, tranquilo  y le tiré en una pierna. Yo no entiendo porque la gente se hace  matar por la plata.”
Tiene tan clara la respuesta a la pregunta que yo demoro en hacerle y está tan lejos de subjetivarla, me dan ganas de gritarle:- Pibe!! Vos hacés lo mismo!!! Para qué??
Y ahí caigo. Caigo, cuando me cuenta que tiene ahorros, que logró juntar plata para su cumpleaños de 18, va a hacer una gran fiesta. También tiene una moto escondida y ropa que nadie le pregunta de donde la saca.
 Él se podría hacer matar por lo que no tiene, da su cuerpo para conseguir lo que no tiene, los otros arriesgan su vida –según él- por lo que tienen, son unos estúpidos. Podríamos arriesgar: él tiene cuerpo los otros vida. En el cambio siempre pierde pero lo hace para ganar una vida más allá de su propio cuerpo, ese que cuida desde  atrás, como dijo en sus primeros relatos sobre la primera vez.
¿Será que Paulo está hablando de amor?, dar lo que no se tiene a alguien que no lo es. Entrega su cuerpo  creyendo que lo que le falta  es eso que el otro tiene, vida. Se arma entonces un encierro amoroso. Ahora que él tiene ahorros suficientes ya no sale a robar, dice sentirse seguro así, con plata guardada para una fiesta.
Si en algo me sorprendió este caso es en este punto del ahorro, de cierta dosificación en post de lograr su objetivo.
Otros pibes de la zona que no roban, que trabajan, no logran ahorrar y como ellos dicen: - “se deliran la plata en cerveza, paco o lo que pinte.”
Creo que la gran diferencia es que a Paulo lo ordena cierta significación fálica, su modalidad discursiva, su forma de relatar, su respuesta a mis intervenciones hablan de la posibilidad de cierta articulación. Me pregunto si  él podrá descubrir alguna otra manera de encontrar vida. En este sentido ¿será el robo un acto de amor?, ¿a quien estará dirigido? Podría ser a los padres, ya que reconoce haberlos sorprendido pero no más que eso, lo cual es un problema.
Finalmente me pregunto ¿Su adrenalina en el primer encuentro, estaba en relación al encuentro conmigo fuera de las reglas de su juego o pensaba robarme? Tal vez si, por eso al apurarlo de entrada  le gané la parada de jefe. Acá mando yo y además en esta vamos juntos.
Aun no hemos avanzado en historias de su infancia o de su vida familiar, los únicos relatos que aparecen son los de la banda. Hace de estas historias su valuarte fálico, él ocupa el lugar de jefe luego que otros jefes se mandaron macanas. Igual que con su hermano, ya que él controla que no afane. Sus padres están separados y su mamá trabaja todo el día. Al padre casi no lo ve. Tal vez sólo asoma cuando Paulo lo sorprende.

Y no puedo dejar de recordar a Winnicott cuando habla del antisocial que asoma subjetivamente en su acto delictivo, es de esperar y de suponer entonces que Paulo sigue o seguirá robando, ahí puede ser jefe y someterse a las leyes que como tal lo implican.

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